Algo está cambiando en la CONCACAF, confederación dominada con puño de hierro por México desde principios de siglo, pero en una crisis evidente a día de hoy. Especialmente en torno a la selección nacional. Los principales problemas están en torno al pobre desarrollo en cuanto a metodología, las malas prácticas en categorías juveniles, una falta de formadores, el mercado tan inflado que hay en la Liga MX y lo mal estructuradas que están el resto de divisiones. Este es nuestro diagnóstico, con las opiniones de algunos expertos en la materia.
🇺🇸 EE.UU. desbanca a México en CONCACAF
En la otra cara de la moneda, la selección de Estados Unidos atraviesa un momento dulce dentro de los límites de CONCACAF. Con la única excepción de la Copa Oro de 2023, el combinado estadounidense es el que mejores resultados ha cosechado en cada una de las competiciones que ha disputado durante los últimos tres años: en el Mundial de 2022, en la Copa Oro de 2021, en la Nations League de 2019/2020, en la de 2022/2023 con un equipo plagado de jugadores pertenecientes a clubes locales y en la 2023/2024, que acaba de finalizar con otro éxito rotundo para el USMNT.
Eso por no hablar de que en el ámbito de clubes se ha roto el monopolio mexicano en la Concachamipons, la máxima competición continental. Seattle Sounders ganó la edición de 2022 para terminar con los 16 entorchados consecutivos de un equipo mexicano y Los Angeles FC han sido finalistas en dos de las cuatro últimas ediciones, lo que no deja de ser una prueba más de que algo está cambiando al otro lado del charco. Y, por si fuera poco, Canadá crece también a pasos agigantados y saca más jugadores de élite que México de un tiempo a esta parte.
🇲🇽 La crisis del fútbol mexicano
Para conocer las entrañas del deporte más seguido del país le pedimos su opinión a Memo Navarro y Pepe Del Bosque, periodistas que siguen el panorama futbolístico mundial desde México. Estos relatan lo pasional que resulta el fútbol allí, aunque el primero de ellos argumenta que el deporte mexicano tiene un enfoque diferente al de la Europa Occidental: «A los ciudadanos de México les gusta mucho el espectáculo y se lo toman con fines lúdicos; pero no tanto el juego en sí, como por ejemplo sucede de este lado del Atlántico con Brasil o Argentina, que son países en los que la gente de a pie identifica con mayor naturalidad los aspectos del juego o los roles de un futbolista».
Memo añade que otros de los principales hándicaps están en que «la mayoría de clubes son muy reticentes a implementar metodologías diferentes, falta innovación. Hay excepciones en la élite como Pachuca, Santos, América y ahora también Atlas, pero son casos aislados». Por su parte, Pepe sostiene que «la estructura del fútbol mexicano siempre le da prioridad al resultado o al factor económico a corto plazo, que al proyecto deportivo a la larga». Dos situaciones que no le sacan el máximo partido al fútbol nacional de clubes y que, al trasladar sus jugadores a la selección, también desemboca en el retroceso competitivo que vive hoy en día el ‘Tri’.
México ha sido tres veces finalista del Mundial sub-17 y ha ganado dos, pero el objetivo en categorías inferiores es muy cortoplacista, tal y como explican ambos periodistas. Pepe describe que «faltan formadores de nivel y se les paga muy mal, por lo que el de la sub-13 quiere dirigir al de la sub-15, después a la sub-17 y así sucesivamente», para tratar de labrarse su futuro. Al menos, económicamente. Memo agrega que en México se prioriza el resultado sobre el desarrollo del jugador, y eso a la larga pasa factura. Comparte que «los técnicos de categorías inferiores estén muy mal pagados, por lo que estos buscan ganar títulos para poder ascender de puesto, que es lo que valora la mayor parte de los directivos. No son formadores a tiempo completo, ni siquiera. Hay recursos para utilizar, pero los dirigentes no tienen una visión a largo plazo. En parte, por lo bien que se vende en el corto».
Este es otro de los problemas, la inflación en el mercado del fútbol mexicano. Los clubes son muy potentes en términos económicos, en cuanto a precios de los traspasos y también de salarios. «Por eso es muy difícil exportar jugadores a Europa, incluso a los equipos más humildes de las ligas punteras», apunta Memo. «Es llamativo también como algunos equipos mexicanos de primera división prefieren incorporar a un argentino, ecuatoriano o brasileño, en vez de apostar por el producto nacional procedente de la segunda categoría. Los traspasos más sonados del país se dan entre equipos de élite. De hecho, esto influye en la proyección de los chicos, a los que retienen siendo muy jóvenes en la Liga MX, porque cuentan con la garantía de que en unos años van a recibir buenas ofertas de otros clubes locales. No necesitan vender».
En este sentido, el caso de Diego Lainez es paradigmático, porque tras probarse por fin en Europa y llegar con un gran cartel al Betis, bautizado como la gran perla generacional del país, defraudó en su estancia en la liga española y terminó por volver a la Liga MX. Ese es el camino fácil, que lleva a bastantes futbolistas a acomodarse. «Además, quienes van a Europa y regresan, ya cuentan con un hype desmedido por el hecho de ser internacional y tener experiencia en una liga de mayor cartel, por lo que les realizan ofertas muy difíciles de rechazar, con un sueldo descomunal», describe Memo.
Pepe y Memo terminan con una crítica a lo mal estructurado que está el sistema mexicano. Para Del Bosque, es un problema que la Federación Mexicana de Fútbol no sea autónoma. «Depende de los dueños de los equipos de la Liga MX, y eso hace que todo esté condicionado al rendimiento inmediato, por no hablar de que no hay ascensos ni descensos». Navarro añade que, dada esta situación, a la Liga Expansión, que es la teórica segunda división sobre el papel, no tiene mucho sentido llamarla así. Eso, y que «más abajo es un desastre: está la Liga Premier, que es como la tercera; una cuarta que paradójicamente se llama Tercera División…»
«Las condiciones en esos clubes de divisiones inferiores es deplorable, porque no cuentan con reflectores, ni con las herramientas ni las instalaciones para que el jugador se pueda desarrollar de la forma ideal. No tiene nada que ver con los actuales sistemas de España, Inglaterra, etc. Si hubiera una mejor estructura, los juveniles podrían testarse en el fútbol profesional y crecer, en lugar de quedarse en primera con muchas menos oportunidades que lastran su proceso final de formación», concluye Memo Navarro.