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🎾 Tenis

El misterioso futuro de Nick Kyrgios

Una lesión de rodilla frenó a Nick Kyrgios, que acudía al Abierto de Australia con el cartel de candidato. Cerca de cumplir 28 años, su futuro es una incógnita. El aussie siempre planteó un adiós temprano y su menisco podría acelerarlo todo. Un hipotética marcha que se producirá más pronto que tarde, que dejará otro interrogante entre el aficionado al tenis: ¿hasta dónde pudo llegar? No cambió el orden establecido, pero si influyó en el circuito. Aquel chico que se erigió en promesa en 2014 da sus últimos coletazos.

🎾 Kyrgios, el mayor talento de la última década

Pudo ser una tarde de verano cualquiera, pero el 1 de julio de 2014 cambió la vida de Nick Kyrgios. El australiano, con un ace, su mejor arma, expulsó a Rafa Nadal en los octavos de final de Wimbledon. Desde entonces nada ha vuelto a ser igual para el aussie. Pasó a ser el ídolo de una generación, el exponente llamado a acabar con el big four. La gente se agolpaba a su paso, merodeaban su casa y esperaba con ansia cada encuentro.

Pero Kyrgios no cambió el orden establecido. No fue ni la sombra de lo que pudo haber sido. En casi una década ha sumado siete títulos menores —cuatro ATP 500 y tres ATP 250—, con solo una final de Masters 1000 (Cincinnati 2017) y una última ronda en un major (Londres 2022). Ni siquiera ha pertenecido nunca al selecto grupo de los diez mejores. Y, sin embargo, absolutamente nadie en el circuito discute su talento. De hecho, en palabras de John McEnroe, no se ha visto nada igual en los últimos diez años.

El australiano, cuando quiso, pasó por encima de quien le dio la gana. Cerca de cumplir los 28 años, es uno de los tenistas con más victorias frente al top ten sin haber pertenecido nunca a él —solo superado por Feliciano López—. La gran incógnita es —y lo será siempre— hasta dónde pudo llegar con más interés. Porque la realidad es rotunda: Kyrgios nunca quiso jugar a tenis.

😠 Kyrgios, un chico malo

“Mi gran amor es el baloncesto, pero no pude seguir ese sueño”. Solo un año después de su meteórica victoria ante Nadal, Kyrgios esbozó esta frase que ha repetido más veces durante el transcurso del tiempo. El australiano no ama el tenis como otras generaciones. No vive esa lucha interna por progresar. Eso, aunado a una vida de excesos —afirmó en el documental Break Point que bebía todas las noches—, le impidió ser regular.

Por ello, consciente de los límites, asumió el papel de bad boy. Un tenista que no ha cambiado el tenis, pero que sí ha generado controversia. Un tipo peculiar, con sus auriculares en pista. Un hombre desgarrador, a plena voz cuando las cosas no marchan bien. Una furia que paga su frustración con sus raquetas. Una persona capaz de generar odio y admiración a partes iguales. En definitiva, un ser diferente con el que todo torneo desea contar. Y quién sabe si el aussie puede haber escrito su final antes incluso de lo que él imaginó.

🚑 Una lesión que le aparta… ¿para siempre?

Kyrgios siempre tuvo claro que no prolongaría su trayectoria en exceso. Hasta habló de un parón que le permitiese disfrutar de los suyos entre los 29 y 33 años. “Puede que vuelva con 33 años, con alguna invitación”, aseveró. Por eso, cuando se plantó en el Abierto de Australia 2022 con un ranking que casi le impide participar, muchos periodistas le cuestionaban sobre si sería su último major en su país natal. Él no lo negó, aunque a la postre vivió el mejor momento de su carrera —ganó el dobles junto a su amigo Kokkinakis—.

En este 2023, como casi siempre, estaba dentro de la nómina de candidatos. Sin embargo, una lesión de rodilla le obligó a renunciar al Abierto de Australia. El número 21 del mundo declaró estar “devastado”. No es grave. Según su fisioterapeuta, Will Maher, solo buscaron evitar “que se lesionara más o que empeorara”. Sin embargo, a tres meses de cumplir los 28 años y renqueante de la rodilla, la gran incógnita es si Kyrgios volverá al circuito o aprovechará para tomarse ese parón que siempre ha reclamado. Sea como fuera, Kyrgios se despedirá por todo lo alto. Porque, aunque no le guste el tenis, se ha divertido jugando. Y merece un último festejo.

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