Brian Ocampo es una de las notas más positivas a nivel individual en la liga española 2022/2023. Un futbolista atrevido, vistoso, de los que no sobran en España y que, poco a poco, gana productividad y consistencia. Se cree más imprescindible con el paso de los meses, sabedor de que su ADN cobra importancia en un Cádiz algo rudimentario, que no debería ignorar un perfil de atacante tan creativo y diferente con respecto al resto de integrantes amarillos. En Uruguay, sin embargo, su momento es muy diferente. El yin y el yang, aunque con luz al final del túnel.
🍚 Un toque de canela al arroz
Tras la salida de Lucas Pérez, Brian Ocampo es el jugador con mayor techo en la delantera del Cádiz. El más técnico, seguramente, si se engloban todas las facetas, y el que mejor se puede adaptar a diferentes escenarios. Porque no solo tiene esos desmarques y juego a pocos toques característico del Cádiz de Sergio González, heredado de la era Álvaro Cervera, para completar ataques directos en transición con el bloque bajo; sino que también ofrece más soluciones que nadie cuando no pueden especular con el resultado. De los extremos que hay en plantilla, Ocampo es el más escurridizo si está a tono. No es extremadamente autosuficiente, pero sí supone un upgrade respecto al resto por su conducción con balón controlado y cintura para cambiar de dirección.
Supone, por tanto, una mayor fuente de desequilibrio individual, dentro de un equipo que, colectivamente, retroalimenta francamente bien el juego en largo y los desmarques de apoyo y ruptura cuando hallan huecos que explotar en vertical, pero con limitaciones creativas en el centro del campo para llevar la iniciativa a este nivel. En este sentido, Ocampo cada vez se esconde menos y soluciona más problemas. Tanto si recibe al pie, abierto en la banda, como cuando Sergio le requiere para descender hasta la medular y desde ahí acelerar los ataques gaditanos.
🪥🦷 Deberes: limarse los colmillos
Claramente, su punto de mejora está a la hora de pesar en el marcador. A nivel goleador y asistente, dado que su primera producción directa desde que desembarcó en el Cádiz ha llegado en su decimotercer partido liguero. Y porque a este Cádiz, por mucho que acostumbre a partir de un 1-4-4-2 en el que junta una doble punta (‘Choco’ Lozano, Negredo o Rubén Sobrino) y dos piezas de banda que suelen ser jugadores de clara vocación ofensiva (Ocampo, Alejo, Bongonda o el propio Sobrino), no es un plantel al que le sobre pegada.
Al Cádiz le falta mordiente. De hecho, con un promedio de 0,70 goles de media por partido, es el segundo peor registro de la categoría, solo superado por el 0,65 del Elche. En parte, porque sus rutas mencionadas son demasiado específicas y la prioridad de Sergio es no ir a remolque en el luminoso, lo que desemboca en muchos resultados cortos.
🇺🇾 Asignatura pendiente: volver con Uruguay
La regeneración en la selección charrúa no ha sido fácil. Óscar Washington Tabárez lo intentó a medias, porque mantuvo a su núcleo duro de la generación dorada, pero con Facundo Torres o Brian Ocampo como recursos para agregar veneno al tramo final del partido o para iniciar alguno en donde se presupusiese que Uruguay tendría que enfrentarse a repliegues intensivos. Roles concretos a los que ambos respondieron positivamente. El premio fue su convocatoria para la Copa América de 2021, cuando el actual jugador del Cádiz vestía la zamarra de Nacional de Montevideo, club en el que maduró entre los 18 y los 23 años actuales.
Sin embargo, ‘El Maestrico’ fue cesado en lugar de un Diego Alonso con quien Ocampo perdió protagonismo en favor de Facundo Pellistri. Tanto, que se quedó fuera de la lista de cara al Mundial de Catar, cita en la que Uruguay no pasó de la fase de grupos y dejó unas sensaciones pésimas. A falta de confirmación oficial, no se espera que el seleccionador continúe en el cargo, lo que supondría una nueva oportunidad para Ocampo. Y sabiendo que se ha subido al tren que pasó a buscarle en Cádiz, hay motivos para el optimismo. Sin pruebas de que no tuviese billete, pero con indicios de ello. Porque Brian es un descarado.