Una extensa nómina de tenistas ha irrumpido con fuerza en el circuito WTA en la última década. Persistentes o efímeras. Ajenas a la presión o esclavas de sus propios éxitos. Campeonas, al fin y al cabo. La asignatura pendiente de casi todas ha sido sostenerse en ese lugar de privilegio. Unas han caído en el olvido; otras se han dado una segunda oportunidad. Este último caso es el de Belinda Bencic. Tras un periplo castigada por las lesiones, vive otra juventud a sus 29 años, con el objetivo primordial de alzar un Grand Slam.
La homóloga de Roger Federer llegó de un plumazo al circuito. Empezó 2014 fuera del top 200 y lo cerró entre las 35 mejores tenistas del mundo, con victorias de prestigio —ante Svitolina, Errani o Kerber, entre otras—. Un año después ganó su primer Premier Mandatory en Canadá. A principios de 2016 figuraba en el top ten. Estaba llamada a pelearlo todo, pero no era su momento. La presión, la falta de confianza y las lesiones la apartaron de la élite durante tres años.
Pero Bencic no fue otro «caso Bouchard». La suiza, tiempo después (2019) recuperó su mejor versión, con un tenis más consistente. Esa misma temporada alcanzó la penúltima ronda en el US Open —su mejor resultado hasta la fecha en un major—. Dejó de ser una incógnita si podía estar arriba. La pregunta pasó a ser si Bencic aspiraba a algo más que ser regular en sus resultados.
La respuesta de Bencic llegó en 2021 con el oro olímpico en Tokio. Nadie la colocó entre las candidatas y tuvo un camino más que propicio —evitó a Swiatek, Muguruza, Osaka, Svitolina…—. Sin embargo, este éxito mayúsculo no ha silenciado unos números pobres para una tenista que durante más de un lustro se ha ubicado entre las diez mejores. La helvética, al margen de esa medalla, presume únicamente en sus vitrinas de dos Premier Mandatory y seis WTA 500.
Todavía arrastra esa losa. En un circuito donde impera la equidad —con permiso de Swiatek—, cualquiera puede apearte del cuadro, por más incluso que atravieses un momento de inspiración. Bencic lo estaba en el Abierto de Australia este año hasta que se topó con Aryna Sabalenka. La bielorrusa, finalmente campeona, la pasó por encima con un tenis directo, sin apenas errores.
Bencic lo tiene todo para ganar un Grand Slam
Bencic, lejos de entrar en depresión, debe pensar que al fin ha llegado su momento. El nivel exhibido en su primera semana en Melbourne no es flor de un día, como esos destellos de antaño. La experiencia adquirida se palpa sobre la pista. Su tenis empieza a generar pánico entre sus rivales. Ha disputado tres torneos en 2023 y ha ganado dos —Adelaida II y Abu Dhabi—.
Ons Jabeur, Pegula, Caroline García… muchas tenistas de su generación están ahora en el pico de su carrera, inmersas en el top ten, resistiendo al empuje de jóvenes como Coco Gauff. Ella está a tiempo de librar esa última batalla, para no caer en remordimientos el día de su retirada. Solo tiene una asignatura pendiente: ganar un Grand Slam. Y parece cuestión de tiempo.