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La enésima caída a los infiernos del Leeds United

El Leeds United es un club que, por más que en Inglaterra se diga que solo es querido en Elland Road, trae buenos recuerdos al aficionado. Ya sea con aquel Leeds que a principios de siglo «vivió el sueño» (palabras de su presidente Peter Ridsdale cuando la entidad quebró en 2004) o con el reciente bloque que se formó alrededor del trabajo de Marcelo Bielsa y Víctor Orta, es indudable que el Leeds es uno de los grandes del fútbol inglés. Eso sí, sus derrotas son mucho más numerosas que sus aciertos. Como si llevase una maldición encima, el Leeds siempre acaba cayendo por causas propias o ajenas. Actualmente, como si fuese un día más del bucle temporal en el que están metidos en el oeste de Yorkshire, se acercan a un descenso que da la razón a aquellos que creen en los fantasmas del club. Y es que su salvación, como si fuese el remate de un chiste macabro, depende de ‘Big‘ Sam Allardyce.

⏳  Allardyce y el día de la marmota en Leeds

No se puede engañar a nadie, pues al aficionado del Leeds le gusta su nuevo entrenador. Sus mayores triunfos llegaron entre los 60 y mediados de los 70, con Don Revie y su ‘Dirty Leeds’ (o ‘Super Leeds’, depende de si preguntas en Elland Road o no). Aquel equipo era el apogeo del estilo que abandera Allardyce, basado en un juego defensivo, directo y físico. Por ello, cuando se hizo oficial la salida de Víctor Orta de la dirección deportiva y de Javi Gracia en el banquillo, los whites estaban contentos. Llega un hombre que les recordaba que cualquier tiempo pasado fue mejor, aunque no hay ningún equipo que se haya salvado por quedarse estancado en sus triunfos pretéritos.

Mural a las afueras de Elland Road con los integrantes del Leeds de Don Revie

Allardyce no engaña a nadie: es un tipo que hace competitivos a equipos con escasos recursos. Su carrera siempre ha estado ligada a conjuntos de la parte baja de la tabla, aunque tuvo una corta experiencia como seleccionador inglés. Le echaron por recibir comisiones de inversores externos, algo totalmente prohibido por la Federación inglesa. Esa claridad de ideas marca bandos muy fácilmente, y lo que estaba construyendo el Leeds de Andrea Radrizzani no estaba de lado de ‘Big Sam’. Desde que llegó el italiano, trataron de modernizar el club, alejarlo de ese día de la marmota. Solo Don Revie con su ‘Dirty Leeds’ y los excesos en la entrada del siglo XXI consiguieron romper el bucle. Con Orta como director de fútbol y los cimientos que construyó Bielsa, decidieron refinar el gusto por la intensidad que hay en Elland Road. Querían ser intensos, sí, pero desde la presión y un fútbol más activo. Cambiaron la forma de fichar y de proceder, como si fuesen Bill Murray tratando de actuar bien para escapar del día de la marmota. El problema es que el bucle en Leeds siempre pesa más.

🇦🇷  Sin remontar el vuelo desde la salida de Bielsa

Aunque contar con Allardyce en el banquillo parece la decisión de un club sin nadie al volante, es cierto que el crédito se le ha ido agotando a Víctor Orta. El madrileño se labró una reputación a base de grandes fichajes con un presupuesto bajo en Championship, demostró el buen ojo de su equipo y los jugadores que llegaron con el ascenso a Premier tampoco estuvieron mal. Formaron un tándem en el que Bielsa pedía jugadores con características muy específicas y la dirección de fútbol conseguía dar con ellos, el noveno puesto del Leeds United en su temporada de regreso a la Premier League hablaba bien de su trabajo conjunto. Pese a ello, ‘El Loco’ también es una bomba del tiempo en sí mismo. Su locura, por mucho que dé beneficios, cansa rápido a los jugadores. La ingente cantidad de lesiones musculares a inicios de temporada era un indicativo de que la plantilla tenía poca gasolina para afrontar un año largo. Puede ser que llegase tarde la decisión, pero el Leeds decidió prescindir del rosarino antes de que se consumase el descenso.

Poco queda del sello de Bielsa en el Leeds.

El nuevo técnico sería Jesse Marsch. Formado en la cantera Red Bull, era una declaración de intenciones hacia donde apuntaba el club. Bielsa sentó las bases y, sobre ese sudor, podrían construir su permanencia en la Premier League tras 16 años de ausencia. Consiguieron salvarse después de una última jornada taquicárdica. Arrancaba un mercado de fichajes en el que tocaba reinventarse. Llegaron buenas ofertas por Kalvin Phillips y Raphinha que facilitaron esa reestructuración. Los fichajes apuntaban hacia esa intensidad entendida de otra manera, con el talentoso Brenden Aaronson o Marc Roca. Las primeras jornadas daban la razón a Orta y su equipo, pues la plantilla parecía más compensada que en la temporada anterior. Todo marchaba bien, por lo que tocaba uno de esos reveses clásicos en la historia del club

😢  El exceso de confianza, una vez más

El mayor problema de esa apuesta tan decidida del Leeds es que hay que ser muy bueno para que funcione. Y si bien la plantilla tiene jugadores para ello, no siempre sale. Es un constante 50/50 en el que todo puede saltar por los aires; y esa confianza generada al principio no ayudó. Fueron pasando las jornadas sin poder cantar victoria. Hasta se dio la peculiaridad de que había más primeros ministros ingleses (tres) que victorias del Leeds (dos) entre agosto y diciembre del 2022. Se destituyó a Marsch y se intentó fichar a Andoni Iraola. No cuajó. Llegó Javi Gracia, alguien que daría más empaque al equipo sin perder de vista el rumbo del proyecto. Tampoco salió bien. Ese error fue el que sentenció a Víctor Orta a ojos de Andrea Radrizzani y Angus Kinnear, CEO del club.

El italiano es un hombre de negocios respetado y no podía dejar que el Leeds se hundiese por mucho que confiase en Orta desde el principio. Necesitaba responsables ante el desastre. Si no hubiese tanta igualdad entre quién es peor en la zona baja de la tabla en Inglaterra, los whites estarían descendidos. Aún están con vida, pero su calendario (Newcastle, West Ham y Tottenham) hace ver que se acercan peligrosamente a los cuidados paliativos. Radrizzani pulsó el botón del pánico y apostó por un entrenador que va a seguir jugando a lo suyo por mucho que su plantilla le pida otra cosa. Lo peor es que, si se salvan, todo ese esfuerzo por salir del bucle quedará en nada. Y es que, hace relativamente poco, pude saber de buena mano que desde el Leeds se veían con fuerza para negociar traspasos con los grandes. Había infraestructura, dinero y proyecto para intentarlo. Con ese volantazo de estilo que representa Allardyce, pase lo que pase, no quedará nada más que esperar a ver como un gigante vuelve al infierno.

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