El Atlético de Madrid necesitaba resarcirse tras perder contra el Elche, y vaya que si lo hizo. Venciendo a Osasuna con una goleada inapelable (3-0), los de Simeone le meten presión al Real Madrid en la lucha por el segundo puesto de la clasificación. Puede que este no sea el golpe definitivo en su lucha contra sus vecinos, pero sí es una muestra de que, de cara a la próxima temporada, los rojiblancos han vuelto.
➕3⃣❤️🤍 pic.twitter.com/RgFDMHQ074
— Atlético de Madrid (@Atleti) May 21, 2023
🎯 La poca puntería evitó la goleada del Atlético en la primera parte
El Metropolitano estaba a reventar en el que es el penúltimo partido de la temporada de los rojiblancos ante su público. Eso sí, esta vez era un poco más especial. Las gradas estaban repletas de jóvenes, pues era el Día del Niño. Algunos de los que estaban allí presentes estaban viendo, por primera vez en su vida, a su equipo en directo. El Atlético de Madrid tenía que salir a impresionar, a llevarse el aplauso de los que llenarán el estadio en el futuro. Osasuna, como si fuese un espectador de lujo, vio de cerca el vendaval ofensivo de los locales. Poco importaban sus ansias clasificatorias para entrar en Europa, ya que los de Simeone habían puesto la maquinaria a máxima potencia. Solo las posiciones antirreglamentarias de Morata y el palo evitaron el llegar al cuarto de hora de juego con un 2-0 en el marcador.
Todo este vendaval no era, ni mucho menos, fruto de la presencia de tantos niños en la grada. Era solamente un incentivo más, pues este Atlético de Madrid funciona increíblemente bien sin necesidad de estímulos externos. Tanto es así que la primera parte de la temporada molesta de más, surgiendo la pregunta de donde estaría este equipo si hubiese tenido el nivel actual el resto de la temporada. Solo hubo un jugador que se libra de esa incómoda cuestión: Antoine Griezmann. Ha sido el mejor de principio a fin, y su partido ante Osasuna no podía ser menos. De sus botas salió el gol a Ferreira Carrasco, regalándole un remate a puerta vacía, y pudo salir alguno más. Quizás no le den el premio, pero cada partido es la confirmación de que es el mejor jugador de esta temporada en el fútbol español. Entre tanta fiesta, solo quedó el lunar de la lesión de Álvaro Morata. No todo podía ser perfecto.
🌪️ Poco pudo hacer Osasuna
Los rojillos, después de estar persiguiendo la sombra de Griezmann durante 45 minutos, agradecieron el paso por el descanso. Pese a que habían mejorado en los últimos compases de la primera mitad, Jagoba Arrasate era consciente de que necesitaban más para igualar el partido. La salida de vestuarios ayudó a que por fin se reconociese a ese Osasuna que ha enamorado a propios y extraños esta temporada. Se estaban viniendo arriba, mirando a los ojos a ese tornado rojiblanco que tanto les atormentó hace unos minutos. La cosa es que este Atlético de Madrid 2.0 nunca dejó de ser un Atlético de Madrid de Simeone. Y eso, cuando un partido se está igualando por lo futbolístico, ya se sabe que implica.
Necesitaban un gol para cortar la sangría, pero fueron lo suficientemente inteligentes como para aguantar el arreón de sus rivales. Así, Rodrigo De Paul arrancó, filtró un balón (con ayuda de un rebote, todo hay que decirlo) y encontró a Saúl Ñíguez. Como en aquellos tiempos en los que era el mejor prospecto de centrocampista en Europa, reventó la escuadra tras llegar de segunda línea. Su celebración, como no podía ser de otra manera, fue poniéndose el balón entre su abdomen y la camiseta. Por una cosa u otra, no podíamos olvidarnos de que se celebraba el Día del Niño en el Metropolitano. Los rojiblancos habían capeado el temporal un día más.
Para terminar de cerrar un partido redondo del Atlético de Madrid, faltaba la guinda del pastel. Un balón desde la zaga le llegó a Griezmann en tres cuartos. Como si tuviese ojos en la nuca, vio que su movimiento habilitaba a De Paul, habiendo arrastrado a dos defensores rojillos. El argentino, una vez más, se podía vestir de asistente. No sería esta vez Saúl, sino su compatriota Correa el que recibiría el pase al hueco. Definió con un tiro raso, sin demasiados alardes. Puede ser que un gol por la escuadra con un chut lejano hubiese impresionado más, pero este Atlético de Madrid prefiere hacer jugadas para un público más selecto. Con ello, no tardó demasiado el árbitro en pitar el final. Los tres puntos se quedaban en casa para el regocijo de la parroquia local, siendo ya una costumbre de los suyos tras el Mundial. Estos, quien sabe, pueden ser vitales de cara a lo que viene, porque vuelven a ser segundos y meten presión al Real Madrid. Sea como fuere, este Atlético se sabe capaz de conseguir llegar lejos. Puede que esta temporada no, por supuesto, pero para la siguiente el listón está muy alto.