O lo amas, o lo odias. Como la pizza con piña, el whisky o los filetes de hígado. Así es Zlatan Ibrahimović, un competidor sin igual, con personalidad volcánica y unos atributos futbolísticos de videojuego. Un futbolista difícilmente replicable, que a sus 41 años nos ha dejado huérfanos. Se retira la leyenda que vistió nueve camisetas diferentes en el ámbito de clubes, que hizo 573 goles en 988 partidos y que ganó 32 títulos.
🤨 Un trotamundos con final inesperado
La trayectoria de Zlatan ha sido cuanto menos peculiar. Uno de esos futbolistas, como Andrea Pirlo, Cristiano Zanetti, Edgar Davids, Patrick Vieira, Leonardo Bonucci o Roberto Baggio, que han jugado en los tres gigantes de Italia: Juventus, Inter y Milan. En su caso, in that order. La otra cuestión que pocos comparten en su currículum fue su decisión, y las aptitudes que lo posibilitaron, para irse a Los Angeles Galaxy en 2018 y volver a la élite en 2020. De nuevo, al Milan, el que probablemente sea su club más querido junto al Malmö, en el que comenzó una carrera de 24 años como profesional.
Zlatan Ibrahimović jugó la 2009/2010 en el Barça de Pep y compartió ataque con Messi, Thierry Henry, Bojan o Pedro Rodríguez. Salió por la puerta de atrás por discrepancias con el staff.
🥋 Karateka de pequeño y futbolista de mayor
A decir verdad, su trayectoria y carácter, políticamente incorrecto, no ha sido lo único extraordinario en su acepción de atípico. También, sus características como futbolista. Dominante en el cuerpeo y los duelos como pocos, veloz al espacio, e increíblemente ágil y creativo como para dejar boquiabierto a cualquier aficionado con especial gusto por la plasticidad.
#OnThisDay in 2004…
There’s only one Zlatan. 😍 pic.twitter.com/MeZrIcqRfa
— AFC Ajax (@AFCAjax) August 22, 2019
Capaz de tirar una docena de recortes perfectamente coordinados en el área, con sus 195 centímetros de estatura y poco más de 20 años; así como de ejecutar, con más de tres décadas a sus espaldas, una de las chilenas más espectaculares e inverosímiles en la historia de esta disciplina llamada fútbol. Esta última le dio el Premio Puskás a mejor gol del año. Lo lógico es que estas definiciones las hubiera dibujado al revés, de joven la de mayor, y de mayor la de joven, pero Zlatan escapa a toda lógica. Sus inicios como luchador de artes marciales hicieron que desarrollase una habilidad mayúscula en movimientos casi sin precedentes en este deporte, pero tremendamente eficaces. Tenía recursos para dar y regalar.
Estocolmo, 14 de noviembre de 2012. El mejor gol de los ¡CUATRO! que Ibrahimović le convirtió a la Inglaterra de Roy Hodgson es el último. Si ya solo pensar en hacerlo es difícil, imagina intentarlo… y que te salga. Así de bueno es Zlatan. pic.twitter.com/QxSP6mDeR6
— David Mosquera (@renaldinhos) November 13, 2021
🇸🇪 Máxima leyenda en Suecia
Además de todo lo anterior, no es muy osado afirmar que Zlatan Ibrahimović es el jugador más importante en la historia del fútbol sueco. Es más, seguro que él mismo se ha definido así en algún momento de su vida. Prepotente por naturaleza y con la calidad necesaria como para justificar su chulería, ‘Ibra’ puede presumir de ser el máximo goleador (62) de todos los tiempos en su país y el cuarto que más veces (122) ha vestido la elástica del combinado escandinavo, solo por detrás de Kim Källström, Sebastian Larsson y Anders Svensson.
¿Hay algún jugador internacional más veterano que Ibrahimović?
Lo más llamativo de todo es que, al igual que sucedió en el fútbol de clubes, la inspiración le volvió en plena crisis de los 40 y decidió regresar a la selección en 2022, después de retirarse al finalizar la Eurocopa de 2016. En su segunda etapa como internacional disputó seis encuentros que no sirvieron para que los suyos se clasificaran para la fase final del Mundial de Catar. Entre su debut con la absoluta y su último encuentro pasaron más de 22 años. Longevidad, carisma y ganas de cerrar bocas hasta que le idolatrase hasta el mismísimo Pep Guardiola, que salió tarifando en su momento con él, nunca le han faltado.
