Roger Federer dijo adiós al tenis tras disputar la Laver Cup en septiembre de 2022. Rafael Nadal, si no varían sus planes, colgará la raqueta cuando acabe el próximo curso. Dos leyendas que han dominado las dos últimas décadas, pero cuya huella perdurará para siempre en la historia del tenis. Dos de los tres tenistas que ostentan más Grand Slam —entre otros muchos récords—, que se han enfrentado en 40 ocasiones, hasta propiciar una de las grandes rivalidades del deporte. Un día como hoy, de 2008, vivieron un duelo en Wimbledon que lo cambió todo.
Nadal y sus dos finales perdidas en Wimbledon
Español y suizo se conocían al milímetro cuando se enfrenaron en 2008. Pese a la precocidad de Nadal sumaban 17 enfrentamientos, con un balance de 10-7 contrario al número uno del mundo. Sin embargo, la frustración que Federer padecía en Roland Garros era la misma losa que arrastraba el balear sobre la hierba. Ambos habían disputado la final de las dos ediciones previas (2006 y 2007) con el mismo resultado.
En Wimbledon 2006 el suizo le endosó un rosco en el primer parcial y tan solo cedió un set antes de proclamarse campeón. En 2007 el envite estuvo mucho más igualado, en una batalla que se decidió en la quinta manga. La inercia, de cara a 2008, parecía favorable para Nadal, pero el marcador era igual de hiriente. El español necesitaba quitarse esa etiqueta de jugador de tierra batida, que lejos de ser una mentira, no dejaba de ensalzar la figura de un tenista que con 22 años sumaba cuatro títulos en Roland Garros. La hierba, el rival, la presión… y el número uno. El trono de la ATP estaba también en juego. Un reto mayúsculo para el español que, como muchos otros, logró superar.
¿El partido del siglo?
Con todos esos alicientes, la expectación de cara a la final de Wimbledon 2008 era máxima. Y el encuentro cumplió con creces. La victoria de Nadal (6-4; 6-4; 6-7; 6-7; 6-7) supuso un cambio de ciclo en el circuito. El nacimiento, esta vez sí, de un tenista completo que ponía fin a la tiranía de Federer. Todavía, quince años después, muchos se refieren a ese partido como el mejor de la historia.
Hasta televisivamente se ha sacado rédito de las casi cinco horas de batalla que protagonizaron estas dos leyendas en Wimbledon. En un documental de 98 minutos producido por Movistar, Nadal añade aún más épica a lo que el espectador pudo captar en su momento. El manacorense no era favorito: sus golpes liftados no hacen tanto daño sobre la hierba y su servicio y volea… estaban lejos de alcanzar el nivel del suizo.
El español, en ese citado reportaje, reconoce que fue superior durante los dos primeros sets y gran parte del tercero. Sin embargo, fue incapaz de cerrar el partido y, tras un doble 6-4, cedió dos mangas en el desempate. «Cuando pierdo el cuarto set es uno de los momentos más duros de mi carrera«, afirmó el balear, que ha disputado más de 1.300 envites a lo largo de su trayectoria.
Ese revés no fue el único que tuvo que afrontar. Nadal saltó a la pista con el pie dormido, fruto de la anestesia. En el documental, relató que la lluvia —que hizo acto de presencia en varias ocasiones para añadir un punto más de suspense— fue un contratiempo enorme para él: «La anestesia tiene una duración y yo sin anestesia no podía jugar, porque no podía apoyar el pie».
Un break en el quinto set le dio aire a Nadal, que después tuvo que lidiar con los nervios. Fue valiente en ese último juego, con dos saque-red que antes apenas practicaba. Después del error de Federer, los recuerdos del manacorense están nublados: «Solo recuerdo estar en el suelo y oyéndome a mí mismo gritar«. Han pasado quince años, pero el recuerdo perdurará para siempre, como la propia figura de Federer y Nadal, dos de los integrantes de un big three al que difícilmente alguien hará sombra.