El Barcelona inauguró su particular nueva era en la Champions League con un amargo sabor de boca, al caer derrotado (2-1) ante el AS Monaco en una noche para olvidar. Lo que prometía ser un debut ilusionante se convirtió rápidamente en una pesadilla, marcada por errores individuales, especialmente el de Ter Stegen, y una expulsión temprana, la de Eric García, que condicionó todo el encuentro.
🇲🇨 El Barcelona se asoma al abismo en Mónaco
La tormenta perfecta se desató apenas transcurridos 10 minutos de juego. Marc-André ter Stegen, habitualmente (¿o no?) un pilar bajo los palos, protagonizó un pase arriesgado que puso en aprietos a Eric García. El defensa, presionado por Minamino, no tuvo más remedio que derribar al japonés, y vio la tarjeta roja más prematura en la historia del Barça en esta competición. Primer día, primer lío.
Con un hombre menos y 80 minutos por delante, el equipo de Hansi Flick se vio obligado a replantear su estrategia. Sin embargo, el Mónaco, dirigido por un inspirado Akliouche, no tardó en capitalizar su ventaja numérica. El joven atacante monegasco se coló por la banda derecha y, tras deshacerse de Pedri, batió a Ter Stegen con un disparo ajustado al palo corto.
El Barça de Flick y Lamine se mira frente a frente con los mejores
Cuando el partido parecía cuesta arriba para los blaugranas, emergió la figura de Lamine Yamal. El prodigio de 17 años, convertido ya en el faro de esperanza culé, demostró por qué es considerado una de las joyas más brillantes de La Masia. Con una jugada individual de pura magia, Yamal se deshizo de su marcador y clavó el balón en la red. Así, igualó el marcador y escribió su nombre en los libros de historia como el segundo goleador más joven del Barça en Champions, solo por detrás de Ansu Fati.
El gol de Yamal insufló ánimos a un Barcelona que, contra todo pronóstico, comenzó a dominar tramos del partido pese a su inferioridad numérica. Balde rozó el segundo tanto antes del descanso, pero el larguero se alió con los locales para mantener la igualdad.
📉 Una segunda mitad para volver a la realidad
La segunda mitad fue un ejercicio de resistencia para los catalanes. Hütter, técnico del Mónaco, movió sus piezas e introdujo a Golovin, en busca de aprovechar los espacios que inevitablemente dejaba el Barça. Ter Stegen, en su particular montaña rusa emocional, alternó paradas salvadoras con nuevos errores en la salida de balón que mantuvieron en vilo a la afición culé.
El golpe definitivo llegó de la mano de Ilenikhena, que aprovechó un despiste defensivo para batir a Ter Stegen y decantar la balanza a favor de los monegascos, al mismo tiempo que batió el récord de precocidad de Kylian Mbappé. El Barcelona, exhausto y sin ideas, trató de reaccionar con la entrada de Ansu Fati, quien regresaba tras un año de ausencia, pero fue demasiado tarde.
Esta derrota deja al Barcelona con la sensación de que los fantasmas europeos de las últimas temporadas siguen acechando con la misma bravura de siempre. La nueva Champions arranca con viejos problemas para un equipo que, pese a los destellos de calidad de sus jóvenes estrellas, sigue sin encontrar la fórmula para imponerse en el escenario continental.
Una vez más, el Barça ve cómo sus aspiraciones europeas comienzan con el pie izquierdo. En esta ocasión, culpa de su líder, capitán y jugador más experimentado. El único que ha vivido y aprendido de los traumas pasados. Aquel encargado de calmar y no de enervar. Con siete partidos por delante en la fase de grupos, el Barça deberá demostrar que esta derrota es solo un tropiezo y no el inicio de otra temporada de decepciones en la competición que tantas alegrías le dio en el pasado.