Champions - Real Madrid
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Carvajal y Vinícius agrandan la leyenda europea del Madrid

Imparable. Hegemonía. El Real Madrid es eterno en la Champions League. Ya suma 15 trofeos en la máxima competición continental, más del doble que el siguiente en la lista: el Milan (7). Dominador absoluto de finales, pues ha ganado de forma consecutiva las últimas nueve, la leyenda no tiene fin. Seis títulos desde 2014, uno más que el resto de ganadores juntos en ese periodo. La primera vez en Wembley; primera vez invicto en toda la competición. Nadie se lo explica, pero todos lo asumen. Solo ellos lo saben. El Dortmund también mordió el polvo. Pese a ser mejor, táctica y físicamente, el Madrid, acostumbrado a los sufrimientos más indeseables y a tener a un Courtois gigante, aprovechó el espacio minúsculo —a la vez que imperdonable— de los alemanes en el primer palo. Una mina de oro que Kroos y Carvajal explotaron hasta derribar el muro. Vinícius puso la guinda —y también el baile— para coronar al rey de reyes. La otra cara de la moneda, claro, es Terzić, que cayó con tanto honor como dramatismo en este juego de azar en el que siempre hay una cara triste detrás de la alegría madridista. Hablaremos de pizarras, movimientos tácticos y protagonistas, pero no de nadie que pueda con este Madrid y con un Ancelotti que suma su séptima Champions (dos como jugador y cinco como entrenador). Histórico.

🥵 Courtois modo 2022 pone freno a un Dortmund desatado

La final empezó con show, y no precisamente el de Lenny Kravitz, sino el de unos cuantos aficionados que saltaron al campo a exhibirse y a ser el centro de atención. Cosas de streamers. Pero el foco estaba en el verde. La batalla comenzó con los contendientes mirándose a la cara; sin favoritismos. Presiones asfixiantes que chocaban ante futbolistas sin miedo y con una osadía desbordada. Sabitzer se citó con la leyenda de Kroos, que quería dejar el último servicio para alcanzar la gloria antes de colgar la camiseta blanca. El alemán empezó virando a la derecha, viendo que sus compatriotas resistían con ayudas milimétricas para, en especial, apagar los fuegos que suele originar Vinícius.

Courtois - Dortmund - Real Madrid

Courtois fue clave en la primera mitad con sus intervenciones.

Courtois era otro de los nombres de la final. El héroe del 2022 en París. La oscuridad del Liverpool. Esta vez por la gripe de Lunin —¿o no?—, el belga se puso bajo palos por primera vez en esta temporada en la Champions League. No le pesó. Es más, si el amarillo de la camiseta Dortmund hubiese sido el red del Liverpool, muchos se hubiesen pellizcado y mirado el calendario para comprobar que no estábamos en 2022. Adeyemi se reencarnó en Salah, tanto físicamente como emocionalmente, pues terminó bloqueado y frustrado por el hacer del gigante de Bree en un par de ocasiones. Füllkrug se encontró con el palo, aunque todo era offside. Y Sabitzer rompió el balón; no las manos de ‘Tibu’.

El Madrid entró en su fase de descontrol habitual. Y aunque la desorganización nunca suena positiva, los blancos son únicos a la hora de hacer arte del caos. Los alemanes cortaron la capacidad de improvisación del equipo merengue, porque Terzić, 23 años menor que su némesis en el banquillo, le ganó el duelo táctico a Ancelotti. Asentó un latigazo a su equipo para que fuese valiente y corriera, aunque sin caer en el correcalles. Sabitzer, Emre Can y Brandt, con Sancho y Adeyemi desatados, fueron vitales para esa función. Al Madrid, que también tiene experiencia en eso de la «eneryía« se vio sobrepasado. Rodrygo, desaparecido; Bellingham, descolocado; Camavinga, superado; Kroos, asaltado; Valverde, cortado. Siempre tarde, siempre en el último momento. Pero con Courtois… y con el callo que tiene el equipo ante las adversidades. Lo mejor del primer tiempo fue el 0-0 en el marcador.

🕺 Jarana blanca en el primer palo

En este juego de acierto y error que es el fútbol, el Madrid se estaba salvando de la quema, lo que le dio margen para reajustar. El mensaje de Ancelotti fue claro: trabajo de Vinícius en defensa por su sector y una presión, con Bellingham y Valverde, más precisa para estorbar la salida de los alemanes. La otra solución, menos elaborada, fue buscar a ‘Vini’ con más ahínco. Los centros bombeados y las carreras eléctricas del brasileño volvieron a aparecer y fueron el preámbulo del gol.

Desde la esquina. Al primer palo. Ya habían avisado y calcaron la acción. La mina de oro estaba en el primer palo y, a la segunda, Carvajal, con su corto 1,73 metros, el más bajito del once, no perdonó. El canterano que puso con Di Stéfano la primera piedra de Valdebebas le abrió otra vez las puertas de la gloria con el primer cimiento de la 15ª. El único de los que tienen seis Champions —junto a Nacho, Modrić y Kroos— que ha sido titular en todas las finales.

 

El tanto dejó hundido, taciturno y desencajado al Dortmund. Como si los kilómetros de esfuerzo entregados hasta el momento hiciesen efecto de repente. El peso del cansancio llegó de pronto a las piernas de los borussersPara el Madrid fue al revés; el milagro de Carvajal devolvió las alas a aquellos que estaban siendo superados. Los alemanes empezaban a palidecer; los de Ancelotti olieron la sangre. Después de encontrarse con Kobel varias veces, Bellingham recibió un regalo y encontró a su amigo Vinícius, que se encamina con paso firme al Balón de Oro. ‘Vini’ culminó otro partido decisivo con su segundo gol en finales de Champions. El Madrid no necesitó más. Con poco ya es suficiente para los blancos. Solo quedaba despedir a Kroos con los honores que merece. Ancelotti le cambió y Wembley se vino abajo. El Madrid estaba a punto de tocar la gloria por decimoquinta vez. El inventor del torneo cierra otro ciclo glorioso: seis Champions en diez años.

Esta vez, al cielo se fue por Wembley. A la eternidad, siendo del Madrid.
¡Enhorabuena, madridistas!

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