Rafael Nadal acaparó los focos en Madrid, como siempre. En esta ocasión no por partir como el favorito —papel que asumió sin éxito su compatriota Carlos Alcaraz—, sino porque afrontó su última participación en la capital. Sin embargo, con casi 21 años menos, se consolidó sobre este escenario Mirra Andreeva, una tenista rusa que irrumpió hace exactamente doce meses y que ahora, bajo la tutela de Conchita Martínez, empieza a meter miedo.
Con 17 primaveras recién cumplidas logró inmiscuirse entre las 8 mejores del torneo en la capital, aunque en Roma, esta semana, la española Paula Badosa le haya apeado a las primeras de cambio. Es cuestión de tiempo que reclame su lugar en el top ten y se erija como una candidata en los Grand Slam. Pinta bien, tanto como para superar los éxitos que consumó su compatriota María Sharapova. Dentro, y fuera de la pista, donde ya ha cerrado contratos importantes con firmas como Nike. Ella, de momento, se centra en el tenis, donde emerge como el último talento precoz.
Andreeva, una precocidad que asusta
Precocidad y tenis femenino van de la mano. No sorprende tanto vislumbrar a jóvenes figuras pugnar por altas cotas, porque ha sucedido de forma recurrente. Hingis alcanzó el número uno a los 16 años, Seles a los 17 y Graff o Sharapova a los 18. Más reciente es el caso de Coco Gauff, que hace casi un lustro —tiene ahora 20 años— se convirtió en la más joven en ganar un encuentro en Wimbledon desde 1991. La estadounidense aún persigue el sueño de alzar un major, después de haber disputado dos finales.
Ese camino es también el que recorre Andreeva. Hermana de Erika, Mirra no goza de un físico imponente (1,71 metros), ni falta que le hace: va sobrada de carácter y ambición. «Sé que Djokovic ha ganado 22 Grand Slam, así que yo quiero ganar 25 si es posible», comentó a principios de año. La arcilla es su superficie preferida, donde emergió en 2023, con solo 15 años, jugando eventos menores por la prohibición de la WTA, que establece un número máximo de competiciones a las menores para evitar su castigo físico y mediático.
«Sé que Djokovic ha ganado 22 Grand Slam, así que yo quiero ganar 25 si es posible»
Andreeva, desde entonces, se ha convertido en la tercera jugadora más joven en ganar un encuentro en un WTA 1000 y en la segunda más rápida en tumbar a una Top 50 en un evento de estas características. También sabe lo que es derrocar a una de las 20 mejores tenistas del circuito. Con 17 recién cumplidos, está ubicada en el puesto 40 del ranking y presenta un balance profesional de 87 victorias y 24 carreras. Una anomalía en el circuito, por mucho que aparezcan diamantes frecuentemente.
De hecho, el reto de la rusa ahora es encontrar continuidad, algo que no sucede tan asiduamente entre las féminas. Conseguir que sus victorias dejen de ser una sorpresa para convertirse en algo normal, aunque no lo sea. Mantenerse, después, será lo complicado. Pero para ello ha elegido a Conchita Martínez de entrenadora. La española, ya demostró su aptitud en este cargo tras elevar a lo más alto a una Garbiñe Muguruza a la que inculcó un tenis más estable.
El tenis femenino necesita figuras regulares que conecten con el público. La rivalidad entre Swiatek y Sabalenka promete… pero por detrás viene desatada Andreeva, que ya este año podría convertirse en aspirante a todo. Su proyección en la pista, como es lógico, no ha pasado desapercibida para las marcas.
¿Más futuro comercial que Sharapova?
La rusa ha generado más de un millón de euros en su breve carrera. Sin embargo, mucho más importante es el contrato que le une a Nike, con quien firmó en 2022. Un acuerdo que, muy probablemente, tendrá pronto una renovación al alza si la marca estadounidense quiere retenerla. Actualmente, en el top ten, se encuentran representadas otras marcas como Adidas o Asics y, pese a que la firma estadounidense también tiene en sus manos a Sabalenka, Andreeva es un talento que no puede perder.
Sobre todo porque Rusia es un escaparate de lo más interesante, con casi 150 millones de habitantes. María Sharapova se erigió en un icono en su época, tanto por su tenis en la pista, como sus dotes para posar fuera de ella. Se estima que la siberiana se embolsó a lo largo de su carrera más de 250 millones de euros, gracias a contratos con marcas como Head, American Express, Nike o Porsche. Andreeva, sin ser tan comercial —de momento—, puede aprovechar las altas cifras del mercado para generar más de lo que ingresó su compatriota. Para ello deberá cerrar multitud de alianzas en los próximos meses, algo que a buen seguro sucederá.
Su exposición en redes sociales, algo que también valoran ahora mucho las empresas, ha pasado a ser notable. Nadie la conocía hace un año y ahora tiene casi 200.000 seguidores. Está lejos del millón de Paula Badosa, pero si mantiene la inercia que ha seguido hasta la fecha y enlaza un par de torneos sobresalientes, no tardará en disparar sus followers. Ha nacido una nuevo estrella rusa, para el temor de sus rivales y el bien del tenis femenino, que puede empequeñecer lo que en su día obró Sharapova. Y eso es mucho decir.