Barcelona Napoli 3-1
Champions League

El poder de la cantera del Barça evapora al Napoli

Tras cuatro años en el infierno continental, el Barça regresa a una penúltima instancia de la Champions League, el único clavo al que puede agarrarse Xavi para concluir su ciclo con honores. Lo de puerta grande aún queda lejos, pero al menos ya no será enfermería, después de la solvente victoria (3-1, 4-2 global) en la vuelta de octavos de final frente a un Napoli que compareció de puntillas en el 80% de los minutos de la eliminatoria.

El Barcelona, poco fiel a su día día liguero, por suerte para ellos, cuajó un inicio fulgurante en el que puso el pase a la siguiente ronda de cara gracias a los goles de Fermín en el minuto 15 y de Cancelo en el 17. La rección visitante llegó rápido, por medio de Amir Rrahmani, pero no fue suficiente para evitar la segunda eliminación de un equipo italiano esta temporada en Europa tras la de la Lazio. La sentencia, obra de Lewandowski a diez minutos para el final, con la enésima reivindicación de Sergi Roberto en días grandes de por medio. Todo ello, alerta spoiler, mientras el Arsenal culminaba la remontada (1-0) y vencía su eliminatoria en la tanda de penaltis ante el Oporto.

😏 El Barça y sus buenos recuerdos de Vietnam

Cuando salió la bola del conjunto partenopeo, el Barcelona tenía dos motivos de celebración, con todo respeto al campeón de la Serie A. Que el equipo italiano se encontraba en una situación aún más caótica que los culés y que dentro de un mar de traumas europeos, el Napoli había sido el clavo ardiendo al que agarrarse para el Barça en dos eliminatorias recientes: la del comienzo de la pandemia y la primera de Xavi, en Europa League. Ambas, con victoria, incluso a domicilio en el segundo de los mencionados partidos, sin rastro de la versión anticompetitiva de Liverpool, Roma o Eintracht.

De hecho, el último cruce convincente, con un partido plácido en la vuelta, fue el de la visita al Diego Armando Maradona (2-4), por entonces aún llamado San Paolo. Un Barça poco controlador, pero vertical y eficaz al espacio. De transiciones en vez de juego ultra controlador desde la pausa. Exactamente en lo mismo que se impuso hoy en los primeros 25 minutos. El déjà vu fue tal, que los azulgranas de nuevo se pusieron 2-0. El primero, aprovechando la visión de juego de Cancelo en la izquierda, el desmarque en el intervalo central-lateral de Raphinha, una asistencia indirecta de Lewandowski dejándola pasar y la llegada de Fermín López, profundo y amenazante también con su presencia entre líneas. Les sentó bien su titularidad. El segundo, apenas dos minutos después, con Yamal como conductor, Raphinha para mandar el primer remate al palo y Cancelo remachando un contraataque de libro.

Todo pareció muy fácil gracias, en parte, a Pau Cubarsí. Central llamado a llenar crónicas durante las próximas dos décadas por su salida de balón excelsa y la concentración que le llevó a ganarle dos duelos al límite a Víctor Osimhen en los primeros 45 minutos, pese a partir en una desventaja por la potencia en carrera de ambos, especialmente de sus arrancadas. El primer lance, a los 10 segundos de encuentro, incluso. Quién dijo miedo. Su desplazamiento largo, desde la demarcación de central izquierdo hacia la banda derecha, puso en constantes ventajas a Lamine Yamal, quien trituró a Mario Rui. Y cuando no era el extremo adolescente, era Fermín. Entre Cubarsí, Cancelo y Gündoğan como centrocampista de base de la jugada, la presión del Napoli quedó desarticulada.

Pau Cubarsí Barcelona Barça

Pau Cubarsí fue elegido mejor jugador del partido por la UEFA en el día de su debut en Champions League.

Mientras tanto, el bloque alto del Barca funcionó, como en la ida. Con la línea defensiva lejos de Ter Stegen y bien coordinada para tirar el fuera de juego, situación que desesperó a Osimhen. Hasta en tres ocasiones inhabilitaron al voraz punta nigeriano en el primer acto, sin necesidad de bregar con él. Eso, por no hablar de la gran ventaja de jugar con los jugadores en pocos metros para reducir el espacio entre líneas y las efectivas vigilancias individuales. Los ataques del Napoli brillaron por su ausencia durante casi media hora, pero de pólvora van bien servidos y en una acción muy similar a la del 1-0, Rrahmani recortó distancias. La jugada que empaña el primer tiempo del sector izquierdo defensivo del Barça. Di Lorenzo tuvo también el empate cargando el segundo palo, tras un buen centro de Mario Rui, pero Marc André lo evitó, después del despiste de Cubarsí en la marca.

🤦‍♂️ La incomparecencia del Napoli hizo el resto

Con el Barça en ventaja, los de Xavi buscaron poco a poco bajar las pulsaciones del partido. Durante el final de la primera parte no lo consiguieron y tampoco amenazaron con marcar el tercero, a pesar de que antes del tanto de Di Lorenzo el choque parecía más cerca del 3-0 que del 2-1. Apenas alguna salida peligrosa en transición más y una jugada a balón parado. A la vuelta de vestuarios, el Napoli tuvo un conato de rebeldía, mientras los locales se mostraban temerosos a sufrir el asedio del tramo final del partido de ida (1-1).

 

En cualquier caso, el cuadro del sur de Italia fue la nada en ataque durante más de una hora del partido en el Diego Armando Maradona y prácticamente en toda la vuelta. Si en el primer tiempo fueron casi todo salidas de balón sucias, en corto, para después lanzar a Osimhen al espacio y hallarlo en fuera de juego, en la segunda resultaron balones muy directos hacia el ‘9’. Equipo excesivamente dependiente de un delantero al que se comió Ronald Araújo en los duelos. De hecho, la intención de Victor era emparejarse con Cubarsí, pero para ello tenía que caer a su flanco diestro. Si no, era absorbido por una fuerza de la naturaleza como la que representa el central uruguayo. Que la novedad no empañe al líder de la zaga culé en los últimos dos años, férreo en la ida y la vuelta con un titán como par.

El Barça sufrió poco para meterse en cuartos. Los cambios de Calzona no cambiaron el guion, por más que generaran las dos ocasiones manifiestas del Napoli. Ni Lindstrøm, en detrimento de Politano, ni Raspadori en el tramo final como segunda punta. Mathías Olivera no terminó de resolver el problema de Mario Rui en el costado izquierdo tampoco, por mucho que Yamal destacase más por pausa que por el desequilibrio. Y para colmo, Khvicha Kvaratskhelia completó una eliminatoria sangrante. Bien vigilado por Jules Koundé el día de hoy, al César lo que es del César, pero irreconocible visto lo visto con el georgiano este último mes, en el que parecía haber recuperado sensaciones. Un mero espejismo.

🥳 Sin sufrimiento final

La más clara de los visitantes hasta la sentencia fue, de nuevo, un centro de izquierda a derecha, como en el 1-2, cuando el Barça se hundió un pequeño tramo en su área. Lindstrøm perdonó el buen servicio de Olivera, a diferencia de un Robert Lewandowski que apareció poco en la eliminatoria, pero que estuvo directamente implicado en tres de los cuatro goles. Dos, con su firma, aunque el 3-1 bien podría contabilizarse para Sergi Roberto por la pared y la asistencia previa.

El capitán entró bien al partido en la sala de máquinas, junto a Oriol Romeu, para dotar al Barça de un mediocentro más ortodoxo que Christensen, el titular de inicio como pivote. Ahí murió la contienda, por mucho que Olivera rematase al larguero al filo del descuento. La eliminatoria estaba acabada y, con ella, el calvario de un Barcelona que no pisaba los cuartos de final desde el famoso 2-8 ante el Bayern. Ya no hay nada que perder y el listón está bajo para un equipo que recupera sensaciones en esta eliminatoria, contra el rival que menos problemas le ha puesto el último lustro en Europa. «Gracias a vosotros», dirán los culés. «Por los servicios prestados con Diego Armando en 1984», responderán los napolitanos.

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