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Economía

Otro agujero económico en el Chelsea: pierde un importante patrocinador

El Chelsea lleva tiempo experimentando en carne propia la vieja máxima de que las desgracias nunca vienen solas. A su muy desilusionante deriva deportiva, que es lo que más importa a sus aficionados, se unen sus muy malos balances económicos y sus constantes problemas para encontrar patrocinadores seguros.

Es en este último aspecto donde se ha producido la última grieta: todos los síntomas apuntan a que la aerolínea Oman Air, cuyo accionista principal es el Gobierno del propio sultanato omaní, ha cancelado de manera brusca el acuerdo de tres años, a razón de 2,3 millones de euros cada uno, que le ligaba al club londinense. De hecho, el logo de la compañía se ha esfumado de la relación de sponsors que figura en la página web de los blues.

Parece que en este caso el Chelsea es mera víctima del problema. El covid pilló a Oman Air con el paso cambiando, por lo que la aerolínea tuvo que interrumpir abruptamente y con consecuencias presumiblemente dolorosas los planes de expansión que había iniciado poco antes de la pandemia. Y no ha logrado levantar cabeza desde entonces. Se halla inmersa en un proceso de reducción de costes y redimensionamiento —su flota va a pasar de los 50 aviones que poseía hace apenas tres años a 36 dentro de poco— que se ha llevado por delante a un buen número de directivos, entre los que se encuentran quienes habían propuesto y conseguido el patrocinio del Chelsea.

El Chelsea y un modelo multipresidencial que aumenta las dudas sobre el club

💔 Un roto de alcance simbólico para el Chelsea

Se podría pensar que, al fin y al cabo, 2,3 millones de euros tampoco suponen una tragedia en el exagerado ambiente económico en el que se mueve actualmente el fútbol. Sin embargo, dejan de parecer una nimiedad si se les pone en contexto.

Por ejemplo: la cancelación de este contrato multianual significa que el club de Stamford Bridge no tiene en estos momentos ningún sponsor para su camiseta de cara a la próxima temporada. En efecto, a la inesperada muerte súbita del patrocinio de Omar Air, se une que los contratos con las otras dos marcas que figuran actualmente en la elástica del equipo —Infinte Athlete y BingX— pasarán a mejor vida también al final de esta temporada, esta vez por muerte natural, pues llegarán al final de su plazo de vigencia.

Stamford Bridge - Chelsea - Patrocinio - Economía

Stamford Bridge es la casa del Chelsea desde su fundación en 1905.

O sea, que el club del sur de Londres tendrá que buscar rápidamente tres nuevos e importantes patrocinadores para la próxima campaña. Algo más fácil de decir que de conseguir.

Y, por añadidura, la noticia del fin del acuerdo con Oman Air adquiere un aire simbólico si se tiene en cuenta que se añade a los demás problemas económicos, no precisamente menores que afrenta actualmente el club.

La semana pasada se ha sabido que el Chelsea perdió 105 millones de euros antes de impuestos en el año fiscal 2022/2023, bastante más de lo que se pensaba. Cierto, es una cantidad menor que la del ejercicio fiscal anterior, en el que la cifra de pérdidas se había disparado hasta más de 140 millones de euros, pero —amén de que sea dudoso consuelo perder solo 35 millones menos— eleva a un total de casi 430 millones de euros las pérdidas acumuladas en los tres últimos años.

🫠​ La tragedia de tener que negociar con prisas

Y aquí está la dramática segunda derivada del asunto. Las reglas de rentabilidad y sostenibilidad financiera (PSR) de la Premier League no permiten que las pérdidas de los clubes superen un total de 122 millones de euros en los tres últimos años, so pena de importantes sanciones —que se lo digan al Everton. En otras palabras, que el Chelsea se pasa actualmente varios pueblos de la línea roja permitida.

Sus propietarios —Todd Boehly y los representantes de la empresa de inversiones Clearlake Capital, esto es, Behdad Eghbali y Jose Feliciano— ponen cara de que «aquí no pasa nada». El motivo es que dicen estar seguros de poder ingresar próximamente más de 450 millones de euros entre traspasos de jugadores cedidos (Lukaku, Maatsen y Lewis Hall) o en venta más o menos segura (Chalobah, Broja, Gallagher o Cucurella, por ejemplo). El problema es que tendrían que cerrar muchas operaciones en muy poco tiempo y que los clubes compradores, sabiendo de las penalidades y urgencias del Chelsea, querrán hacerlas a la baja.

Lo que nos lleva de vuelta al embrollo del patrocinio, porque la suma de tener que conseguir tres sponsors urgentes y sufrir problemas económicos es una bomba de relojería. Pocos patrocinadores importantes se sienten muy proclives a firmar acuerdos con clubes en apuros; y los que sí pueden pensárselo pretenderán hacerlo también a la baja, precisamente para aprovecharse de esos apuros.

Y esto, en un club histórico, obligado a tener significativas ambiciones deportivas, pero que este año no ha jugado en Europa, que ha perdido hace nada la final de la Copa de la Liga de su país y que se arrastra por el puesto 11º de la Premier League, a 14 puntos de los puestos que darán derecho a jugar el año que viene competiciones continentales.

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