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El Barça demuestra espíritu de campeón en El Sadar

El Sadar suele ser uno de los termómetros para los candidatos. Lo que quieren ganar el título se dirime por su rendimiento en este campo tan especial, ese que te lleva al límite en cada balón dividido. Rara vez es un encuentro plácido. El Barça, así como sucedió hace un año, ha pasado el test bajando al barro. Los culés vencieron por 1-2 gracias a los tantos de Koundé y Lewandowski, dejando en nada el tanto de Ávila y el empuje de la afición rojilla. Luego podrá pasar lo que sea, pero, al menos, los de Xavi Hernández superaron uno de los exámenes más complicados del curso. Y si ya, de paso, debutan Joao Cancelo y Joao Félix con el Barça, mejor que mejor.

⚔️ El Barça se lleva un partido muy disputado

Un Osasuna-Barça siempre es un partido a marcar en el calendario. El año pasado fue, sin ir más lejos, el encuentro que demostró lo en serio que iban los azulgranas respecto a su candidatura al título. Fue el último choque que disputaron antes del parón por el Mundial de Qatar, siendo recordado por ser el último partido de Piqué como profesional y el de la famosa expulsión a Lewandowski. Ganaron los visitantes 1-2, dando un tremendo subidón de moral a los suyos. Lejos aún de ser tan decisivo de cara al título como fue el de la pasada campaña, el de este año tenía el mismo clima. Iba a ser una gran noche.

Batallando cada balón como solo podía suceder en El Sadar, el primer tiempo fue evolucionando en cada balón dividido. Y así, cuando todo está tan embarrado y tenso, solo podíamos llegar al descanso de una manera: saltando todo por los aires tras una jugada de estrategia. Desde el córner y con el tiempo reglamentario cumplido, el balón voló hacia el punto de penalti. Jules Koundé, imperial en su salto, consiguió batir a Aitor Fernández. Una vez más, el Barça se adelantaba en medio de un partido trabado. Lejos de lo que se pueda pensar del equipo de Xavi Hernández (o lo que nos quieran vender), es un conjunto que sabe desenvolverse, y hasta disfruta, de estos choques. Un día más, los culés sabían cumplir hasta en los días más complicados en la oficina.

La segunda mitad siguió un guion similar, con esa entrega hipnótica que restaba importancia a la calidad futbolística. No es una jugada con tres taconazos, pero era igual de disfrutable. Dentro de esa filosofía que tan bien casa con lo que ha sido Osasuna históricamente, solo podía igualar el partido el ‘Chimy’ Ávila. Con un trallazo que reventó el palo antes de besar la red, Ter Stegen no pudo hacer nada. El 1-1 campeaba en el marcador, y al Barça le tocaba volver a remangarse para sacar algo más de su visita a Navarra. Rimando con lo que sucedió la temporada pasada, con esa expulsión de Lewandowski, el polaco forzó y anotó el penalti que decidiría todo. Estaba escrito que debía redimirse, llegando de una jugada aislada fruto del shock por el tanto del empate. La historia se repetía para acabar de manera diferente. Así, una vez más, el Barça escapaba de El Sadar con la certeza de haber trabajado bien en un día difícil. La cosa está en si, como sucedió con su delantero, se repetirá la historia en mayo.

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