Los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 serán recordados por muchas razones. Por el centenario de la cita olímpica, por el atentado disuadido por el agente de seguridad Richard Jewell, por la gran promoción y cobertura del evento y por el dominio de Estados Unidos tras la disolución de Yugoslavia. Los americanos coparon el medallero olímpico con 101 metales, de los cuales 44 fueron de oro. Y uno de esos oros lo protagonizó la heroica actuación de la gimnasta Kerri Strug. En una dramática secuencia de eventos, Strug se convirtió en la heroína inesperada para asegurar otro brillante metal para su país. Todo mientras superaba una dolorosa lesión en el tobillo. En uno de sus intentos previos, Strug sufrió un duro esguince. No obstante, el dolor no le desvió de su camino. Acostumbrada a convivir con molestias y lesiones, la gimnasta siguió compitiendo hasta alcanzar la gloria. Con una sola oportunidad y renqueante, Strug saltó hacia la inmortalidad.
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🤸♀️ El primer salto: la caída y la lesión
El equipo de gimnasia femenina de Estados Unidos, conocido como el ‘Magnificent Seven’, llegaba a Atlanta con la esperanza de destronar a las favoritas de siempre: Rusia y Rumania. Con estrellas como Shannon Miller, Dominique Moceanu y, por supuesto, Kerri Strug, las expectativas eran altísimas. La competencia por equipos llegó a su punto culminante en el evento de salto. Tras una serie de actuaciones sólidas, el oro estaba al alcance, pero no asegurado. Dominique Moceanu había fallado sus dos saltos, y la presión recaía ahora en Kerri Strug. Se podría decir que ese fue el momento que la atleta había estado esperando toda su vida. Por una vez, con 18 años, era el centro de atención. En Barcelona 1992 compitió con 14 años, pero Estados Unidos se tuvo que conformar con el bronce. Cuatro años después, la historia podía cambiar. Ella necesitaba un buen puntaje para sellar la victoria estadounidense.
Strug se preparó para su primer intento. Corrió con determinación y lanzó su cuerpo en un Yurchenko con doble pirueta. Sin embargo, al aterrizar, se produjo un desastre: su pie derecho se torció violentamente, y el dolor fue inmediato y evidente. El estadio quedó en silencio mientras la gimnasta de Arizona cojeaba hacia el equipo. Su rostro era una mezcla de agonía y resignación. «Kerri, te necesitamos una vez más para lograr el oro. Puedes hacerlo, es mejor que lo hagas», dijo sin pestañear Béla Károlyi, entrenador del combinado estadounidense.
🥇 Una decisión que llevó a Estados Unidos a su primer oro en gimnasia por equipos
Kerri tenía que decidir entre retirarse por el dolor o arriesgarlo todo por su país. En un momento que definiría su carrera y capturaría los corazones del mundo, Strug optó por intentarlo de nuevo. Con una pierna claramente debilitada, Strug se acercó a la pista. La tensión en el Georgia Dome era palpable. Todos los ojos estaban puestos en ella mientras corría una vez más hacia el potro de salto. Se lanzó al aire y realizó la pirueta. El aterrizaje fue prácticamente con una pierna; levantó su pie izquierdo tan pronto como tocó el suelo. El público estalló en aplausos. Strug había conseguido un puntaje de 9.712, suficiente para asegurar la medalla de oro para Estados Unidos, la primera en esa disciplina. Aun en medio del dolor, se había convertido en una leyenda.
Inmediatamente después de su aterrizaje, Kerri fue llevada en brazos por Károlyi hasta el podio para recibir su medalla. Sus lágrimas no solo eran de dolor, sino también de alegría y alivio. La imagen del entrenador, llevándola con la bandera estadounidense ondeando de fondo, se convirtió en un momento icónico de los Juegos Olímpicos. Su actuación en Atlanta 1996 sigue siendo una de las historias más inspiradoras de las citas olímpicas. Strug se fue como una heroína, se convirtió en una habitual de los programas de televisión, e incluso visitó al presidente de los Estados Unidos.
En lo que a gimnasia se refiere, el camino fue mucho más difícil. A Strug le costó mantener el nivel que la había llevado a la gloria. Su trayectoria le llevó hacia otros retos, incluidos trabajar como maestra de primaria y participar en los espectáculos de hielo de Disney. Sin embargo, su glorioso momento en los Juegos de Atlanta 1996 nunca será olvidado. Kerri Strug, la atleta que superó el dolor para ganar una histórica medalla olímpica.