Hace un año, cuando Sadio Mané abandonó el Liverpool para ser la nueva referencia ofensiva de todo un Bayern de Múnich, era inimaginable todo lo que iba a suceder. El senegalés se había ganado la reputación de ser uno de los mejores atacantes en el fútbol europeo, y todo se ha tirado por tierra en una única temporada. Tras ser ofrecido a medio continente y que todos le diesen la espalda, Mané ha acabado fichando por el Al-Nassr a sus 31 años. Nunca se había visto semejante descenso a los infiernos en términos competitivos.
Un Mané anda suelto: ¿qué clubes de Europa hacen ‘match’ con Sadio?
🔝 Mané era uno de los grandes
Desde que el Liverpool le fichó del Southampton, Sadio Mané se transformó en un jugador de culto. Competitivo como pocos, su velocidad y olfato le hicieron miembro vital del histórico tridente que formó con Roberto Firmino y Mohamed Salah. Su tesón era tal que, a veces, se le ponía como el mejor de los tres. O, al menos, era el más importante por ese fuego competitivo que tenía. No hay más que ver su actuación en la célebre vuelta de semifinales de Champions de 2019 ante el Barça. Junto a Origi y Xherdan Shaqiri (dos suplentes habituales), lideró a los suyos sin necesidad de marcar o asistir. No saldrá en las fotos de aquel día, pero, sin él, no se hubiese entendido nada de lo que pasó allí.
Sabiendo lo complicado que iba a ser para el Liverpool renovarle por lo que podía pedir en medio de una reestructuración de plantilla, los reds le dejaron ir después de una temporada agridulcemente histórica. No se fue rumbo al Bayern (que lo compró por un precio reducido en su último año de mercado) con cuatro títulos bajo el brazo de milagro. Solamente el Real Madrid en una final de Champions y el Manchester City en la última jornada de Premier consiguieron evitar ese broche de oro para despedirse. Así, en verano, deseándose ambas partes lo mejor, Mané y el Liverpool se separaban. Los dos se merecían crecer sin el otro. En ese momento, sin quererlo, había empezado la debacle del senegalés.
👎 El desastre comenzó en Múnich
El Bayern de Múnich estaba huérfano con la salida de Robert Lewandowski. Sin ser parecido Mané, él debía rellenar ese vacío. Sus últimos años en el Liverpool fueron muy buenos a nivel goleador sin ser una referencia clásica, por lo que dentro del peculiar sistema de Nagelsmann podía funcionar. Entonces, apareció un pequeño e insignificante problema. El senegalés marcaba goles… en fuera de juego. La dichosa línea, siendo la única regla objetiva del fútbol, estaba alejando a Mané de los registros que necesitaba para brillar. Todo el mundo pensó que, cuando ajustase sus desmarques, el contratiempo se resolvería. Llegaba en buena forma para el Mundial con Senegal, así que el cielo es el límite. Si no aparecen las lesiones, claro está. Y, como si tuviese un mal de ojo, se quedó fuera de la Copa del Mundo por problemas físicos. Era incomprensible su mala suerte.
Esa lesión dejó en segundo plano lo del fuera de juego. Y es que, en parte, él ya estaba en posición antirreglamentaria. Había perdido el puesto, quedando relegado a la rotación de los bávaros. Pese a ello, podía recuperar el puesto. Siempre podía sumar desde el banquillo, volviendo a ser importante gracias a su trabajo diario. Los cuartos de final de la Champions League ante el Manchester City podían haber sido su resurrección definitiva. Salió para intentar rascar algo en un partido gris que los dejaba prácticamente fuera, y dio lugar uno de los incidentes más bochornosos de la temporada. Sané le recriminó su decisión en una jugada, y Mané fue a increparle tras decretarse el 3-0 definitivo. El senegalés, muy alterado, agredió a su compañero. Acababa de poner el último clavo en su carrera en Europa.
💔 La fragilidad del estrellato
En ese momento comenzó el anteriormente mencionado casting con más equipos europeos. Nadie le quería, menos aún en condiciones de la estrella que era hace apenas unos meses. Poco a poco, mientras batallaba con la prensa, comenzó a aparecer la idea en el horizonte de lograr un retiro dorado antes de tiempo. Con 31 años, estaba ante su última oportunidad de lograr un gran contrato. Mané, que siempre ha sido conocido por donar dinero a causas humanitarias en Senegal, sabía que ese dinero que lograba él iba a ir destinado a los suyos. Él tenía suficiente con lo justo, pero… ¿Y si conseguía ese último gran contrato astronómico durante más tiempo del esperado? Arabia Saudí comenzó a ser una opción.
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Apareció el Al-Nassr de Cristiano Ronaldo en escena, ofreciéndole ese sueldo astronómico que ha llenado de estrellas la liga de Arabia Saudí. Se acabó la carrera de Sadio Mané en Europa. El hombre que dotaba de competitividad el fútbol de Klopp, aquel que hace menos de un año era una superestrella, se iba por la puerta de atrás a su anticipado retiro de oro. Es la última muestra de lo frágil que es el estrellato en el mundo del fútbol. Con encadenar una mala decisión y una pizca de mala fortuna, estás fuera. No esperan a nada ni a nadie. Por ello, aunque su carrera pueda olvidarse como su contribución en el legendario 4-0 del Liverpool al Barça en 2019, conviene recordar que pasó. El fútbol, como la vida, es un abrir y cerrar de ojos. Es mejor disfrutar lo que se pueda antes de que se acabe. Y si no, que le pregunten a Mané.