La final de Copa del Rey puso punto y final a una maldición. El Athletic, cuatro décadas después, volvió a ganar el título que define su ADN futbolero. Por ello, antes del choque con el Mallorca, la expectación era máxima. Todo Bilbao (y el mundo en general, porque los bilbaínos nacen donde quieren) ansiaba estar en La Cartuja para vivir el desenlace de su maldición, pero no había entradas suficientes en su zona del campo. En ese punto entró en juego la pillería de unos cuantos athleticzales para estar en la final: iban a tomar el fondo mallorquinista. Andrés Basurto, aficionado del Athletic, fue uno de los afortunados que vio ganar a su equipo desde el sector contrario al que debería ocupar.
🏟️ «El 75% de La Cartuja era del Athletic»
La invasión rojiblanca de Sevilla estaba cantada. Era imposible que los mallorquinistas igualasen en número a los aficionados del Athletic. La RFEF cedió el 40% del aforo de La Cartuja (unas 20.800 localidades) a cada club, por lo se estimó que el 20% restante fuese athleticzale en su mayoría. Lo que no entró en los planes fue ver a tantos rojiblancos en el fondo que no les correspondía. «Hubo muchos aficionados del Mallorca que vendieron sus entradas, ya que ellos tenían más fácil conseguirlas», explica Basurto. Según confiesan desde el bando bermellón, muchos recibieron ofertas mastodónticas por su ticket para entrar en La Cartuja.
Para Andrés, la presencia de los aficionados del Athletic en la final de Copa podía hasta triplicar la de sus rivales. «A ojo, diría que hubo un 75% de athleticzales y un 25% de mallorquinistas», confiesa. Esta invasión, por suerte, no generó tensiones en lo que fue una fiesta. Él, como uno de los muchos que asaltaron el fondo de sus rivales, admite que no hubo problemas. Incluso afirma que, justo antes de los penaltis, los aficionados del Mallorca «se hicieron notar» ante la mayoría rojiblanca. El buen ambiente prevaleció en una noche de fiesta para el fútbol español.
Estaban juntos, pero no revueltos. El Athletic avisó a la seguridad de La Cartuja de la invasión de sus aficionados. Incluso emitió un comunicado en el que habló del tema. y llamaban a la tranquilidad de los suyos si iban al fondo que no les correspondía: no les iban a denegar la entrada pese a llevar símbolos del equipo contrario. Tal y como señala Basurto, les dejaron pasar, porque los encargados de la seguridad en la final de Copa llevaron a cabo una estrategia distinta. Iban a seccionar el fondo bermellón para crear otra grada rojiblanca. «Nos aglutinaron a todos en una parte de la grada para evitar problemas. Pese a no estar con el resto de la afición, fue como vivir el partido con ellos», recuerda.
👎🏻 Las reacciones de los mallorquinistas tras la final no fueron tan positivas
Lluc Campins, el aficionado viral del Mallorca que se recorrió media Europa por estar en la final de Copa, habló en sus redes sociales de la invasión. «No me parece bien lo que ha pasado. No es culpa de la afición del Athletic. El club tuvo que regularlo», comentó. La afición, en principio, apunta al mismo sitio. A favor del Mallorca hay que señalar que Son Moix tiene 23.000 butacas, que son pocas más que las que les cedía la RFEF para la final. Iba a ser casi imposible llenar todo el fondo de bermellones, y ahí entraron los aficionados del Athletic. Entre que el club no estuvo del todo acertado y que hubo ofertas difíciles de rechazar por una mísera entrada, se armó el caos.
Esta situación, aunque sea en un escenario diferente a la final de Copa, recuerda a lo que le sucedió al Barça frente al Eintracht de Frankfurt en 2022. Los alemanes tiñeron de blanco el coliseo culé, aprovechándose del poco interés que generaba la Europa League entre los abonados del Camp Nou. Fueron mayoría en un estadio ajeno y eliminaron a los favoritos a un título que, a la postre, ganaron ante el Glasgow Rangers en Sevilla. Desde entonces, el Barça avisa en su web cuando un usuario compra entradas en la zona local: no podrá entrar si va con distintivos del conjunto visitante. Dicha decisión generó debate en redes, pues limitar el acceso en función del aficionado tenía un conflicto claro contra la libertad del consumidor.
Lo que está claro es que fue una final de Copa del Rey sana. Así como señaló Basurto, no hubo incidentes y la fiesta del fútbol español transcurrió sin mayores problemas. El Athletic se proclamó vencedor para alegría de la mayoría de los asistentes a La Cartuja, y el Mallorca perdurará como un más que digno subcampeón en el orgullo de los bermellones desplazados. Para el recuerdo quedarán las imágenes de aquel día y posiblemente también un aviso a navegantes para el futuro: si los rojiblancos llegan a otra final, intentarán invadir una vez más el fondo contrario por el club de sus amores. Avisados quedan.