Les confesaré que, quien escribe estas líneas, de pequeño era bastante impaciente. De los que se cansaba de sus juguetes, cómo no. Pero, también, de los que lloraba después, cuando se le rompían y los echaba de menos. Seguramente, ese sea el único motivo por el que entiendo que a algunos aficionados al fútbol, madridistas, incluso, Kroos ya no les llene tanto el ojo. Eso sí, rectificar es de sabios, Y no valorar lo que uno tiene, de necios.
Toni, frío como siempre, lo volvió a hacer.
A hacer que reflexionemos. Sin dar voces. Él da pases, es su forma de expresarse. Porque, cuando más criticado llegaba al Camp Nou, en un partido con aroma a fin de ciclo definitivo, se propuso sacar del atolladero a los suyos. Lo consiguió, claro. Bajo la atenta mirada de un Xavi Hernández que, sin duda, disfrutará como un enano con el visionado en diferido de la exhibición del alemán.
🤯 Un juego para gente inteligente
«Toni Kroos y Luka Modrić no pueden jugar juntos ya», repitieron algunos en la previa hasta la saciedad. Una herejía para Ancelotti, que confió más en su guardia pretoriana que en quienes ya solo conciben un Real Madrid con Bellingham. Hasta vi un comentario que decía que cómo iba a sacar ‘Carletto’ ese centro del campo, contra uno compuesto por Busquets, Kessié, Sergi Roberto y Gavi. Me chocó. Al igual que quedé atónito al ver que el primer cuarto de hora de los blancos en el Camp Nou fue una concatenación de balones largos, casi pelotazos, propio de lo que mostró el Barça en el segundo tiempo del partido de ida. Pero, entonces, Kroos volvió a tiranizar una gran cita. El entrenador vestido de corto.
La presión del Barça fue un suplicio de inicio para un Real Madrid que no paraba de rifarla. Para colmo, Toni era mediocentro, secundado por Fede Valverde, mientras Luka volvía a vigilar de cerca a Busquets. Demasiadas novedades de golpe; en estructura, demarcación, rol, automatismos que se iban al limbo… ¿Qué pasó después? Lo de siempre. Que Kroos se buscó la vida para tocar la pelota, lateralizó su posición, se acercó a los centrales y Modrić a él para ir domesticando poco a poco al Barcelona. Nada podía salir mal.
Kroos perdió un par de balones que, en su caso, son el doble de lo que acostumbra. Aunque, el objetivo, merecía la pena. Porque, tras diez minutos de masticar tierra, de esos que le bajan los humos a cualquiera, Toni se puso a filtrar balones y a mover los hilos en la sala de máquinas. Horizontal y vertical, cada cosa a su tiempo. Y los rivales empezaron a correr detrás del cuero, sabedores de que tenían un problema con el cirujano blanco en modo Champions. La lectura más sencilla está en decir que el partido cambió con una parada de Courtois y posterior contraataque de los merengues. Algo tan cierto como que quienes volvieron a cargar el escudo a sus espaldas fueron los veteranos.
🧘 Fútbol en trance
«El Barça ha aprendido a sufrir» fue otra de las frases más repetidas en la previa. Había argumentos para defenderlo. El encuentro de ida, sin ir más lejos, como mejor ejemplo de ello. Ahora bien, una cosa es decir que está creciendo en ese sentido, y otra que ya haya aprendido a controlar a kroodrić. Misión imposible cuando entran en bucle, prácticamente nadie lo ha conseguido tras casi nueve años juntos. Se conocen como la palma de su mano y, cuando se crecen, actúan por telepatía y levitan sobre el pasto.
«En los tres últimos clásicos, el Real Madrid perdió con Luka y Toni de titulares. Sin embargo, contra el Liverpool, jugó bien porque no estaba Kroos». Los más extremistas fueron por ese palo y cavaron su propia tumba. El croata, de sangre caliente, fue el que lució en el segundo acto. Pero, al César, lo que es del César. Y el que volvió a meterse en un túnel para jugar su partido, fue el que tiene horchata en las venas.
El ‘8’. El que comparte un podcast con su hermano y que, cuando este no pueda grabarlo, seguramente llame al ’10’ para que le sustituya. En el Real Madrid, sin embargo, son irremplazables. Hará mucho frío el día que uno falte. Y algunos llorarán, como cuando a un servidor se le rompió el Renault teleridigido de Fernando Alonso. Hay cosas que, aunque las forcemos, no vuelven. Enjoy the moment. Lo del «día libre mañana», en el fondo, alguno no lo agradecerá tanto.