«Lo vengo diciendo desde hace cuatro años. Señores, vamos a la deriva, estamos en bancarrota, estamos en la ruina. Y estaban presumiendo de ser uno de los clubes más solventes de España…», ha dicho José María del Nido Benavente. Así de duro ha sido el expresidente del Sevilla con la actual directiva tras solicitar una Junta Extraordinaria de Accionistas con el club. El objetivo principal será, en principio, preguntar por los dos créditos que ha pedido el conjunto de Nervión, pero el plan irá por otros derroteros. Quieren meter presión para forzar una dimisión. La situación es sorprendente si tenemos en cuenta que en los últimos cuatro años han ganado dos Europa League. ¿Cómo se ha llegado a este punto de quiebre institucional y económico?
❌ A Monchi se le terminó la magia
Si hubo un nombre importante en los despachos del Sánchez Pizjuán, ese fue el de Ramón Rodríguez Verdejo, mundialmente conocido como Monchi. El director deportivo fue el eje central de la estrategia que puso al Sevilla en lo más alto. A base de una estrategia de scouting muy agresiva que se basaba en fichar talento de mercados menos habituales, hizo que el club de sus amores se convirtiese en una potencia en España y en Europa. Compraban barato a las estrellas del futuro, y de sus ventas sacaban el beneficio necesario para seguir creciendo. Todo lo que generaban lo reinvertían en el equipo. Y es que, por mucho que algunas veces fallase, Monchi encontró a futbolistas tan grandes como Dani Alves. El riesgo merecía la pena.

En torno a Monchi se erigió el éxito del Sevilla, y con su salida se terminó todo.
«No hay sevillista que no esté contento con los fichajes que hacemos», dijo el director deportivo en ‘Junglers‘, programa organizado por El Desmarque y Vodafone a principios de 2020. Por aquel entonces, el Sevilla marchaba cuarto en la tabla con Julen Lopetegui en el banquillo. Daba la sensación de que podían competir por algo más que los puestos de Champions si mantenían su grupo. Vamos, que debían dejar de ser un club vendedor para apostar por su proyecto. Estaban en una posición privilegiada para hacerlo. No obstante, el director deportivo seguía obcecado en mantener la fórmula que lo había llevado al éxito. Siempre le había salido bien, ¿por qué iba a fallar en ese momento?
El problema estuvo en que nunca se puede dar nada por hecho. La pandemia cambió el mundo un par de meses después de las declaraciones de Monchi, y afectó a todos los clubes. Como al resto, fue un golpe duro para las arcas del Sevilla. Por mucho que ganasen la Europa League en aquellos meses tan extraños, fue el principio del final. Porque sí, su estrategia ya se estaba tambaleando. Ante la necesidad de vender y de comprar aún más barato, era inevitable que la calidad de la plantilla cayese en picado. Esto, sumado a que la etapa de Lopetegui tuvo una decadencia excesivamente pronunciada, dio rienda suelta al descontento generalizado de la afición. Ya no estaban felices con los fichajes de Monchi. Querían dar ese paso más, y el Sevilla no respondió.
📉 El Sevilla, entre los sueños europeos y la realidad
La situación en la grada hizo insostenible lo que sucedía en los despachos. Del Nido Benavente llevaba varios años fuera de la presidencia y el tándem José Castro-Del Nido Carrasco (el hijo del expresidente) había funcionado bien… hasta ese momento. Se estaban comiendo las consecuencias de la crisis económica y deportiva. Les había estallado en la cara. La salida de Monchi supuso el punto definitivo de no retorno, ya que era el último símbolo que tenía peso entre las opiniones de los aficionados del Sevilla. Ni la consecución de aquella milagrosa Europa League con Mendilibar ayudó a edulcorar una situación insostenible.
El Sevilla pierde su esencia: de brillar en Europa… ¿a luchar por el descenso?
Víctor Orta llegó para sustituir a Monchi con la ilusión del que vuelve a casa, pero se encontró unos fondos muy limitados y una plantilla envejecida. Tuvo que hacer encaje de bolillos para mejorar un equipo en medio de un relevo generacional fastidiado. Y, claro, sin apenas dinero. Porque ni las ventas de Koundé, Diego Carlos y compañía ayudaron a solventar la crisis económica. El Sevilla se perdió durante la temporada pasada, y solo las irrupciones de sus canteranos ayudaron a evitar el descenso. Para esta campaña, el modus operandi ha sido el mismo. Han tenido que tirar de descartes de otros conjuntos para volver a armar un equipo competitivo. Sin quererlo, han vuelto a la casilla de salida en la que empezaron con Monchi.
De momento, en el verde, no les va bien. Y, a sabiendas de los planes de Del Nido Benavente para recuperar el poder, en los despachos puede ir peor. La guerra civil es inminente en el Sánchez Pizjuán. Apenas les ha salido algo a derechas desde la Europa League de 2020. El futuro es incierto para un club que sufre la otra parte de la historia de Ícaro. Llevan ya demasiado tiempo cayendo tras volar demasiado cerca del sol. Lo bueno es que, al menos, en el Sevilla ya saben el camino para volver al Olimpo del fútbol español. Solo les queda tener paciencia, aunque sea difícil. Y que, claro, no les vuelva a sacudir otra pandemia.