En mitad de un fútbol cada vez más globalizado, con más viajes, más partidos, más minutos, mucho más rápido y con más jóvenes, todavía queda un reducto de futbolistas que destacan más por sus pies que por sus piernas. Del tiqui-taca con el que enamoró el Barça de Guardiola o la selección española entre 2008 y 2012, se pasó a la descomunal energía que desplegó el Liverpool de Klopp o la Francia de Deschamps. Como en la historia de la humanidad, el fútbol es pendulante. Sigue las corrientes de moda y se adaptan a un sistema inevitablemente ganador.
El Real Madrid no rehúye a este dogma. El propio Ancelotti no se cansa de repetir la palabra «eneryía» en su castellano particular para referirse a la intensidad de su equipo. Pero entre los Valverde, Tchouaméni, Camavinga o Rüdiger, jugadores de un claro corte físico, sobresale el nombre de Toni Kroos, ese tipo especial que lleva el mismo modelo de botas desde hace 10 años y que se empeña en acariciar el balón para que este vaya a la dirección que desea. Él siempre ha elegido su camino para todo. Y a sus 34 años ha decidido poner fin a su etapa en el Real Madrid y en el fútbol. El balón echará de menos a este jugador de esmoquin y corbata que desafió las leyes del tiempo bajo las líneas invisibles de sus pases.
Adiós a Toni Kroos, el director del mejor Real Madrid de siempre
😁 Kroos, el faro que más y mejor ilumina
Ancelotti dejó claras sus directrices al inicio del curso 2023/2024. La idea era romper la pareja de Kroos y Modrić que ha guiado a los blancos a tantos éxitos en los últimos años. Los dos centrocampistas han pasado de ser imprescindibles a ser habituales sospechosos. Aunque con el paso de la temporada se ha visto claramente que el alemán (3.009 minutos jugados) ha tenido un papel más relevante que el croata (2.227). Es cierto que Kroos no gana tantos duelos, no cierra como el mejor y no presiona hasta la extenuación, pero sigue siendo el gran estratega del equipo. El hombre que marca el ritmo y la pausa, el que elige el paso en corto o en largo. En eso no hay nadie que le pueda discutir. «Él maneja cómo va el balón, a qué ritmo jugamos. Jugamos en función de Toni Kroos», llegó a decir Casemiro cuando todavía era jugador del Real Madrid.
El centrocampista de Greifswald no ha hecho más que prolongar el gran estado de forma que exhibió el año pasado, donde sumó dos goles y seis asistencias. Este curso muestra unas estadísticas similares, con un gol transformado y nueve asistencias entre todas las competiciones. El último pase de gol fue en el encuentro frente al Deportivo Alavés de liga, aunque su mejor contribución fue en la ida de las semifinales de la Champions League frente al Bayern Múnich. En mitad del acoso bávaro fue el futbolista más lúcido y capaz de encontrar el hueco para poner a correr con peligro a Vinícius. Terminó el encuentro en Alemania como el jugador con más intervenciones (97) y como el que más pases dio (82). Solo falló tres.
Kroos es el tercer jugador del centro del campo que más pases realiza en el último tercio de las cinco grandes ligas europeas (312). En el torneo español no hay nadie mejor que él en ese aspecto y es el tercero en pases progresivos (272). Asimismo, es el quinto en la liga en pases clave (59), el octavo en porcentaje de combinaciones completadas con éxito (91,3%) y el noveno de toda la competición con más toques de balón (2,534). En la Champions League, es el que más pases en el último tercio del campo que da (106), mientras que destaca también en la distancia de sus envíos (5,400 metros), siendo uno de los mejores especialistas, solo por detrás del portero del Dortmund, Gregor Kobel (6,849).
El Madrid ha ganado mucho de sus partidos por la resistencia, sobre todo física, de sus jugadores. Pero hay algo innegable y es que donde no llegan los músculos, llega la calidad y la paciencia. Kroos parece un jugador conectado al terreno de juego. Controla las zonas, sabe dónde están los espacio libres, las debilidades del rival y casi siempre elige bien el destino de sus envíos. Aunque es invisible para muchos, sus aportaciones marcan la diferencia y eleva a cotas indescifrables la competitividad del Madrid, sobre todo cuando el equipo se expone ante sus rivales europeos.
🤔 Guardiola quiso mostrar su importancia en Alemania
El fútbol unió, aunque solo fue una campaña, a uno de los entrenadores más limpios y pulcros en la estrategia como Pep Guardiola y a uno de los jugadores más capacitados para entenderla como Toni Kroos. Fue en la temporada 2013/2014 en Múnich. El técnico catalán tomó el mando del Bayern y le dio las riendas al centrocampista. Era un momento en el que Kroos no tenía tanto reconocimiento, pese a ser ya un grandísimo jugador. En Alemania, más de uno se desesperaba ante sus constantes envíos en largo y lentitud en las jugadas. Para Guardiola, el teutón era ese futbolista perfecto en el control de la acción que ocurre entre las dos áreas.
El de Santpedor no pudo hacer cambiar la opinión de unos aficionados que vivían bajo las creencias de un fútbol de arremetidas incontrolables, ni tampoco pudo modificar la decisión de Kroos de dejar el Bayern Múnich una vez terminara su contrato. No ayudó la goleada que sufrieron ante el Real Madrid por 0-4 en la vuelta de las semifinales de esa edición de la Champions League. El centrocampista vio en la entidad blanca el club idóneo para ganar y para que valoraran su talento. 10 temporadas y 22 títulos después, Kroos es eterno en el Santiago Bernabéu y un extraño en la que un día fue su casa: «Ha pasado mucho tiempo, lo siento casi como un partido más fuera de casa», dijo el centrocampista sobre su última vuelta al Allianz Arena de Múnich.
Esa incomprensión en su país se ve claramente reflejada en el documental Kroos, que muestra varias declaraciones de su entorno más cercano hablando de que nunca se le consideró un futbolista explosivo, pero siempre iba un paso mental por encima de los demás. El fútbol necesita potencia, pero alguien tiene que ser el jefe. El encargado de plasmar la estrategia a seguir para tomar la dirección correcta. Y ese es el papel de Kroos, un burócrata del balón que va a decir adiós en unos meses. Aprovechemos el tiempo que nos queda con él.