Pocos equipos en el mundo atraviesan una crisis como la del Bursaspor, un gigante dormido de Turquía. Uno de los cinco clubes que alcanzaron las 50 temporadas en la primera división del país, pese a que se fundó en 1963, que llegó a alzar la Süper Lig en 2010 y a codearse con varias superpotencias europeas. Sin embargo, de un tiempo a esta parte cuenta sus temporadas prácticamente por descensos. En los últimos seis cursos ha perdido tres veces la categoría, hasta caer en el fútbol semiprofesional, endeudado como consecuencia de sus malos resultados deportivos y por el caos institucional que hay en la planta noble.
👑 El Bursaspor llegó a ser el rival a batir de Turquía
Hablar de los equipos punteros del fútbol turco, a día de hoy, es prácticamente un sinónimo de resumirlo a los elencos de Estambul. Galatasaray, Fenerbahçe, Beşiktaş, İstanbul Başakşehir recientemente también… Pero hubo un tiempo en el que esto no fue así, gracias a la resistencia de Bursa y de Trebisonda. Tampoco es la historia de un pueblo rural que diera la campanada, se trata de la cuarta ciudad más grande del país y cuenta con unos tres millones de habitantes. Aunque, visto lo visto, en 2010 se convirtieron en el outsider de la Süper Lig. Concretamente, en el segundo que foráneo de Estambul en ganar una liga, tras el Trabzonspor.
El Bursaspor tuvo que sumar 75 puntos para superar por solo una unidad al Fenerbahçe, después de vencer (2-3) un duelo directo que comenzó con un 2-0 favorable a los locales en los 20 minutos iniciales y que terminó con la remontada. Certificada con un gol de Ozan Ipek en el descuento, el máximo goleador del equipo aquel año junto al argentino Pablo Batalla. Realmente, la liga no solo fue una hazaña del Bursaspor, también se le escapó a Fenerbahçe. En la última jornada dependía de sí mismo y, para colmo, tuvo que presenciar como un joven Burak Yilmaz, descarte del club la temporada anterior, marcaba el empate (1-1) para Trabzonspor que les dejaba con la miel en los labios.
Esa fue la mejor manera de Bursaspor para vengarse tras lo sucedido en los cuartos de final de la Copa, en la que el equipo de Bursa levantó un 3-0 en contra de la ida y cuando parecía que el encuentro se iría a la prórroga, otro gol en el descuento, de Dani Güiza en este caso, les eliminaba de la forma más cruel posible. Donde las dan las toman. La historia tuvo un final feliz, pero estuvo cerca de no haber sucedido, al menos, de la manera en que se dio. Fatih Terim, el mítico estratega turco, dimitió como seleccionador de Turquía a principios de temporada y Ertuğrul Sağlam era el favorito en las quinielas para relevarle. El reemplazo fue finalmente Guus Hiddink, tal vez tras la negativa de Sağlam, y fuese como fuese, este continuó al frente del romántico proyecto del Bursaspor.
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De ese modo, el Bursaspor no solo consiguió escribir su nombre en el palmarés de la Süper Lig, sino también obtener un billete para disputar la siguiente edición de la Champions League. No era su primera participación continental y probablemente tampoco se la considere la más exitosa en sí misma, porque lograron alcanzar los cuartos de final de la Recopa de Europa en 1975. Pero sí fue la más mediática en sus más de 50 años de historia.
En la máxima competición continental cayeron sin hacer ruido, con 16 goles en contra y solo dos a favor, hasta terminar como últimos clasificados en un grupo que compartieron con Rangers, Valencia y Manchester United. Apenas sumaron un empate en la fecha final ante el equipo escocés, cuando ya no había nada en juego para ambos y el debate estaba más que en la competitividad, en si el Bursaspor volvería a jugar con su indumentaria alternativa para evitar lucir los colores del Celtic por «respeto», tal y como sucedió en Glasgow.
🤦♂️ De descenso en descenso…
Tras tocar el cielo, a Busaspor le esperaba el infierno. Todo cambió a partir de 2013, año marcado por el fallecimiento de İbrahim Yazıcı, político y presidente de un club que no cayó en buenas manos. Poco a poco se fueron endeudando hasta sobrepasar los 1.000 millones de déficit. Lógicamente, tuvieron que vender a sus mejores jugadores y también a los jóvenes que comenzaban a destacar en sus inferiores. Fue el caso de Cedrik Bakambu, Ozan Tufan, Zeki Çelik o de un Enes Ünal que fichó por el Manchester City con el cartel de gran perla del fútbol turco.
Después de su campeonato, su estatus cayó progresivamente hasta convertirse en uno de los equipos que luchaban año tras año por poco más que mantener la categoría. Y tanto fue el cántaro a la fuente, que al final se rompió en la 2018/2019. Ese curso fueron relegados a la segunda división del país, lo que no sabían entonces es que lo peor todavía estaba por venir. Fueron tres años en la categoría de plata, lejos del ascenso, hasta que en 2022 volvieron a perder la categoría. En tercera división se hablaba de ellos como poco más que el equipo que completó la hazaña de 2010 y que había construido uno de los estadios más curiosos del mundo, el Timsah Arena. Uno en forma de cocodrilo, animal con el que comparte sus colores, que inspira a su mascota y que es el nombre con el que se conoce al Bursaspor.
En la última década, el equipo cambió hasta en nueve ocasiones de presidente. El club pasó de ser uno de los más carismáticos de la Europa del Este, de esos que todo el mundo quiere para iniciar una partida en el Football Manager, a un pozo sin fondo en lo económico y, consecuentemente, también en lo deportivo. Hasta que en abril de 2024 tocaron fondo, al caer hasta la cuarta división. El Bursaspor ya vivió una situación similar en los años 80, cuando perdieron dos categorías en 1986 y 1987, con la diferencia de que sus descensos fueron revocados al ganar la Copa de Turquía en 1986 y tras un veredicto del Consejo de Estado de Turquía en 1987. Ahora, el panorama es mucho más desalentador, en serio riesgo de desaparición, aunque con la eterna historia de superación a la que se aferran para ser rescatados de las arenas movedizas.