GP MONACO LECLERC
🏎️ Fórmula 1

Charles Leclerc aguanta y consigue ser profeta en Mónaco

Dicen que nadie puede ser profeta en su propia tierra. Charles Leclerc, monegasco, tenía el sueño de darle la vuelta al dicho que le perseguía desde que entró en la Fórmula 1. Ya había ganado en cinco Grandes Premios, pero nunca lo había hecho en Mónaco… Hasta hoy. Mientras que no se despega del debate sobre si es lo suficientemente bueno como para ser el primer piloto de Ferrari, él ya ha cumplido. Oscar Piastri y Carlos Sainz le acompañaron en el podio; Verstappen terminó 6º, y Alonso 11º.

🏆​ El Leclerc más conservador ganó en Mónaco

La estrategia de Ferrari era clara: tenían que bajar el ritmo de la carrera al máximo. Y es que, si hay un Gran Premio que permita estas mañas, es el de Mónaco. Las calles del Principado debían jugar a favor de la escudería italiana para defender la pole position que consiguieron el sábado. Leclerc sabía que le iba a tocar defender, y que Carlos Sainz (que salió tercero) debía jugar un papel fundamental para cerrar su ventaja. Así, nada más comenzó la carrera, el ritmo bajó en picado. Cuanto menos pasase, menos opciones había de quemar sus neumáticos duros, lo que acercaba a Ferrari a la victoria.

Verstappen intentó avanzar posiciones. Si había alguien que podía firmar una remontada imposible, ese era él. Durante toda la carrera, luchó contra todo el mundo que tenía por delante, pero no hubo manera. A cada vuelta que daba en Mónaco, más imposible parecía mover el statu quo que había impuesto Ferrari. No dieron margen ni a que ocurriese un golpe de suerte que cambiase el guion que ya estaba escrito.

Fernando Alonso estuvo, una semana más, muy lejos de estos juegos de poder en la zona noble de la parrilla. Al menos, en Mónaco, se quedó cerca de puntuar. No obstante, la 11ª posición sabe poco al asturiano. La famosa ’33’ se diluye poco a poco, quedando mucho más lejos que hace un año. Quizás, con algo de fortuna, Aston Martin emplea el aprendizaje de estas semanas en seguir creciendo. Lo que está claro es que, como en Emilia-Romagna, Mónaco se siente como una oportunidad perdida.

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