⚽ Atlético de Madrid

El Atlético de Madrid más vertical tortura a un Rayo desdibujado

La tercera jornada de la liga española se cerró de una forma inolvidable. Para el Atlético de Madrid, que derrochó pegada en cada ataque y certificó la mayor goleada (0-7) a domicilio en su historia en primera división. Pero, especialmente, para un Rayo Vallecano que propuso un partido demasiado valiente, como acostumbra desde que regresó a la élite, y que esta vez no recogió ningún fruto de buen gusto. Abrió la contienda Antonie Griezmann en el minuto 3, Memphis puso tierra de por medio antes de abandonar el campo lesionado y Nahuel Molina certificó el 0-3 antes del descanso. Por si fuera poco, Morata con un doblete, Correa y Llorente cerraron el correctivo como revulsivos. Uno de esos días en los que sale todo. O en los que no sale nada. Según se mire.

⚡ El Atlético le dio al Rayo de su medicina

La puesta en escena fue trepidante y Vallecas presenció una primera parte de ritmo altísimo, transiciones y alternancias. Un contexto que, si bien muchas veces le salió cara al Rayo de Iraola, esta vez se llevó todas las cruces. Al no terminar sus ataques y jugar sumamente abierto, con las líneas adelantadas y sin una red de seguridad eficaz para contrapresionar, los de Francisco sufrieron lo que no está escrito ante la verticalidad rojiblanca. Rodrigo De Paul, asistente en el 1-0 y el 3-0; y Saúl Níguez, que dio el pase de gol en el 2-0 y el 4-0, jugaron a placer, en el contexto que más les beneficia.

Pablo Barrios: verticalidad por bandera

Se juntó el hambre con las ganas de comer. Un Rayo desdibujado sin balón, con el once rojiblanco que más puede castigar este escenario. Al menos, en lo que al centro del campo de Simeone se refiere, con Pablo Barrios como iniciador de las transiciones desde el mediocentro. La consigna fue clara: robar y correr. Con pases filtrados para romper líneas de presión por dentro, una sensacional mezcla de desmarques en profundidad y movimientos de apoyo entre Antoine y Memphis; a pocos toques, con muchas paredes. Bueno, bonito y efectivo. Gracias al acierto, el Atlético se pudo proteger más en bloque a medida que pasaron los minutos y descuartizó al Rayo más ansioso que se recuerda.

🤯 Un segundo tiempo para la historia

A la salida de vestuarios, Francisco realizó un doble cambio que, paradójicamente, no cambió apenas el trámite del encuentro. Trejo y Unai López se fueron señalados, para dejar paso a Pathé Ciss y Randy Nteka. El daño ya estaba hecho, era irreparable. Independientemente de los nombres, cada pérdida, con posterior contraataque del Atlético de Madrid, era un suplicio para un Rayo que murió de la forma más agónica posible, pero fiel a su estilo. Incluso, cuando atacaban en inferioridad numérica y táctica, los del ‘Cholo’ lograban acabar jugada. La mayoría, de hecho, acabaron en un saque de centro rival.

Álvaro García metió algo de miedo en el cuerpo de los visitantes, con dos jugadas de rebeldía en su pico del área favorito, que no fueron más que un espejismo. El Atlético de Madrid contestó con dos jugadas ensayadas a balón parado, en sendos córneres, que a punto estuvieron de convertirse en el 0-4 de Yannick Carrasco y Álvaro Morata. El ‘9’ de España se quedó con las ganas en un primer momento, pero no perdonó las dos posteriores. Al igual que Ángel Correa, siempre el más pillo de la clase, que esta vez interceptó una negligencia en salida de balón de Dimitrievski para coronar sus 20 minutos con asistencia y gol de vaselina. La duda más allá del 75 no era tanto saber cuántos goles marcaría el Atlético, sino qué trauma le quedará a un Rayo electrocutado.

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