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La tecnología VAR no es capaz de detectar al cien por cien el fuera de juego

Es así. Como suena. El problema no es solo que cuando se detecta una situación infinitesimal de posible de fuera de juego los árbitros tomen decisiones erróneas porque en el VAR no se trazan bien las líneas, porque no se selecciona correctamente la imagen que debe mostrar el momento exacto en el que se pasa el balón, o porque —como ha ocurrido recientemente en la Premier League— los árbitros de VAR y de campo se enzarzan en un confuso diálogo propio de una “sitcom”.

La gran mayoría de los aficionados prefiere que haya VAR

Por el contrario, el problema, en última instancia, es que la tecnología VAR no es capaz de asegurar al cien por cien si un jugador está o no en fuera de juego en ese tipo de situaciones límite.

Así parece haberlo demostrado, sin que nadie le haya hecho mucho caso, un experto llamado Harry Collins.

El arbitraje y la sociología del conocimiento científico

Cuidado, que no se trata de un cualquiera. Collins es un sociólogo científico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Cardiff, miembro de la Academia Británica desde hace diez años, que ha dedicado la mayor parte de su vida profesional, y de la veintena larga de ensayos que ha publicado, a la sociología de la física de las ondas gravitacionales.

Y, como recuerda un reciente artículo de ESP.com, aún le ha quedado tiempo para escribir un par de estudios sobre la aplicación de la tecnología al arbitraje: Bad Call: Technology’s Attack on Referees and Umpires and How to Fix It y This is not a penalty! What’s gone wrong with technology and football in the age of VAR?

Entre muchos otros aspectos que Collins aborda en sus reflexiones sobre este espinoso tema, hay uno francamente destacable. Resulta que las cámaras que se utilizan en la tecnología VAR funcionan a un ritmo de 50 fotogramas por segundo. Y, por tanto, la imagen que se selecciona un momento dado para determinar si ha habido o no un fuera de juego es solo la de uno de esos 50 fotogramas.

Sin embargo, un jugador de fútbol puede correr a una velocidad de más de 30 centímetros por segundo. Esto quiere decir que, incluso con el nivel de tolerancia de 5 centímetros que permite la tecnología VAR, entre dos fotogramas diferentes proporcionados por sus cámaras un jugador puede estar 25 centímetros “más allá” o “más acá”; esto es, lo suficiente para que sea imposible asegurar al cien por cien si la decisión adoptada es o no correcta cuando el fuera de juego se determina porque el índice el pie izquierdo de un delantero parece estar por delante del borde del codo de un defensa.

El problema es la ventaja, no la geometría

Esta imposibilidad tecnológica (cuyo origen y posible solución serán siempre un misterio eleusino, al menos en Inglaterra, mientras que Hawk-Eye Innovations, la filial de Sony que está a cargo de la tecnología VAR en la Premier League, se niegue a informar sobre sus detalles) conduce a una reflexión aún más importante y de mayor calado conceptual.

La norma del fuera de juego no se inventó por capricho geométrico, sino porque se consideró, en un momento dado del desarrollo histórico del fútbol, que el jugador que solo tenía por delante un contrincante se aprovechaba abusivamente de tal posición, lo que no era tolerable por el bien del espectáculo.

Así pues, un jugador no se hallaba en fuera de juego porque el índice de su pie izquierdo estuviera por delante del borde del codo de un defensa, sino si —y solo si— tal posición le concedía una ventaja en la jugada.

De ahí que, muy sensatamente, se decidiera también la famosa regla —ya tirada a la basura— de que no habría fuera de juego si los dos jugadores “estaban en línea”. Y no solo porque, en tales casos, la determinación del fuera de juego resulta prácticamente imposible, sino porque, en ellos, el delantero rara vez obtiene una ventaja.

La solución podría ser que los árbitros… arbitraran

Entonces, ¿habría que tirar también el VAR o cualquier tecnología similar a la basura? En absoluto. Collins sostiene muy razonablemente que, en el caso de jugadas dudosas, facilitar al árbitro una serie de imágenes tomadas desde ángulos diferentes le permite determinar, más que razonable y razonadamente, si el delantero goza o no de una situación de ventaja por estar adelantado —sea unos centímetros, sean varios metros— respecto del último defensor.

Porque, en la regla del fuera de juego, ni el árbitro de campo ni el de VAR deberían dedicarse a sofisticados ejercicios de física cuántica, para los que no están especialmente dotados, sino a ser “jueces”, es decir, determinar la justicia o injusticia de una jugada a fin de darla o no por válida.

Claro está, que esto nos devolvería, en cierto sentido, a la casilla de salida. De esta forma, la tecnología sería una ayuda para que el árbitro tomara decisiones justas sobre la base de su competencia y de criterios sensatos y unificados, en lugar de ser la coartada para no adoptarlas por un quítame allá esa línea mal trazada, esa imagen mal elegida o ese mensaje mal escuchado.

Reflexiones disruptivas de entrenadores de la Premier

En relación con la interminable polémica acerca del VAR y del arbitraje, los recientes escándalos por decisiones arbitrales en la Premier League están dando lugar, entre otras cosas, a declaraciones que inicialmente parecen extravagantes, pero que dejan de serlo, al menos en parte, cuando se medita pausadamente sobre ellas.

Por ejemplo, Jürgen Klopp ha solicitado la repetición de un Liverpool-Tottenham por un grave error arbitral, perpetrado por el VAR y el colegiado de campo, que fue fundamental para el resultado final del encuentro.

Por supuesto, tal cosa parece algo irrealizable e inaceptable, fruto un exabrupto del entrenador de los Reds. Pero deja de serlo un poco si recordamos que casos semejantes no son precisamente inusuales en un deporte que —al revés que muchos otros— se basa en partidos que finalizan muy frecuentemente en empates o en victorias por un solo gol, por lo que ciertas jugadas pueden ser determinantes a la larga hasta para el desenlace de un campeonato.

También son de tener en cuenta las palabras, de tono casi profético, que el entrenador rival, Ange Postecoglou, pronunció tras ese encuentro: “no creo que la tecnología VAR, en su forma actual, sea adecuada para nuestro deporte; y, cuanto más la usemos, peor será la situación”.

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