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Cuando el patrocinio deportivo se convierte en un dolor de cabeza

El pasado jueves, el Aston Villa de Unai Emery se estrelló en su partido de la Conference League contra el Legia de Varsovia. Perdió por 3-2. Desde el punto de vista deportivo, esto fue lo fundamental.

Sin embargo, tuvo lugar en él, además, un hecho curioso y aparentemente anecdótico: en el jersey de Emiliano Martínez, el conflictivo guardameta de los “villanos”, una especie de pegatina tapaba el nombre del patrocinador principal del club inglés. Y la marca de este sponsor tampoco era visible en las camisetas de los demás jugadores.

El Manchester United logra un acuerdo de patrocinio histórico

Días atrás, se produjo otro hecho de distinta naturaleza y también aparentemente anecdótico. Una aficionada se acercó al capitán de los Tottenham Hortspurs, Son Heung-min, para hacerse un selfie. Ningún problema, en principio. El jugador coreano es un tipo simpático y se dispuso a coger el móvil de la joven. Sin embargo, de repente, se deshizo en amables disculpas y le devolvió el aparato…

En efecto, ambos hechos son anecdóticos solo aparentemente. Los dos incidentes, pese a ser muy diferentes, ilustran que los contratos de patrocinio suscritos con equipos y jugadores de fútbol se están haciendo cada vez más complejos y conducen a situaciones que hace apenas unos años eran poco menos que inconcebibles. Que se lo pregunten, si no, a Bayern, Chelsea, Roma, Manchester City, Tottenham…

Restricciones aquí y allá

Son Heung-min puede hacerse “selfies” con sus seguidores, sí, y sostener él mismo sus móviles…, pero solo si estos son de Samsung. El contrato de patrocinio de la estrella coreana con la mayor empresa de su propio país establece que no puede ser registrado públicamente sosteniendo sus manos el teléfono de una marca competidora.

De momento, se tolera que sea el “fan” quien mantenga el aparato mientras se hacen la foto. Pero mucho cuidado, Son, con tocarlo…

En cuanto al Aston Villa, el “caso” fue producto de que en Polonia están vigentes reglas muy restrictivas acerca de la publicidad de las casas de apuestas. Y el principal patrocinador del equipo de Birmingham, la asiática BK8, lo es. De ahí que los jugadores de Emery tuvieran que taparse la marca de su patrocinador.

Claro, que no es la primera vez que este patrocinio le causa quebraderos de cabeza al Aston Villa. Cuando el club anunció hace apenas tres meses su acuerdo con BK8, los miembros de su principal asociación de seguidores (el Aston Villa Supporter’s Trust) se puso en pie de guerra.

Prácticas misóginas y ‘sportwashing’

El comunicado que sacaron no tenía desperdicio. Entre otras cosas, decían que estaban “muy decepcionados con el anuncio de que el club haya llegado a un acuerdo con BK8 para que esta sea el patrocinador de la parte delantera de la camiseta para las próximas tres temporadas”.

Y, sobre todo, añadían que, «en enero, varios grupos de aficionados del Aston Villa elaboramos una declaración conjunta expresando nuestra preocupación por las conversaciones con BK8, destacando los daños sociales y de salud mental causados por los problemas del juego, que producen más de 400 suicidios al año en el Reino Unido y perjudican a millones de personas más”.

Más aún, expresaban su preocupación “por las misóginas prácticas de marketing de BK8 y por la marcha atrás en la postura del club de no tener un patrocinador de apuestas en la parte delantera de la camiseta”.

Y no se llamaban a engaño: “el acuerdo con BK8 es un cínico intento de última hora para obtener beneficios económicos antes de que entre en vigor la prohibición de tener patrocinadores de casas de apuestas en la parte delantera de las camisetas a partir de la temporada 2026-27″ que ha acordado la Premier League.

En un desesperado intento por apagar el fuego, el club se apresuró a informar de que BK8 “hará una contribución a una organización benéfica local de Birmingham” por cada venta de camisetas. Y luego decimos que son los inversores árabes los que hacen “sportwashing”…

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