Si Ancelotti hubiese podido, con otro fondo de plantilla y cambios ilimitados, seguramente hubiese hecho alguna sustitución más al descanso en la final de la Supercopa. Pero la realidad es que solo hizo uno y fue, nuevamente, para retirar del campo a Eduardo Camavinga. Un futbolista que llegó a Madrid con 18 años y unos atributos especiales que le hicieron ser uno de los mejores revulsivos de la Champions League 2021/2022. Sin embargo, en el 1-4-3-3 de Carletto, con comportamientos y un rol diferente al que desempeñó en el 1-3-4-3 del Stade Rennais de Julien Stéphan, sus limitaciones también están cada día más diferentes. Porque Camavinga, que evolucionará, es un centrocampista muy definido pese a su corta edad. Peculiar y espontáneo, pero definido.
☕ Le sienta mejor el café que la tila
En el caos, Eduardo se lo pasa mejor que los niños de párvulos cuando la profesora de plástica saca las témperas y los punzones. Es un alumno rebelde como él solo, para lo bueno y para lo malo. Anárquico, pero con el don de la improvisación por bandera. Tal vez, heredado en el dorsal ’12’ en el que aún habita el espíritu de Marcelo. ¿A quién se le ocurriría tirar un autopase con la cabeza en una semifinal? A Marcelo desde luego sabíamos que sí, ahora está testado que a él también. Y le han salido esa y otras filigranas poco ortodoxas, sin que estéticamente sea algo que invite a recomendable. Camavinga tiene conatos de ilusionista, el reto ahora es asumir que muchas veces, más vale hacer bien el truco de adivinar la carta, que el de sacar un conejo del sombrero a la remanguillé.
Como revulsivo, en partidos rotos, Camavinga es el rey de espadas. De los mejores centrocampistas para agitar escenarios reñidos. Ahora bien, cuando toca madurarlos o pausarlos, más bien pinta en bastos. Él necesita decidir por impulso en mitad de la tempestad y no desde la calma. La ventaja es que lo primero lo hace realmente bien, no solo para atacar con el dinamismo que le caracteriza, también en fase defensiva. En posicional tiene desconexiones o le falta rigor; mientras que para morder, interceptar o realizar coberturas por inercia, acierta mucho más.
🚘 Urge tunearle con otros retrovisores
Otra de las grandes particularidades del jugador nacido en Angola, es la diferencia entre su juego de espaldas y aquellas acciones donde pueda ver el fútbol de cara. No se puede alegar que no tenga un control orientado dañino o diferentes recursos técnicos, imaginativo, incluso, en algunas ocasiones, como para sortear a su par cuando está encimado. Atreverse, se atreve. Más de la cuenta, a veces.
El principal hándicap aquí está en su irregularidad técnica, que no es lo mismo que falta de la misma. Y en la interpretación de las jugadas. Cuando recibe de cara, es mucho más fiable que cuando ve a Courtois de frente. En gran parte, por esta cuestión se explica que en la base, como mediocentro de recorrido —no como ancla posicional—, haya rendido mejor de forma sostenida que al actuar como interior, por mucho que tenga un motor privilegiado para ir y volver, o un disparo de media distancia con posibilidades de empatarle alguna sesión de tiro a Fede Valverde.
🪨 La pedrada lateral
En realidad, estas características son bastante comunes entre jugadores de su edad. La descripción entra dentro de los estándares habituales. Es más peculiar por forma, que por fondo. Y también es llamativo que tanto Ancelotti, que de improvisar posiciones o reconvertir futbolistas sabe latín, como Deschamps, lo han probado como lateral izquierdo. Eso también funcionó. En todo caso, hay que cogerlo con pinzas, porque fue un recurso muy puntual en partidos como el del Sheriff Tiraspol en el Santiago Bernabéu o en la final del Mundial contra Argentina. Ambientes de remontada, en el fútbol caótico que ha poseído a Camavinga.
El proceso está claro, ‘Edu’ necesita un pequeño exorcismo para optimizar su fútbol. Pequeño, porque se agradecería que le dejase unas cuantas secuelas de su actual modus operandi. Bienvenido sea lo imprevisible y divertido. Aunque en su justa medida.