El titular se presta a ironía. Pero el caso, en realidad, no tiene ninguna gracia, como se verá a continuación.
El deportista italiano Antonio Tiberi se encuentra en el medio de una gran polémica tras haber salido a la luz la sentencia por la que se le condena a una multa de 4.000 euros como consecuencia de haber matado a un gato en San Marino.
Tiberi no es precisamente un especialista en alguna modalidad de tiro deportivo. Es un ciclista del equipo Trek Segafredo; una joven promesa de 21 años que en 2019 fue campeón del mundo de contrarreloj júnior y, en 2021, ya como profesional, tercero en la Vuelta a Hungría.
Una mera prueba…
Los hechos ocurrieron el 21 de junio del año pasado, pero no han trascendido hasta ahora, que es cuando se ha conocido el fallo de la Justicia de San Marino, país en el que reside Tiberi.
El italiano se compró una escopeta de aire comprimido y, para poder probar su alcance, no tuvo mejor ocurrencia que disparar desde su ventana a un gato que paseaba por la acera de la calle del frente.
No era un animal cualquiera, sino un felino que había sido adoptado por Federico Pedini Amati, ministro de Turismo y Correos de San Mario. El gato recibió el impacto en el cráneo y murió al instante. Y su propietario denunció seguidamente el hecho.
Tras el juicio, los magistrados han impuesto al ciclista una multa de 4.000 euros. En realidad, la sanción no deja de ser un alivio para él, ya que se enfrentaba a la posibilidad de hasta una pena de cárcel.
En efecto, según el Código Penal de San Marino, “cualquier persona que torture o mate animales sin necesidad puede ser castigada con arresto domiciliario o multa en segundo grado», (…) «la muerte de un animal causada por crueldad o sin necesidad se castiga con una pena de prisión de cuatro meses a dos años». Tiberi se salvó de consecuencias mayores y más graves porque, durante el juicio, mostró su arrepentimiento y declaró que su intención no era matar al gato.
No obstante, es preciso reconocer que las palabras que pronunció en el juicio resultaron un tanto ambiguas. Juzgue el propio lector: “Mi intención era simplemente medir la capacidad de tiro del arma; tanto es así, que en realidad apunté a una señal de tráfico»…, pero «reconozco también que traté de darle al gato… y, para mi sorpresa, le di de verdad, pero no tuve intención de matar al animal; de hecho, estaba convencido de que el arma no era letal”.
Postura del equipo
Poco después de la sentencia, el Trek Segafredo emitió un comunicado en el que condenaba el acto, mostraba su conformidad con la sentencia y aseguraba que no conocía estos hechos, que son contrarios al código de conducta del equipo.
Además, el club ha informado de que Antonio Tiberi será suspendido de sueldo por un mínimo de 20 días y que cantidad correspondiente será donada a una organización dedicada al cuidado, protección y rescate de animales.
Por añadidura, el equipo no permitirá que el ciclista corra en el Trofeo Laigueglia, en la Tirreno-Adriático y en la Milano-Torino.
Por último, ha reiterado su decepción por el comportamiento de su corredor y no descarta tomar más medidas en el futuro.
Las redes arden y piden más medidas
En esa última posibilidad que deja abierta el equipo, puede influir el hecho de que la sentencia y el comunicado no parecen ser suficientes para satisfacer las protestas públicas que se han producido.
Más que comprensiblemente, muchas las personas han manifestado su indignación a través de las redes sociales, porque consideran que las sanciones aplicadas no están a la altura de la gravedad del delito.
Algunas solicitan que el Trek Segafredo despida a Tiberi, ya que el maltrato animal es un comportamiento muy grave, que no está en ningún caso justificado y que compromete directa y muy negativamente la imagen del equipo y de su patrocinador. Otras van aún más lejos y piden que se le retire al ciclista el derecho a residir en San Marino.
Otro caso reciente
El caso de Tiberi recuerda poderosamente al de Kurt Zouma, jugador del West Ham United, quien subió recientemente a las redes sociales un vídeo en el que se le veía maltratando a sus gatos.
La polémica fue tal, que su equipo perdió a dos de sus patrocinadores más importantes. Además, Zouma fue multado con 250.000 libras y 180 horas de trabajos comunitarios y su patrocinador, Adidas, rescindió unilateralmente su contrato con el jugador.
Los gastos, por fortuna, fueron rescatados por una organización protectora de animales.
Y es que, más allá de la descripción estricta de estos hechos, se da en ellos una compleja mezcla de deporte, normas disciplinarias internas, leyes de protección animal, imagen pública de clubes y patrocinadores, y los “valores” que se considera que debe proyectar socialmente un deportista.