Copa del Rey

Oyarzabal no clava el dardo definitivo y el Mallorca jugará su cuarta final de Copa

Hace un año, Sergi Darder cargaba al Espanyol sobre sus hombros para tratar de obrar el milagro y mantener al equipo de su vida en Primera división. Si descendían, no iba a ser por culpa del capitán, pero si se salvaban, tendría que ver mucho con la fe inquebrantable de ‘El Mago de Artá’, un pequeño municipio mallorquín. El desenlace fue el más cruel posible, mucho remar para hundirse en la orilla. Y, para colmo, la extensión del escudo sobre el campo decidía marcharse al equipo de su tierra, entre algunas inesperadas críticas. La adaptación a Mallorca no ha sido fácil y, de hecho, Darder no es titular con Aguirre, mientras que en Barcelona era capitán en plaza.

Lo que el fútbol te da, el fútbol te lo quita. Y viceversa. Porque mientras Sergi sale hoy a hombros al transformar el último penalti, que mete al Mallorca en su cuarta final de Copa del Rey, Mikel Oyarzabal se marcha de su casa cariacontecido, después de fallar el primer y único penalti errado en la tanda. Si lo de Darder era cruel, lo del mito txuri-urdin no se queda atrás. Tras perderse el 0-0 de la ida, salió renqueante de su lesión en la segunda parte, empató (1-1) un partido que se había puesto muy cuesta arriba para la Real Sociedad con el gol de Gio González tras el descanso y, tras una prórroga un tanto anodina, protagonizó la derrota más dura del curso, que prolonga la maldición en casa para el único equipo en el que se plantea jugar. Son más de tres meses sin ganar ya en Anoeta. Y sumando. Ver para creer.

🧑‍🏫 Aguirre sorprendió a Alguacil

Lejos de arrugarse, el Mallorca propuso de inicio un partido más abierto de lo que cabría esperar. La posesión era para la Real Sociedad, pero los locales no estuvieron cómodos en el primer acto. Con muchos marcajes individuales, cuando de costumbre es un equipo que se hace más fuerte desde la defensa zonal en bloques más medio-bajos, ‘El Vasco’ igualó la contienda, llevó el partido al barro una vez más con esa guerra de guerrillas y desactivó a las principales armas donostiarras.

Remiro no tuvo que emplearse demasiado ante las pocas acometidas del elenco bermellón, pero sí participó bastante en la salida de balón. Mikel Merino, Brais Méndez y, especialmente, Martín Zubimendi, estuvieron bien referenciados por Antonio Sánchez, Dani Rodríguez y Samú Costa. Este último fue la sombra del mediocentro local. Y Copete persiguió lejos a Takefusa Kubo, hasta impedirle girar y arrancar. Se podría decir que el plan del Mallorca salió a las mil maravillas, al recuperar el balón y vivir lejos de su portería, pero entonces se impuso la calidad técnica y táctica de ‘Take’ y ‘Zubi’. Con una pared sembraron el caos y a Antonio Raíllo no le quedó otra que cometer un penalti que Brais perdonaría en las postrimerías del primer acto.

💪 Oyarzabal rescató a la Real Sociedad

El segundo, empezó movido. El Mallorca siguió a lo suyo y obtuvo pronto el premio a balón parado, una de las principales armas del equipo de Imanol. En un saque de banda aparentemente sin peligro, los carrileros dieron de su medicina a la Real Sociedad. De Jaume Costa a Giovanni González, como si fueran Dimarco y Denzel Dumfries, para poner por delante a los de Aguirre. Tocaba remar y Alguacil movió ficha pronto. Ganasen o perdiesen, tenían que hacerlo con su príncipe en el verde. De ‘9’, no había otro remedio, ante tal crisis goleadora y la incomparecencia de André Silva desde que llegó.

Mikel Oyarzabal Real Sociedad Mallorca

Mikel Oyarzabal fue héroe y villano. Marcó el gol del empate y falló el penalti en la tanda.

Le sentaron bien los cambios a la Real Sociedad. No solo de Mikel Ozarzabal, que empataría el encuentro en el minuto 70 después de que Cyle Larin perdonase un mano a mano tras un balón largo de Copete, sino también de Sheraldo Becker, trasladado a la izquierda. Bien por iniciativa propia o por la amenaza del surinamés, conductor y principal vía de profundidad para los suyos, el Mallorca reculó y se hundió demasiado en su área, sin descanso con balón. También contribuyó ‘Take’ Kubo por la otra banda, así como un centro del cambo que se impuso en los balones divididos. La Real ganó amenaza con disparos desde la fontal y en centros laterales, incluidos varios saques de esquina, aunque el gol llegó tras una buena transición local en la que Brais Méndez se reivindicaría.

🏆 El Mallorca sobrevive y sueña con emular la gesta de 2003

El Mallorca aguantó el chaparrón y resistió hasta llegar al tiempo extra, con alguna que otra intervención de mérito de Dominik Greif, héroe inesperado. Especialmente, por la parada a un omnipresente Sheraldo Becker, en uno de esos chuts de media distancia. También tuvo el equipo insular el 1-2 en el descuento, después de un resbalón con la sucesiva pérdida de Hamari Traoré, al que no le acompañan los momentos clave tras la Copa Africana. Jaume Costa le perdonó la vida, entre laterales hay que ayudarse.

 

Sin el cambio de normativa, el valor doble de los goles fuera de casa nos habría ahorrado media hora de fútbol que no pasará a la historia de este deporte, pero hubo que acudir a una prórroga en la que la superioridad de la Real Sociedad disminuyó. El cansancio de un equipo que lleva meses jugando cada tres o cuatro días, con muchas lesiones, hizo mella; y a Alguacil le funcionó peor que a Klopp eso de retirar a Kubo y Merino para plagar el campo de canteranos recientes. Aun así, la más clara la tuvo Kieran Tierney, otro de los hombres de refresco, en una jugada de pinball que Samú Costa repelió sobre la línea.

El Mallorca, bronco y copero por tradición

El oxígeno corrió a cuenta de Vedat Muriqi, la bombona humana del Mallorca como referencia de ataque, que terminó por derivar el partido a la tanda de penaltis. La primera en la historia entre ambos, al día siguiente del comienzo del choque. Al fin y al cabo, el miércoles es laborable y, a decir verdad, tampoco daba la sensación de que se fuera a romper el empate.

El resto es historia, una que no olvidarán Darder y Oyarzabal, ni tampoco los aficionados más maniáticos. Parecía como si hubiese que lanzar todos los penaltis al mismo sitio. Al Mallorca no le funcionó mal la fórmula de copiar la dirección de los lanzamientos y, con 5 de 5 anotados, completan un 4 de 6 semifinales de Copa del Rey superadas. Noche de whiskito, en copa de balón. Ahora solo falta que el desenlace se parezca más al de 2003, año en el que tumbaron al Madrid, ‘Depor’ y ‘Recre’ para alzar su único título con un imperial Samuel Eto’o, que a las ediciones de 1991 y 1998, en las que el Atlético y el Barça le negaron la gloria.

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