Feliciano López camina hacia su último envite, a pesar de que con 41 años su talento todavía es capaz de desarbolar rivales. En Acapulco, en una pista más lenta de lo previsto, logró cosechar su primera victoria en singles desde noviembre de 2021. El toledano, con un ranking que no hace justicia a su tenis —fuera del top 1000— desbancó a Eubanks en dos mangas. En octavos no pudo con Frances Tiafoe. Quien sabe si ese triunfo, con su hijo Darío en la grada, ha sido el último de una extensa trayectoria.
Porque a Feliciano López, después de más de 500 victorias y casi 1.000 encuentros, le quedan pocos eventos por disputar. Suma cinco lustros como profesional —desde 1997— en los que ha sumado siete títulos individuales, seis de dobles —entre ellos un Roland Garros— y cinco Copa Davis. La despedida en Madrid, su segunda casa, era el plan trazado, pero se ha truncado. Eso de ser director del torneo y jugador a la vez no ha resultado ser tan sencillo.
El toledano probablemente elija Queen’s. Es un ATP 500 que ha conquistado dos veces en el pasado —2017 y 2019—. Pero, sobre todo, es su superficie fetiche. Feliciano López será recordado como esa excepción, como ese sacador nato en una época donde precisamente se le exigía mejorar en ese aspecto al resto de la ‘Armada’.
Feliciano López más allá del talento
En la hierba su revés cortado siempre ha hecho más daño y el saque-red por momentos ha desesperado a las mejores raquetas del mundo. Ese era su estilo. Muchas corrientes vocearon que Feliciano López era un tenista conformista al que le bastaba con exprimirse tres meses al año. Una frase que recuerda a eso de que Nadal solo sabe ganar en tierra batida. El toledano era diferente, más propio de otra época, con esa volea que tanto añora ahora el circuito. En Queen’s lo saben bien y, probablemente, también le brinden una wild card para que anuncie su adiós definitivo.
Su retirada será sonada en los diarios deportivos, pero también tendrá su hueco en la prensa rosa, aquella que ha propiciado que sin ganar tanto como otros su nombre sea más reconocible para una generación que incluso el de David Ferrer. Las victorias de Feliciano López hicieron ruido, pero sus líos amorosos también han ocupado portadas. Tanto o más que sus polémicos tuits. Al español le gusta expresar su sentir, aunque no sea del agrado de una gran parte de la sociedad.
Pero que nadie se confunda. Estos temas extradeportivos son meras anécdotas en la trayectoria de un tenista que ha labrado su fama en la pista a base de esfuerzo y sacrificio. Y compromiso, claro. Feliciano López ama el tenis, por mucho que otros se empeñen en pronunciar lo contrario. De ahí que sin haber acabado su trayectoria como jugador haya contribuido desde la dirección a transformar el Mutua Madrid Open en un evento con pinta de Grand Slam.
Es ese tenista al que España echará de menos cuando deje de ganar. Ahí se pondrá en valor lo que en esta edad dorada hicieron algunos tenistas —Verdasco, Ferrer, Carreño…— a los que Nadal hizo sombra. En su currículum presume de 79 Gran Slam consecutivos, algo que se ha normalizado cuando el 90% se retira sin ni siquiera haber disputado uno.
Feliciano López camina hacia el final. Una travesía dolorosa para cualquiera, que asumió en un 2022 donde sumó solo una victoria —en la fase previa de Queen’s, precisamente— en 17 envites. El tiempo pasa factura y, con 42 años, sobrevivir a otra generación es demasiado complejo. El triunfo ante Eubanks fue una inyección de moral, un regalo de despedida. Si ha sido el último o no se verá en los próximos meses. Respeto y honor a un tenista que solo se ha ganado amigos en el circuito.