A sus casi 32 años, Alexandre Lacazette decidió regresar el pasado verano al Olympique Lyonnais, en el que dio sus primero pasos como profesional hace 15 años. Y no se equivocó con su decisión. Al menos, en lo personal, ya que pasa por un momento dulce de cara a puerta y ha vuelto a ser el líder de un vestuario, tras unos cuantos años como gregario. Eso sí, en lo colectivo, allá donde va, los proyectos siguen sin acompañar la calidad que destilan sus botas y su cerebro.
🫣 Un eterno tapado
Lacazette ha estado a la sombra de otros delanteros en muchos momentos de su carrera. De Giroud o Benzema en Francia, donde apenas suma 16 partidos como internacional, tras ser un fijo en sus inferiores; de Lisandro López o Bafétimbi Gomis durante sus inicios en el ‘OL’; y, el más evidente, de Pierre-Emerick Aubameyang, con quien encajó de cine durante muchos años. Los mismos en los que el Arsenal vivió su mayor crisis deportiva contemporánea.
Curioso que ‘Laca’ se haya visto envuelto en estas dinámicas y, nada más salir él, los gunners hayan pasado de no entrar en Champions o ni siquiera en Europa, a pelear por ganarle la Premier League al Manchester City. Sobre todo, porque llegó como un ‘9’ contrastado y se marchó como un ‘9’ y medio asociativo, especialista en brillar en la sombra y potenciar a sus compañeros.
Cada vez menos goleador, aunque con puntualidad en días importantes. Pero, al fin y al cabo, más altruista que killer. La otra cara de la moneda respecto a Karim Benzema, que, curiosamente, abandonó Lyon en 2009. Justo cuando Lacazette firmó su primer contrato como profesional.
Alexandre ha vuelto a promediar grandes cifras (19), mientras Rayan Cherki explota de una vez por todas y acapara reflectores en Lyon. Desde que se fue al Arsenal en 2017, no superaba los 14 goles en liga.
🙄 ¿Por qué no volver donde fue feliz?
Su rol de suplente de lujo o segunda punta (1-4-2-3-1) en el Arsenal durante su último año de contrato, hacía presagiar que el destino de Lacazette iba a ser otro. Especialmente, un equipo puntero, aunque como jugador número ’12’. Recambio del punta o complemento del propio Benzema en el Real Madrid, de Lewandowski en el Barça o de Mbappé en París. Por su momento de madurez, era lo que más encajaba. Se ve que a ‘El Flautista’ le faltaron ofertas o que, simplemente, prefirió ser «cabeza de ratón antes que cola de león».
Y acertó con su apuesta. A pesar de que, volver a casa, en medio de la crisis que vive el Olymipque Lyonnais, tenía varios ingredientes para salir mal. Su plenitud parecía haber pasado y las comparaciones son odiosas.
Más aún cuando, en su primera etapa, de ocho años en el primer equipo, había sido protagonista en varios de los logros más recientes del ‘OL’: tres subcampeonatos de Francia y dos terceros puestos, una semifinal de Champions en la 2009/2010, otra de Europa League con él como estrella en la 2016/2017, un título de campeón de Coupe de France en 2012 y dos de Coupe de la Ligue (2012 y 2014).
🥅 Lacazette se une a la carrera más divertida por el pichichi
Por si Kylian Mbappé (20 goles) no tuviese suficiente competencia con Jonathan David (Lille, 20 goles) o con otro delantero vinculado al Arsenal como Folarin Balogun (Stade Reims, 18 goles), ahora también aparece Alexandre Lacazette (19) dispuesto a dar guerra.
Es la Bota de Oro más igualada de los últimos años en la liga francesa, porque tampoco se puede descartar que Leo Messi (15), Terem Moffi (Nice, 16 goles) o Wissam Ben Yedder (Monaco, 17 goles) se metan en la pugna. Para que luego digan que la Ligue 1 es aburrida.
🌪️ Delanteros como cortina de humo en Lyon
Este curso son los mencionados Lacazette y Cherki, la temporada pasada fue Paquetá y, las anteriores, Memphis. A excepción de las semifinales de Champions que alcanzó la temporada de la pandemia, llama la atención que el ‘OL’ haya desaparecido del plano europeo, cuando no le han faltado goleadores recientemente. Ni tampoco generadores de ocasiones, por la idiosincrasia asociativa de estos, unida a la visión de juego en tres cuartos de campo de Aouar, Caqueret o Fekir anteriormente. Sea como fuere, menos mal que Lyon sigue siendo tierra de artilleros. Da miedo imaginar qué pasaría si no…