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Kingsley Coman o el eterno infravalorado en la sombra

Con el atacante galo del Bayern te puedes frustrar, pero no enfadar. Porque Kingsley Coman personifica la filosofía de dar hasta el último mililitro de aliento, sin esperar nada a cambio. Es un tipo altruista, todo pundonor y persistencia. Probablemente, uno de los mejores ejemplos contemporáneos de que las portadas están reservadas para los que más camisetas venden, y no tanto para los que más engrandecen a un equipo.

👑 El rey que no salta por encima de la ley

Aunque, de simpático holgazán, no tiene absolutamente nada. Trabaja como el que más y rara vez eleva el tono fuera de la cancha. Portentoso físicamente para repetir esfuerzos, unido a la humildad para no creerse más que el compañero y sacrificarse constantemente. Probablemente, esa falta de ego le haya llevado en muchos momentos de su carrera a ser el jugador número 12. El revulsivo, porque lo de cambiar partidos por agitación se le da de miedo. El recurso y no el discurso, de acuerdo con el síndrome de Rodrygo Goes o Ángel Correa.

En un equipo plagado de trequartistas vistosos, Kingsley Coman ha vivido a la sombra de Gnabry, Müller o Sané. Y, ahora, también de Musiala o Sadio Mané. Más del que debería, pero es demasiado bueno, en todas sus acepciones. De profesión: jugador de equipo. ¿Qué pasaría si uno de estos hubiese sido el ‘plan B’ cuando el fútbol les fluía como el Danubio? Que se habría armado la marimorena. Sin embargo, Coman lo acató y siguió a lo suyo. A picar piedra. Eso sí, puede que un día se canse, y el Bayern pierda un tesoro. Un atacante demasiado especial. El que avisa no es traidor. Y Coman lleva tiempo alzando la voz. A su manera, vestido de corto.

🤷 Coman es menos anacrónico de lo que parece

Kingsey Coman es, ante todo, un extremo puro, de los que ya casi no quedan y que todo club hegemónico agradecería para contextos cerrados. Especialmente, para abrir repliegues: capaz de desbordar cerca de la línea de cal en ambos costados, por su facilidad para salir por sendos perfiles aunque sea diestro, para destruir adversarios con su endemoniada arrancada y la interpretación para saber cuándo hacerlo tras generarse el espacio necesario para acuchillar en el uno contra uno. Es extremadamente paciente, sabe que su momento llegará, tarde o temprano. Y a las pruebas nos remite.

Los dos goles que Kingsley Coman le ha marcado esta temporada al PSG le definen bastante bien como futbolista. Porque, además, si el juego se fragua por el otro costado, espera su momento y te clava el cuchillo por la espalda. Visto así, algo de traidor sí tiene. Aunque más tiene que reprocharse el PSG, que renunció al Roi du Parc, para seguir como el equipo del Parc des Princes.

Kingsley Coman: el peor ex del mundo para PSG y Juventus

Ahora bien, una cosa es que Coman sea un perfil de futbolista acostumbrado a jugar pegado a la cal por la crisis de jugadores de ese corte, y otra que sea limitado en carriles interiores. Su agilidad, arrancada y desaceleración, lectura de juego, capacidad para esconder intenciones o un control de pelota superior a la media; también le hacen ser un elemento apto para sembrar el caos por dentro. En el Bayern, para recibir al pie y driblar, ninguno mejor que él. Al espacio, alguno hay. De ahí que lo más frecuente sea que actúe abierto; como carrilero, a veces.

🔢 Mejor el día ‘D’ a la hora ‘H’, que en los xG

O, lo que es lo mismo, traducido al castellano: que se le da mejor aparecer en los días marcados en rojo en el calendario, de lo que sus estadísticas hablan durante el día a día. A Coman nunca le gustó jugar al escondite. Otra prueba de ello, el gol que marcó en la última final de la Champions que pisaron los bávaros, ante el propio PSG. Cuando se le necesita, está más veces de las que se le ve ausente.

¿Su asignatura pendiente? Destaparse como goleador, que es la religión de los delanteros en el fútbol. Sus cifras de anotación desde que llegó en 2015, procedente de la Juventus, son muy regulares. Coman te ofrece unos mínimos, solo que sus máximos están por debajo del resto de atacantes. Ante el Manchester City, tanto él como Sané fueron los que más cargaron al Bayern en su espalda. Pero, perdonaron. Y eso que Coman es experto en mejorar su ratio de acierto en la máxima competición continental de clubes.

El siguiente paso está en pesar con mayor asiduidad en el resultado. Entonces será el momento perfecto para, si su liderazgo no cae por su propio peso, exigir la corona en la delantera de Baviera.

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