El Athletic sacará la Gabarra… 40 años después. La finalísima de la Copa del Rey se definió en los penaltis. Athletic y Mallorca llevaron al torneo del KO a su máxima expresión. El encuentro fue dinámico y táctico a partes iguales. Sorprendió Aguirre con su planteamiento atrevido y el Mallorca golpeó primero con un buen disparo de Dani Rodríguez en una jugada llena de rebotes. Nico Williams se puso al Athletic a sus espaldas. Fue el que más lo intentó y el origen de todo. Incansable, corrió, desbordó, festejó un gol anulado y asistió en el empate para Oihan Sancet. Ese tanto le sirvió a los suyos para venirse arriba, aunque los baleares se repusieron, sustentados en un Samú Costa omnipresente, y bajaron las revoluciones del encuentro hasta llegar a los penaltis. La suerte sonrió al Athletic. Impolutos en sus lanzamientos desde los once metros, los leones aprovecharon los fallos de Morlanes y Radonjić para llevarse su título más deseado. La vigesimocuarta Copa del Rey ya figura en sus vitrinas. Se rompió la maldición de seis finales perdidas para los rojiblancos.
👊 El Mallorca golpeó primero; el Athletic, después
Sevilla pasó de tener un color especial a un predominio del rojo, el blanco y el negro. Tras silbar el himno, y no precisamente como acompañamiento, el balón echó a rodar. El Mallorca sorprendió. No en ataque, donde el objetivo era buscar el juego vertical hacia Muriqi y Larin, pero sí en la presión. Aguirre dejó a un lado su estilo más amarrategui y su bloque bajo para soltarse en la presión sobre el Athletic, al menos de inicio. La apuesta por Darder en la medular fue una declaración de intenciones. Los vizcaínos intentaron asaltar la presión y el orden mallorquinista al sprint, con galopadas constantes de los hermanos Williams, sobre todo de Nico por la izquierda.
Costó bajar las revoluciones de lo que supone una final de Copa. Tanto como encontrar las fisuras en el plan mallorquinista. Gio González fue una de las claves del enfoque desenfadado de Aguirre. El uruguayo, carrilero diestro de corte defensivo, fue el encargado de saltar a la presión al hombre, sobre todo cuando recibía Yuri. Entendió el técnico mexicano del Mallorca que tenía que desactivar al lateral, para también llevarse parte del peligro de Nico Williams, el hombre más peligroso de los vascos. El extremo se puso al equipo en las espaldas y lo intentó de todas las formas posibles.
Una línea atrás, Ruiz de Galarreta entendió que tenía que dar un paso al frente ante la consistencia del Mallorca. Fue el termómetro del Athletic entre buscar disparos en largo, alguno puso en apuros a Greif, o filtrar pases entre la maraña de piernas rojas y negras. Sin embargo, los leones se encontraron a un equipo cargado de fe y de actos que se adelantó en una jugada embarullada en la que participaron Gio, Muriqi, Raíllo y Dani Rodríguez. Finalmente, fue el talentoso centrocampista quien puso la calma suficiente como para levantar la cabeza y ver el hueco en la esquina superior izquierda de la portería de Agirrezabala. Cuarto gol de la temporada del gallego, pero ninguno tan importante.
El Athletic, que había perdido sus seis finales anteriores, volvió a revivir viejos fantasmas. Aunque poco a poco se volvió a recomponer el equipo del ‘Txingurri’, como no, desde las bandas, su auténtica panacea. Desde la izquierda, Nico trenzó una jugada maravillosa que acabó con un disparo que besó la red, pero el pequeño de los Williams estaba en fuera de juego al recibir el último pase. Poco después, su nuevo intento acabó en el lateral de la red. El extremo volvió a demostrar que es la dinamita del Athletic que, por contra, vivió con apuros cada saque de esquina en contra. El Mallorca se llevó el primer asalto.
🤙 Nico es el origen de todo, los penaltis, el final
El Athletic cambió el chip en el segundo acto. Vesga entró por Prados y avanzó la velocidad del juego. Aunque todo se pudo ir al garete a los pocos segundos. Muriqi lanzó a Larin, que ganó a Vivian como un cohete, y Agirrezabala tuvo que mostrar reflejos para sostener a los vizcaínos. La respuesta rojiblanca no se hizo esperar y fue voraz. Nico, el origen de todo, rescató un balón y filtró un pase que solo vio él al interior del área para dejar a Sancet ante Greif. El internacional no falló y puso el éxtasis en La Cartuja.
El tanto del Athletic disparó las emociones y las revoluciones y llevó el duelo a su terreno de idas y venidas. El Mallorca reculó, obligado, y dejó su suerte a cazar una contra o una jugada rocambolesca. La pelota solo tenía un dueño y hablaba euskera. Aguirre frenó el chaparrón ‘sacrificando’ a Larin y Darder por Antonio Sánchez y Morlanes. Sacó su lado de ajedrecista maquiavélico para desnaturalizar de nuevo, esta vez desde la defensa, al Athletic. Samú Costa fue la extensión del mexicano en el campo. Todo volvió a lo que se preveía antes del encuentro.
Las tensiones y el esfuerzo empezaron a hacer mella. Dani Rodríguez, héroe mallorquinista en el primer tiempo, tuvo que dejar el terreno de juego por molestias. El Athetic perdió chispa y empezó a buscar el golpeo en largo como un recurso recurrente tras ver la reconstrucción defensiva de los baleares y el cansancio en las piernas. El olor a prórroga empezó a aparecer por Sevilla. El Athletic cambió el fútbol por el frontón, fiel a su cultura. Aunque la pared, en este caso, fue el Mallorca.
Valverde apostó por los veteranos Muniain y Raúl García que, en condiciones normales, no hubiesen tenido demasiado protagonismo. El primer envite de la prórroga dejó poco juego, muchas rampas y varios heridos. Unai Gómez estuvo en todas las batallas. Chocó de cabeza con Samú Costa y Muriqi. Se quejó más por la intervención médica que por los testarazos. Nico tuvo la final en sus botas en la segunda mitad del tiempo extra, pero Maffeo alargó el sueño del Mallorca enviando a córner. Agirrezabala también sostuvo al Athletic en un cabezazo de Muriqi, al que no le molestó su aparatoso vendaje. Los penaltis se cruzaron en el camino hacia la Copa. La épica de los once metros definió una final tremebunda en lo táctico y en el esfuerzo. La historia sonrió al Athletic. Morlanes y Radonjić fallaron. Los rojiblancos los marcaron todos y decantaron la final. 40 años después, la Gabarra espera a los vizcaínos.