La FIFA se acaba de ver envuelta en un incidente de sexismo a causa de una iniciativa que ha puesto en marcha en relación con los entrenamientos de arbitraje del Mundial Femenino que arrancará el próximo día 20 en Australia y Nueva Zelanda.
Según el Daily Mail, el segundo diario con más tirada del Reino Unido y el primero con más lectores, la División de Arbitraje de la FIFA habría enviado emails a varios clubes de fútbol de la ciudad de Sydney hace unos días solicitando “jugadores de sexo masculino mayores de 15 años y con un buen nivel futbolístico para las actividades diarias de entrenamiento” de los integrantes de los equipos arbitrales que van a intervenir en el torneo.
Estos entrenamientos se iniciaron el pasado domingo, 9 de julio, y se prolongarán hasta el día de la final, es decir, el próximo 20 de agosto. Según el medio británico, la FIFA comunicó que necesitaba unos 50 jugadores por día y que ofrecía unos 30 euros diarios a cada uno por trabajar en sesiones de dos horas y media de duración.
La evidencia de que la medida, de obvio e inequívoco talante sexista, no se debía a un error de redacción se puso de manifiesto, de acuerdo con el diario británico, cuando un club de Sydney envió a su equipo femenino para ofrecerse a participar en las sesiones.
“Nuestras deportistas fueron allí y, en efecto, comprobaron que sólo elegían a jugadores masculinos, adultos o jóvenes, para empezar los partidos”, han declarado representantes del club. “A nuestras jugadoras les dijeron que esperaran y que, en todo caso, serían suplentes. Después de dos horas sin que se les dejara participar, se fueron hartas de ser ignoradas”.
El incidente, cuya naturaleza sería de por sí rechazable en cualquier circunstancia, resulta aún más llamativo por haberse producido en relación con un Campeonato Mundial Femenino que la FIFA trata de aprovechar para dar un fuerte impulso al fútbol profesional practicado por mujeres.
En efecto, aunque el caso es totalmente inaceptable, sería injusto sugerir que es plenamente representativo de la actitud que la FIFA ha tratado de adoptar en relación con el fútbol femenino en este torneo.
La fuerte promoción internacional que ha hecho del Mundial, las medidas que ha adoptado para mejorar muy sustancialmente el tratamiento económico de las jugadoras, las fuertes críticas y presiones que ha ejercido sobre cadenas de televisión y empresas patrocinadoras para que incrementaran unas ofertas iniciales que resultaban desproporcionadamente bajas… son algunas de las loables iniciativas que ha emprendido en esta ocasión.
Sin embargo, este lamentable incidente —o la prohibición expresa por parte de la FIFA de que las jugadores lleven el brazalete de apoyo a los derecho del colectivo LGBTQ durante los partidos— prueba que, aunque los comportamientos sexistas se aprenden muy rápido y con singular eficacia, eliminarlos de manera real requiere mucho más tiempo y esfuerzo.