Fútbol internacional

Neymar Jr. deja Europa entre la decepción y la incomprensión

Este titular podría valer para describir tanto el probable estado de ánimo de Neymar Júnior, tras la que parece que será su despedida definitiva de Europa, como para el espectador que vio llegar, crecer, florecer, divertirse, sufrir y marchitarse al que algunos consideran el mejor regateador de la historia del fútbol. Palabras mayores. Aunque, para gustos, colores. Y, para sibaritas del balompié, sus gambetas. Para lo bueno y lo malo, considérese como espectáculo o provocación, el fantasista brasileño Neymar deja un legado imborrable antes de unirse al proyecto de Al-Hilal, que servirá para establecer una infinidad de comparaciones de cara a los nuevos talentos que nos brinde esta disciplina. Neymar es un símbolo, más que una superestrella. Un villano, más que el superhéroe que nos prometieron.

😳 ¿Ha fracasado Neymar en Europa?

Para la mayoría, ha sido así. Las expectativas lo condicionan todo. La Real Academia Española define fracaso como «malogroresultado adverso, suceso lastimosoinopinado y funesto, caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento». Visto así, lo de Neymar tiene bastante de fracaso, las cosas como son. Por mucho que la palabra nos quede grande cada vez que la empleamos. Era impensable, pero la realidad es que ‘Ney’ se marcha sin haber, ni siquiera, luchado por un Balón de Oro, y habiendo levantado una sola Champions dentro de un Barça que no trascenderá como «el Barcelona de Neymar». Como mucho, el de la MSN, que conformaron Messi, Suárez y Neymar. In that order, para la mayoría.

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Desde luego que esto no entraba ni en los pronósticos menos halagüeños de sus peores haters hace una década, cuando en julio de 2013 cambió el Santos brasileño por la Ciudad Condal. Era un proyecto de futbolista histórico, llamado a entrar en el Salón de la Fama como uno de los más grandes. Y, salvo giro de 180 grados, prácticamente nadie le considerará ya como tal. Porque, para más inri, hizo enemigos en cada ciudad con un altavoz futbolístico en la que estuvo. La disciplina tampoco fue su mejor aliada y la irreverencia siempre estuvo a la orden del día. Dentro y fuera del campo. Neymar ha sido alegre e imprevisible. Uno de los que no sabías por dónde iban a salir. De los que generaban expectación real, que no es poco en los tiempos que corren. Fue divertido, sí, pero, ¿se equivocaría otra vez?

🤦 ¿Cuánta culpa tiene Neymar?

He aquí uno de los dos grandes peros en la carrera de Neymar Júnior. En que, para muchos, no escogió bien su camino. Ni por el cómo, ni, sobre todo, por el dónde y el cuándo. Al ’10’ de la ‘Canarinha’ le perseguirá siempre la frase de «vivió a la sombra de Messi en el Barça y, cuando estaba ya para sentarse en su trono, se fue a París para vivir a la sombra de Mbappé». Desde luego que, visto con perspectiva, eso también tiene mucho de verdad. Aunque, a su favor, hay que decir que ni daba la sensación de que en 2017, cuando Neymar se marchó al PSG por 222 millones de euros (traspaso más caro de la historia), Leo fuera a dar el bajón necesario como para que Neymar comiese en su mesa; ni de que Kylian se fuera a convertir en la persona más influyente de toda Francia, como lo ha hecho recientemente.

Tal vez, se le pueda achacar no fichar por un Real Madrid que le quiso desde el día 1. Aunque tampoco podemos borrar a Cristiano Ronaldo de la ecuación, que no deja de tener solo dos años más que Messi. Y, cuando eres el segundo plato un día, es complicadísimo que pases después a ser el principal. Sea como fuere, eso fue una decisión de Neymar, acertada o equivocada solo lo sabrá él. Que no haya sido nunca el mejor jugador del mundo de manera sostenida (sí el más desequilibrante), tal y como cabría esperar, no significa que no lleve diez años como pieza clave de los equipos en los que ha estado. En todos. En Barcelona, como gregario de banda para desequilibrar a propios y extraños a las órdenes de Luis Enrique, mayoritariamente. En Brasil y París, como el director de orquesta interior que le cambiaba el ritmo, la dirección y el sentido a los ataques de sus equipos.

Neymar y la cuesta de febrero: ¿cuántas lesiones van ya?

Neymar ha evolucionado y mucho en Europa. Supo ser cola de ratón (o esqueleto, si se entiende la metáfora) y cabeza de león. Solo que, para la mayoría, el éxito del PSG y sus jugadores se resume en sus participaciones en la Champions. Y eso no es problema de Neymar. En ese escenario, dejó noches para la posteridad en el Nou Camp, y si no que le pregunten al propio PSG de Unai Emery. Dejó también otras de ensueño vestido de parisino, y si no que le pregunten a la Atalanta o el Bayern, que le sufrieron en su pick. El otro gran pero, del que algo de culpa sí tiene Neymar, fue verse lesionado o mermado físicamente en tres de cada cuatro primaveras. En el tramo clave de la temporada.

Sufrió lesiones de todo tipo, que le apartaron del lugar que le correspondía por habilidad. Musculares, que se debería reprochar; y contusiones, en las que la culpa se reparte. Su problema nunca fue de calidad, ni tampoco de cantidad; sino más bien de puntualidad. Neymar llegó tarde, o pronto, según se mire, a casi todos los sitios en los que estuvo. El timing siempre será su peor enemigo. Incluso, que las mencionadas lesiones. Esas que, para algunos, se buscó; y que, para otros, se encontró sin venir a cuento. En primavera, año tras año. Difícil no recordar también la entrada de Zúñiga, en pleno Mundial de 2014. Cuestión de opiniones. De ahí que Neymar se despida como una de las figuras más controvertidas del planeta fútbol. En eso sí ha sido el mejor. O el peor. La mirada lo es todo en su caso… Y él siempre tuvo devoción por ser tu villano favorito.

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