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El Sevilla vuelve a aliarse con la épica rumbo a otra final de Europa League

Tras la eliminación del Real Madrid en Champions League, las esperanzas del fútbol español recaían sobre el Sevilla de Mendilibar en Europa League. Esta frase hace un par de meses hubiese sido una locura, pero poco importa una nueva dosis de magia en Nervión. Ante una competitiva Juventus, después de un partido marcado por la épica, los sevillistas pasaron a su séptima final de la Europa League (2-1, 3-2 en el global). Después de una temporada horrible, los hispalenses se liberan y tienen la oportunidad de cerrar la campaña con un nuevo triunfo en la que ya es, por derecho propio, su competición.

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La Juventus se presentó sin complejos en un Sánchez Pizjuán a reventar. Y es que este equipo no tiene los días brillantes de antaño, sino que vive en medio de una tonalidad de grises que le hace ser tan competitiva como siempre. Algo irónico para un equipo que viste de negro y blanco, vaya. Sobrevivieron en Turín con el mismo plan, por lo que a orillas del Guadalquivir no iba a diferir demasiado. Solo tenían que corregir lo que casi les deja en la estocada ante su público: el ritmo del partido. El Sevilla de Mendilibar se paseó en ese correcalles que fue la primera mitad, costando horrores buscar fisuras en su defensa cuando tenían que defender el resultado, pero les cuesta cuando tienen que llevar la iniciativa. La Juventus les cedió el balón, confiando en salir al contragolpe en cuanto fuese posible. Wojciech Szczęsny fue el hombre que protagonizó la acción de la primera parte. Su parada a Ocampos sobre la línea fue la que cambió el signo de la eliminatoria cuando mejor estaba el Sevilla. Fue una de esas acciones que valen como un gol, pues la moral de los suyos aumentó exponencialmente.

Los primeros 45 minutos terminaron con una Juventus que sin balón controlaba el partido, contabilizando dos acciones de valor gol y un tanto anulado por fuera de juego de Locatelli. Pese a ello, todo estuvo a punto de saltar por los aires de nuevo al borde del descanso. En una buena jugada del Sevilla, Bryan Gil recibió el balón. Cuadrado entró con mucha violencia, con la plancha por delante. Danny Makkelie, el colegiado del encuentro, no decretó penalti. El VAR lo revisó, pero tampoco consideró la acción punible. Incomprensible. La Juventus, una vez más, se salvaba sin saber cómo y sin haber perdido la cara al partido. Ahí es donde reside la magia de su competitividad gris.

Bryan Gil volvió loco a Cuadrado durante el Sevilla 2-1 Juventus

Bryan Gil volvió loco a Cuadrado.

🔝 Suso igualó el tanto de Vlahovic

La segunda parte comenzó con ese ritmo tan raro e hipnótico que le estaba imprimiendo la Juventus al partido desde la defensa. El Sevilla continuó igual, tratando de encontrar mediante la posesión esa grieta tan bien escondida por sus rivales. Allegri sabía que el partido estaba entrando en esa fase que tanto le gusta a su equipo, buscando dar ese golpe psicológico que cerrarse la eliminatoria. Dicho y hecho. Entró Vlahovic junto a Chiesa, y al minuto el serbio marcó el primer tanto del partido. No está haciendo una buena temporada, pero su talento de cara a puerta es indudable. Señalándose, consciente del jugador que es, le estaba dando a la Juventus su primera final europea desde 2017.

Por desgracia para ellos, a este Sevilla no basta con un golpe para que bese la lona. La Europa League es su competición, y pocas veces han demostrado mejor ese dominio que en esta temporada. Con mil problemas y sufriendo, no pararon de pasar eliminatorias. Ya fuese con más o menos brillantez, pero esta temporada su refugio fue en la ‘Champions naranja’. El equipo no desesperó, y no tardó ni 10 minutos en volver a igualar la eliminatoria. Suso fue el culpable (otro que entró en la segunda mitad, así que un tanto que se apuntan ambos entrenadores) con un grandísimo gol. Eliminando rivales con su conducción, se quedó en posición franca para batir a Szczęsny desde la frontal. Esta vez, el polaco no llegó para atajar sobre la línea. La eliminatoria, por su parte, se ponía en un punto precioso: la grandeza del Sevilla estaba chocando contra la competitividad de la Juventus.

✨  Lamela cita al Sevilla con la historia

El tiempo no pasó en balde, acabando el tiempo reglamentario del partido con el empate que mandaba la eliminatoria a la prórroga. La Juventus, una vez más, comenzó con ese ritmo que tanto incomodaba al Sevilla. Los primeros compases de la prórroga fueron suyos, viniéndose arriba. Se creían que lo tenían en su mano. Ilusos. En una de las pocas jugadas rápidas de los de Nervión, de esas que llevan una vida en el libreto de Mendilibar, centró Bryan Gil y remató Lamela desde el punto de penalti. Una vez más, el tanto venía de un jugador de refresco. Gol para el Sánchez Pizjuán estallase de júbilo. Era la primera vez en el partido en el que la Juventus había pecado de novata. Y el Sevilla, en su casa, no perdona ni una. Eso sí, ahora tocaba bajar las revoluciones otra vez para defender las intentonas de los italianos.

Se habían invertido los papeles en la segunda parte de la prórroga, pues ahora el Sevilla sí que quería ese ritmo lento que propusieron los visitantes. Los italianos, por su parte, seguían intentándolo ante la heroica resistencia sevillista. En medio del bombardeo al área de Bono, Acuña acabó expulsado. No estará en la final por una nueva decisión cuestionable de Makkelie, pero poco importa después de su increíble trabajo para poder llegar tan lejos. Pocas veces se hicieron tan largos 15 minutos en Sevilla, siendo una tortura esa resistencia con uno menos. Mendilibar, una vez más, estaba preguntándose si en esa tómbola en la que le tocó esta oportunidad podría salir algo que acortase la espera hacia la final.

Por suerte para ellos, el pitido final acabó llegando. Ya no importaba nada del resto de la temporada, pues podían acabar tocando metal en la competición que es más suya que de ningún otro club. Son seis veces campeones, y la Roma de Mourinho espera para ver si habrá una séptima en este año. Sea como fuere, llegar hasta aquí ya es una nueva página gloriosa en la historia del Sevilla. Nunca hicieron tanto honor a su lema, porque dicen que nunca se rinde. Y su afición, como la Giralda, presumirá orgullosa.

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