No es real o al menos no lo parece. Carlos Alcaraz va camino de refrendar lo que dejó entrever en un 2022 de ensueño: es el elegido que ejercerá su tiranía la próxima década. Desde que Rafa Nadal pasó de promesa a realidad fue imposible vislumbrar a alguien capaz de tomar su testigo. El murciano —siento aventurarme demasiado— lo tiene todo para afrontar ese complejo reto. En un contexto diferente —sin el big three—, con menos repercusión, pero con la misma trascendencia en la historia.
Lo de Indian Wells roza el absurdo. Carlos Alcaraz, lastrado, otra vez, por una lesión muscular en su pierna derecha, no entró en faena esta temporada hasta hace poco más de un mes en Buenos Aires. Ganó en Argentina, donde su principal escollo fue Cameron Norrie, el mismo que se vistió de verdugo una semana después en Río de Janeiro. El español aterrizó en California con ese balance de 8-1, con dudas por sus altibajos y con la incertidumbre de cómo respondería ante retos mayúsculos. Despejar esta incógnita fue cuestión de días.
Carlos Alcaraz pasó por encima de Félix Auger-Aliassime y Jannik Sinner —entre otros—, dos tenistas llamados a marcar época. Y derrocó a un intratable Daniil Medvedev, que se presentó en la final con una racha de 19 victorias y tres torneos en el bolsillo —Rotterdam, Doha y Dubái—. Nadie en su camino ha conseguido arrebatarle un solo set al español. Ni el cambio de superficie, ni la escasa preparación fueron un contratiempo para un niño que, además de exhibir los valores que tanto ha representado Rafa —sacrificio, humildad…— también comparte su talento.
Hallar un resquicio en el tenis de Carlos Alcaraz es complicado. Medvedev no tuvo su día. O, más bien, frente al español pagó cara esa desconexión que ante otros rivales como Zverev no le supuso ningún contratiempo. El murciano no solo le pega duro a la bola. Sabe leer el partido. No le asustó lanzarse a la red tras el primer servicio o cambiar su esquema para cortar el ritmo del ruso, incómodo siempre sobre la pista.
Con la victoria frente a Medvedev, el español sumó su octavo título en el circuito. De paso, recuperó el trono a costa de un Djokovic que no pudo competir por su negativa a vacunarse de la covid-19. Para retener el cetro Carlos Alcaraz necesita reconquistar Miami. Un objetivo que para otro sería irreal, pero que para él se torna en una posibilidad más que factible. Porque el murciano no entiende de límites. Supera a la ficción. Sus números así lo corroboran.
Carlos Alcaraz, el niño que pulveriza récords
El deporte es una mezcla de talento, sacrificio y actitud, pero también es cuestión de números. Si bien estos deberían evaluarse al final de una trayectoria, en el caso de Carlos Alcaraz sirven de contexto para dimensionar cómo de grande es su figura con 19 años. El tiempo dictará si sus registros quedan en algo anecdótico o si le sirven para discutir con Djokovic, Nadal o Federer quien es el GOAT del tenis. Para eso resta mucho, pero ha empezado a labrar —y de qué manera— su camino.
En 2022, el año de su explosión, logró varios hitos. Algunos difícilmente repetibles. El murciano se convirtió en el campeón más joven en dos de los nueve Masters 1000 —Miami y Madrid—. Nadie había ganado el US Open a tan temprana edad desde Pete Sampras (1990), ni un Gran Slam desde Rafael Nadal en 2005. Carlos Alcaraz se erigió también en el número uno más precoz, y en el primero en ganar siendo tan niño a Nadal y Djokovic. Esta pasada semana, a este hilo de hitos le ha añadido dos: el más joven en alcanzar los 100 triunfos desde McEnroe y el tenista que a más temprana edad ha conquistado el triplete americano —US Open, Indian Wells y Miami—.
Carlos Alcaraz sumó su primer punto ATP con 14 años. Desde entonces ha quemado etapas a ritmo de récord. Ha suscitado la atención de rivales, que presagiaron —con buen tino— que el murciano no tardaría en estar arriba, algo de lo que nunca dudaron sus espónsores —Nike, Babolat, Isdin, Rolex…—. La vida del español ha dado un giro de 360 grados en poco tiempo sin que le pase factura a su cabeza. Ajeno a la presión y bajo la tutela de Juan Carlos Ferrero, su futuro transmite esperanza.
El camino es solo suyo, las comparaciones son odiosas… pero el debate está abierto. No solo con Nadal a nivel nacional, también con Djokovic o Federer en esa eterna discusión —imposible de resolver— sobre quién es el mejor de la historia. Una lesión, la irrupción de otro talento… el futuro es tan desconocido como cambiante. Pero la realidad —aunque parezca ficción— a día de hoy, es que Carlos Alcaraz es otro prodigio de esos que no deberían emerger cada tan poco tiempo.