Genie Bouchard ha sabido rentabilizar el fugaz éxito de su carrera. Es una de las figuras más reconocidas del circuito, pese a que ha levantado un solo título en catorce años como profesional. Portada de revistas, imán para las marcas… la canadiense ha exprimido su imagen para ganar una fortuna fuera de las pistas. O en ellas, cuando se ha tratado de exhibiciones. Todo se fraguó por el simple —y complejo— hecho de alcanzar una final de Grand Slam con solo 20 años.
💥 La explosión de Bouchard
La canadiense no ha sido un talento precoz como Martina Hingis o Cori Gauff, pero con catorce años había sumado sus primeros puntos. En 2012 —con 18 años— cerró el curso en el puesto 144 del ranking. Dos años más tarde era la cinco del mundo. Su salto no pasó inadvertido para nadie. En Wimbledon, su estilo agresivo se impuso al tenis paciente de Halep y Kerber. Solo Kvitova, en la final, pudo frenarla.
No fue flor de un día. Meses antes había ganado su primer —y único— título en la arcilla de Núremberg. En Roland Garros, sobre esta misma superficie, puso contra las cuerdas a María Sharapova en la penúltima ronda. Bouchard era la reencarnación de la rusa, un nuevo icono para el tenis femenino. El mundo había vislumbrado a una joven carismática que empezó a sumar un ejército de seguidores en sus redes sociales.
〽️ Un éxito fugaz
Difícil, por aquel entonces, imaginar que Bouchard no volvería a cerrar ningún año entre las diez mejores del mundo. La presión de las elevadas expectativas asfixió a una tenista que prestó demasiada atención a lo que había generado fuera de las pistas. Ni un solo título en los últimos ocho años. Su peso en el circuito se ha desvanecido hasta el punto de cerrar 2022 fuera del top 300. La retirada sería la salida más viable para la canadiense, que ha intentado retomar su nivel sin fortuna. Pero, a la vista está, no le compensa colgar la raqueta.
💰 Un imán para marcas y torneos
Bouchard suma casi 2,5 millones de seguidores en Instagram, una cifra que supera a campeonas —Garbiñe, Halep, Pliskova y Swiatek, entre otras—. Esto le ha servido para convertirse en una de las figuras más deseadas independientemente de su rendimiento deportivo. La canadiense ha posado para para revistas como Sport Illustrated o Flare.
Su extensa nómina de patrocinadores le llevó a ser, durante varios años, una de las deportistas mejor pagadas según Forbes. Eso sí, desde hace un lustro no figura en esta prestigiosa revista. Usana, Colgate, Aviva, Babolat… numerosas marcas dejaron de acompañarla por su bajo rendimiento. Sin embargo, Bouchard ha encontrado consuelo en otras firmas como New Balance, que le dan la exclusividad que ella reclamaba en el circuito.
Bouchard también ha sido un atractivo para los eventos. Justificar una invitación es complicado, pero cuando se trata de exhibiciones siempre figura su nombre. Da igual que sean en Europa o en Hawái. Su última cita, Dubái. Estos días se celebra la World Tennis League, un torneo amistoso en el que comparte cartel con Paula Badosa o Caroline García, que atraviesan un momento dulce en su carrera.
La gran incógnita es si, a sus 28 años, está lista para algo más que torneos ITF.
❓ ¿Volverá Bouchard a su mejor versión?
Bouchard siempre ha estado en el centro de las críticas por el escaso interés que ha prestado a su carrera. Una alimentación poco cuidada —según las imágenes que ella misma muestra en Instagram— y más pendiente de las fotos que de sus rivales. Sin embargo, hasta 2018 estuvo entre las 100 mejores del mundo. Eso requiere un mínimo de implicación. Entre tantas entrevistas y colaboraciones con marcas, la canadiense ofrece muestras de sus intensos entrenamientos. Ella no quiere renunciar al tenis. Y, si le pone empeño, solo con su talento debería estar mucho más arriba.