Tal vez hayan pasado más desapercibidos por darse en la Conference League y en la FA Cup, pero este mes de abril de 2024 hemos visto dos de los precedentes más inverosímiles en una tanda de penaltis. Primero fue Emiliano Martínez, quién si no, el que vio la segunda amarilla por provocar a los jugadores y aficionados rivales entre lanzamiento y lanzamiento. Muchos pensaron que, tras ver la primera cartulina en el tiempo reglamentario por perder tiempo, eso supondría la expulsión del meta del Aston Villa del duelo frente al Lille. Pero nada de eso, ‘El Dibu’ siguió en el terreno de juego y fue el héroe de la clasificación de los dirigidos por Unai Emery.
Sin embargo, el reglamento tiene un matiz que contempla este escenario e impide dejar a un equipo sin su cancerbero en la tanda por doble amarilla. Curioso, cuanto menos. Parecía que nunca volveríamos a ver algo igual, pero nos equivocábamos. Solo tres días después, André Onana fue doblemente amonestado, también sin grandes consecuencias, por exactamente lo mismo. Parce como si el portero camerunés del Manchester United se hubiera inspirado en su homónimo bajo palos en el enfrentamiento copero contra el Coventry City.
📑 La excepción de las expulsiones en la tanda
En la IFAB se puede comprobar el porqué Onana y Martínez no vieron la roja tras la doble amarilla. La norma sostiene que «los jugadores expulsados a lo largo del partido no podrán participar en la tanda de penales». Y, por otro lado, que «las advertencias y amonestaciones impuestas a jugadores y miembros del cuerpo técnico durante el encuentro no se tendrán en consideración en la tanda de penales«.
Por tanto, para que un futbolista (bien sea guardameta o jugador de campo) sea expulsado, necesitaría ver dos cartulinas amarillas o una roja en la propia tanda, independientemente de las que le mostrase antes el colegiado en los 90 minutos y en la prórroga. Es como si se limpiasen antes de la tanda, aunque al final del encuentro sí se contabilicen. Esta regla se modificó en 2020, a propósito de la normativa que invalidaba las paradas de aquellos porteros que no tuvieran un pie sobre la línea de gol en el momento de la ejecución del lanzamiento desde los once metros. Nació para proteger al meta de esta posible infracción, aunque ha derivado en una ventaja competitiva para algunos de los que practican este otro fútbol.
No obstante, el reglamento menciona que «se podrá amonestar o expulsar a jugadores, suplentes, jugadores sustituidos o miembros del cuerpo técnico», de acuerdo a lo anteriormente expuesto. En ese caso, si fuera el portero quien viese la roja, «este deberá ser sustituido por un jugador autorizado para participar en la tanda. Y a excepción del guardameta, no se podrá sustituir a ningún futbolista que no esté en condiciones de continuar». De la misma forma, el árbitro no suspendería definitivamente el partido aunque un equipo se quedara con menos de siete jugadores, esta es otra particularidad propia de una tanda de penaltis.
🤷♂️ La regla antiDibu sirve de poco
Lo llamativo de todo este asunto es que ‘El Dibu’ ya venía avisado y los colegiados también conocían su comportamiento. El de un portero que, guste más o menos, conoce el reglamento y le saca partido como el que más. De hecho, tras el Mundial de Catar de 2022 y sus excentricidades en las tandas de cuartos contra Países Bajos y de la final contra Francia, se elaboró una ley ‘Anti Dibu’ para tratar de evitar que un portero, inspirado por Emi Martínez, condicionara la ejecución de los penaltis.
«El guardameta deberá permanecer sobre su propia línea de meta, entre los dos postes de la portería y frente al ejecutor del tiro hasta el impacto del balón. No se comportará de manera que distraiga de forma antirreglamentaria al ejecutor del tiro. Por ejemplo, no retrasará la ejecución del penal ni tocará los postes, el travesaño o la red de la portería. Se aclara que, con su conducta, el guardameta no faltará el respeto al fútbol ni al adversario». Más teoría que realidad, porque en la práctica, ‘El Dibu’ sigue campando a sus anchas. Ya hasta le sale competencia en este juego que le caracteriza en los cobros desde el punto fatídico.