La temporada avanza y el Real Madrid es una de las mayores decepciones del fútbol femenino nacional. El cuadro blanco ha quedado eliminado de la Champions League a las primeras de cambio después de realizar una fase de grupos paupérrima. Lo más grave es que es el segundo curso consecutivo en el que les ocurre dicha circunstancia. Un club como el de la Castellana no se puede permitir que su sección femenina se haya creado para ser el segundón del Barcelona, actual dominador del fútbol europeo.
El Real Madrid afronta su cuarta campaña, quinta si tenemos en cuenta que en la 2019/2020 jugó bajo la denominación de CD Tacón antes de que se completase la fusión por absorción. Desde entonces no ha podido conquistar ningún título, y tan solo suma dos subcampeonatos ligueros y otro de Copa, en la que ni siquiera el Barça estuvo en la final. Este año se esperaba un rendimiento mucho mayor del conjunto de Alberto Toril, que pese a mejorar desde su llegada no ha alcanzado la cota de éxito que se le debe exigir a un club como el merengue.
Con el Barcelona escapado, un año más, en la competición liguera y eliminadas de la Champions, la Supercopa emerge como el principal reto para no tirar la temporada. El Real Madrid necesita imperiosamente la conquista de un título para calmar el ambiente y demostrar a Florentino Pérez que debe aumentar la inversión para solidificar de una vez por todas la estructura. Derrotar al Barça en semifinales y levantar el trofeo en Butarque pude ser el empujón definitivo para elevar al club.
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— Real Madrid C.F. (@realmadridfem) January 8, 2024
📆 La Supercopa, objetivo prioritario para el Real Madrid
La Supercopa de España está considerada como un título menor. En jerarquía está muy por detrás de la liga, de la Champions e incluso de la Copa de la Reina. Sin embargo, para el Real Madrid, a estas alturas de curso, la Supercopa debe ocupar un lugar absolutamente prioritario en su agenda. Son varios los motivos que han llevado a que el cuadro de Alberto Toril no haya cumplido las expectativas y todos están relacionados con la sensación de dejadez y abandono que trasmite el equipo en cada uno de sus estamentos, desde las jugadoras hasta la directiva.
La planificación de la plantilla durante el periodo estival ya chirrió bastante. Siete jugadoras se marcharon de la entidad y tan solo cuatro firmaron para sustituirlas lo que dejó al equipo con uno de los planteles más cortos del fútbol español (22 jugadoras). Con el avance del curso las lesiones han atacado al Real Madrid. Caroline Weir y Carla Camacho, a la que Toril quería dar importancia dentro del primer equipo, sufrieron roturas completas de ligamento cruzado, por lo que quedaron fuera para todo el año.
Otras jugadoras importantes como Linda Caicedo, Sandie Toletti o Naomie Feller también han pasado por la enfermería para mermar aún más al equipo. Las bajas se han sumado al pobre rendimiento de los fichajes, cuyo impacto se pensaba que iba a ser mucho mayor en el devenir del Madrid. De Signe Bruun y Hayley Raso se esperaba que, al menos, cubriesen la baja de Esther González. Hasta el momento la danesa ha marcado 5 goles y la australiana ha participado en 4 dianas (3 goles y una asistencia), cifras muy bajas para 13 partidos de ligueros.
Para paliar estas bajas, el técnico cordobés quiso tirar del filial sin éxito. Y es que esa es otra de las realidades que afectan al crecimiento del Real Madrid. El filial, y la cantera en general, está muy alejado de la exigencia que debe tener un club como el de la Castellana. En Valdebebas queda mucho trabajo para edificar una estructura realmente sólida con la que las niñas de ‘La Fábrica’ puedan irrumpir con las credenciales necesarias para jugar en el primer equipo.
Para empezar el filial no pudo conseguir el objetivo de ascender a segunda división en la 2022/2023 y pese a que esta campaña marcha en la primera posición sin ceder ningún encuentro, la realidad es que prácticamente ninguna de sus jugadoras está preparada para tener un impacto real dentro de la primera plantilla. Más hacia abajo sorprende los pocos equipos con los que cuentan. Integran el resto de la cantera un cadete y un juvenil, que sí dominan sus categorías, pero con ambos nutridos cada año con fichajes desde otros clubes madrileños menos potentes y que no están centrados en la formación de las jóvenes futbolistas.
Si hay una competición en la que el Real Madrid ha competido de tú a tú con el conjunto azulgrana es la Supercopa. En la edición del 2022 disputada en La Ciudad del Fútbol de Las Rozas las blancas fueron superiores al Barcelona, pero no estuvieron acertadas de cara a portería. El Barça salvó el envite en un contragolpe de Alexia Putellas cuando el reloj agonizaba. Mientras que en la edición de 2023, también en semifinales, Caroline Weir empató el tanto inicial de Claudia Pina y el Madrid forzó la prórroga, donde no pudieron contener a la pupilas de Jonatan Giráldez.
En 2024, por tercer año consecutivo, se volverán a enfrentar en las semifinales de este torneo. Y pese a que la distancia entre ambos equipos, que por momentos pareció acortarse, vuelve a ser abismal, la consideración por parte del Barça de la Supercopa como un título menor puede dejar más opciones al Real Madrid. Los precedentes, sin ser favorables, son alentadores y la imperiosa necesidad de títulos para el bienestar de la sección deben convertir la Supercopa en un torneo de máxima importancia en la casa blanca.