Se acabó el sueño de repetir el triunfo de 2019. Estuvo vivo hasta el final, pero no pudo ser. Canadá, que firmó un último cuarto tan bueno como malo fue el nuestro, eliminó a España en la segunda fase del Mundial de Baloncesto (85-88). Así, con la incómoda sensación de haber podido pasar tras un gran partido colectivo, toca pensar en el siguiente compromiso. Y es que, aunque pasen los jugadores, la esencia del baloncesto español seguirá siendo la misma. En las buenas y en las malas, La Familia siempre estará ahí.
📈 Canadá, del rebufo al triunfo ante España
La tensión se palpaba en el ambiente al inicio del encuentro. Por primera vez para ambos conjuntos favoritos al título, era una situación de ‘win or go home‘. O, al menos, era así sobre el papel. España necesitaba de hacer la machada de ganar a Canadá, un equipo con algunas de las mejores individualidades del mundo. Ya fuese por el tremendo talento de Shai Gilgeous-Alexander o por la intensidad de Dillon Brooks, La Familia tendría que sudar para superarlos. Necesitaban referentes para poder agarrarse y creer en la machada, y ahí se erigió Willy Hernangómez. En los primeros compases, el flamante jugador del Barcelona fue una amenaza tremenda en el interior. Él canalizaría el juego colectivo español en los primeros compases.
Pese a que España comenzó marcando territorio, Canadá no le perdió la cara al encuentro. Casi siempre a rebufo, seguían estando ahí. Dillon Brooks comenzó a sacar de quicio a los vigentes campeones del mundo, usando todo lo que le ha hecho famoso en la NBA para ello. Puede ser que se tuviese que ir expulsado antes de tiempo, pero no fue así. Además, en lo que sí es puramente baloncestístico, los fogonazos de Olynik desde el exterior y el talento de R.J. Barrett mantenían el statu quo, los europeos seguían peleando por despegarse. Llegó el descanso, y la ventaja de 10 puntos de La Familia parecía insuficiente para lo que se estaba viendo.
Como ya sucedió ante Letonia, el mal desempeño ofensivo en el último cuarto lastró el trabajo hecho anteriormente. Estaba quedando en nada el esfuerzo colectivo, así como el trabajo tremendo de Aldama en ambos lados de la pista. Shai Gilgeous-Alexander tiró del carro, siendo un constante dolor de cabeza para Sergio Scariolo. Si centraban sus esfuerzos en él, dejaban libres al resto, favoreciendo el festín ofensivo que se dieron los norteamericanos en el último cuarto. Así, en los últimos compases, se vino la debacle. Canadá se puso por delante en el momento más importante del partido, trasladando la presión a un equipo atascado. Hubo esperanza hasta el final, pero el triple de Abrines tocó el hierro y el balón no entró. Con esa incómoda sensación de haberlo tenido en la mano, la defensa del título terminaba en la segunda fase del campeonato. La Familia tendría que ceder su corona, cayendo de pie y fiel a su estilo. Toca volver a empezar sin olvidar lo que nos hizo grandes.