Mallorca Estocolmo.
⚽ Copa del Rey

De Estocolmo a La Cartuja con el Mallorca como hilo conductor

Nada más concretarse el pase del Mallorca a la final de Copa, hubo un terremoto a 2200 kilómetros del Reale Arena. El epicentro se encontraba en una habitación de una residencia de estudiantes en Estocolmo. Al ser un martes por la noche, era inimaginable que algo así podía pasar. ¿De dónde venía este alboroto? Lluc Campins, estudiante de física que está de Erasmus en la capital sueca, era el causante de todo. «Otra más de los españoles», debió pensar algún vecino somnoliento. Lo cierto es que, para desgracia de los estudiantes que se desvelaron, el griterío de Lluc estaba justificado. El equipo de su vida había hecho historia y él lo había visto desde el exilio. La viralidad en las redes sociales no tardó en alcanzarle. Ahora, con la final de Sevilla a la vuelta de la esquina, ya tiene lista su próxima aventura.

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❤️​​ ¿Quién no haría lo que hizo Lluc por su Mallorca?

Nada más coger el teléfono y felicitarle por el sueño en el que viven los bermellones, Lluc Campins no podía esconder su euforia. Aun así, le acompañaba cierta cautela por pura superstición. «Ni había mirado el día en el que se jugaba la final de Copa por no gafarlo. De hecho, unas amigas me dijeron de ir de viaje a Lituania por esas fechas y acepté, pero he tenido que cancelarlo por el Mallorca», confiesa. El subidón que le provocó el desenlace de la tanda de penaltis le hizo organizar un viaje que comenzará en Estocolmo y pasará por Málaga, Sevilla y Barcelona antes de regresar a Suecia. «Van a ser tres días de locos», dice.

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El penalti de Darder ya forma parte de la historia del Mallorca.

Para esos días, no tiene residencia en España, pero sí entrada para la final. Su plan era dormir en el aeropuerto, pero una oleada de cariño y buenas intenciones le ha hecho cambiar de idea. Varias personas que han visto su historia le han ofrecido quedarse en su casa para descansar y asearse. «Me han hablado aficionados del Mallorca y otros que no lo son para ofrecerme su ayuda. Ha sido un auténtico lujo recibir tanto apoyo, estoy muy agradecido», admite. Y es que, a fin de cuentas, ellos habrían hecho la misma locura que Lluc por su equipo. El vídeo de su reacción a la tanda de penaltis genera una reacción de lo más empática. Para él, fue uno de «los mejores días» de su vida. Todos, en algún momento, hemos vivido algo así con el fútbol como motor.

Esa energía que le generó la tanda de penaltis casi le provoca un disgusto. Sin embargo, no pudo importarle menos. Lluc se rompió hace tres meses el ligamento cruzado, por lo que no estaba para demasiados brincos eufóricos. O, al menos, eso creía. «Desde la operación no había pegado un salto así. No sé si esa felicidad es como una droga que provoca que no te duela nada, porque no me molestó la rodilla en los días posteriores», explica. A su cuerpo le dio igual la rehabilitación y todo lo demás, pues solo podía pensar en la final de Copa del Mallorca. ¿Cómo no iba a saltar con algo así?

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🏆 Dos décadas después, la historia puede repetirse

El Martínez Valero lleva más de dos décadas como un estadio especial para los bermellones. En 2003, el Mallorca ganó allí su única Copa del Rey ante el Recreativo de Huelva. Fue la tercera final copera de su historia, la que supuso su primer triunfo en la competición. Lluc Campins tenía un año por aquel entonces, por lo que todo lo que sabe de ese día ha sido a posteriori. La final ante el Athletic es la respuesta a todo lo que imaginó sobre la fecha más importante de la historia moderna de su club.

El Mallorca, bronco y copero por tradición, sueña con emular la gesta de 2003

Pensar en lo que puede pasar en la final es algo que queda lejos, más aún si se tiene en cuenta sus supersticiones. Pese a ello, Lluc Campins se atrevió a revelar su porra para el partido. «Creo que el partido acabará 0-0 e iremos a la prórroga. Acabaremos ganando 1-0», comenta. Al preguntarle por ese goleador que pasará a la historia del club, hay un nombre que aparece de inmediato en su cabeza: Abdón Prats. Sin embargo, el emblemático jugador del Mallorca provoca una pelea entre la razón y el corazón de Lluc. «Creo que jugará de inicio, por lo que no sé si llegará a la prórroga», se lamenta. Entonces, esa responsabilidad cae para el segundo de su particular lista. «Me gustaría que fuese Antonio Raíllo», sentencia. Dicho queda.

Si se cumple esa predicción y el Mallorca gana su segunda Copa del Rey ante el Athletic Club, tiene claro lo que viene a continuación. Javier Aguirre dijo aquello de «un whiskito y a dormir», y Lluc solo cumplirá la primera parte de la frase. Lo bueno es que, pase lo que pase en la Cartuja, tendrá motivos para celebrar. Para el aficionado de un equipo que ha llegado a caer hasta la Segunda división B en la última década, el poder estar en una final de Copa ya es un privilegio. El camino ya es la meta, especialmente si este empieza en Estocolmo. Desde el exilio de su Erasmus, ha conseguido que todos nos identifiquemos, aunque sea, un poco con él. Lluc, con su espíritu bermellón, ya ha ganado. Solo queda que pongan la guinda en el verde para cerrar un precioso cuento de hadas.

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