Hazard
⚽ Real Madrid

El paso de Hazard por el Real Madrid: cronología del fichaje ¿más desastroso de la historia?

Eden Hazard ya forma parte del pasado del Real Madrid. En 2019, cuando llegó, cualquiera se podría haber imaginado algo así si repasamos sus títulos: dos ligas, una Champions, una Copa del Rey, una Supercopa de Europa y dos Supercopas de España. Lo impensable es que acabase llegando a tener esos resultados recorriendo el camino diametralmente opuesto al esperado. Teniendo en cuenta solo el traspaso que se pagó por él (160 millones de euros), cada minuto de juego de Hazard vestido de blanco ha costado 42.826,55 euros al club.

Posiblemente, es el negocio más desastroso de la historia del fútbol en cuanto a traspasos, así como uno de los más inesperados. ¿Qué ocurrió en cuatro años para pasar de ser todo a acabar yéndose por la puerta de atrás?

🔟  Hazard era el fichaje que había que hacer

Tras el chasco de no haber podido fichar a Mbappé un año antes y aún melancólicos por el adiós de Cristiano Ronaldo, Florentino Pérez salió en 2019 al mercado en busca de uno de esos jugadores que habían nacido para jugar en el Real Madrid. Eden Hazard era el hombre que despertaba consenso entre la directiva blanca, pues lo tenía todo para enamorar al Santiago Bernabéu. Avalado por su gran ídolo Zidane, el belga siempre había tenido el sueño de jugar en Concha Espina. No había dudas de que era uno de los cinco mejores futbolistas de la actualidad, el que más se parecía a Messi entre los mortales que practicaban este deporte. Pese a entrar en su último año de contrato, al Real Madrid no le importó pagar 120 millones de euros fijos más 40 en concepto de variables de sencillo cumplimiento. Era, ni más ni menos, lo que costaba si nos ateníamos a su valor de mercado.

Con la parroquia madridista ilusionada, no tardaron las cosas en empezar a torcerse. El día de su presentación se aplazó por las vacaciones del futbolista. Aun así, el coliseo blanco en julio, y pese a las altas temperaturas, se llenó. Se le vio pasado de peso y las bromas no tardaron en llegar. No era, ni mucho menos, lo ideal, pero no parecía importarle a su nueva afición. Con llegar bien a la temporada, sobraba. Tampoco fue así, pues le costó mucho entrar en la dinámica del equipo en sus primeros compases. El Hazard que se vio en el Chelsea justo antes de llegar no era el que había llegado a Madrid. Ya había empezado el curso con mal pie por algo tan humano como disfrutar. Era el sueño de toda su vida y entendió el fichaje como un premio. Para él, ese era el final de la película de su carrera. Obvió que lo mejor de llegar al Real Madrid es triunfar en el Real Madrid.

🤕  Meunier significó el principio del final

Poco a poco, Hazard se fue mentalizando de que debía triunfar en el equipo de sus sueños. Tenía tiempo para ello. Comenzaron a verse los primeros destellos del jugador que enamoró al madridismo desde Londres. Ante el Granada de Diego Martínez firmó su primer gol y asistencia en partido oficial. Era el inicio de algo grande. Unas jornadas después, ante el Éibar, se vio al Hazard de la Premier League. En un estadio pequeño como Ipurúa, de esos que huelen a fútbol inglés pese a no encontrarse en las Islas Británicas, cuajó un partido redondo. Desbordó continuamente, generó la gran mayoría del peligro del Real Madrid. Solo dio una asistencia, pero dejó varios detalles para la galería bajo el txirimiri que cayó aquel día. La misma historia ocurrió ante la Real Sociedad en el Bernabéu a la siguiente jornada. Su nombre no salió en las estadísticas principales, pero fue el mejor jugador del campo. Ya estaba aquí.

Entonces, llegó el PSG. Durante su anual test para intentar conseguir la ansiada Champions League, los parisinos llegaban muy crecidos al Bernabéu. Ganaron 3-0 a los blancos al principio de aquella misma temporada, y querían repetir resultado en el Bernabéu para presentar su candidatura a la ‘Orejona’. La cosa es que esta vez Hazard estaba en forma; con ganas de demostrar. No sería la misma historia. El belga comenzó a subrayar su notable momento. La jugada del primer gol, obra de Benzema tras un barullo en el área, nace de sus botas. Como en los viejos tiempos, una conducción suya generó el espacio que terminó en la ventaja de los suyos más arriba. No podían pararle; volaba sobre el campo y traía de cabeza a su compatriota Meunier. La desesperación se apoderó de él cerca del minuto 70. Una entrada suya lesionó a Hazard y le dejó fuera del partido. Había conseguido pararle, pero a un precio altísimo. En aquel momento, se percibió como un nuevo golpe de mala suerte, como un bache más. Lo que no sabía nadie es que el Hazard que conocimos se quedó ahí.

Meunier lesionó a Hazard, comenzando su calvario en el Real Madrid.

Meunier lesionó a Hazard y despertó su calvario en el Real Madrid.

😢  Nunca volvió a ser el mismo

Meunier le dejó fuera hasta febrero de 2020. Otra vez tenía que empezar desde cero por una fisura en el peroné derecho. La espera se hizo larga, y en su regreso contra el Celta se le notó que había vuelto a la casilla de salida. Aun así, forzó un penalti y estuvo participativo en ataque. Solo necesitaba volver a encadenar partidos, coger algo de ritmo. Ante el Levante, en la siguiente jornada, el Real Madrid debía asegurar la victoria y tenía un partido complicado. No acababan de salir las cosas… y más aún se iban a torcer.

Hazard, al intentar devolver el balón de tacón, se trastabilló y volvió a lesionarse. Ya era una zona problemática para él, pues su única lesión de larga duración llegó ahí, donde tiene una placa metálica integrada para protegerse. La mala suerte se había cebado con el futbolista, que se perdió lo que quedaba de temporada por lesión. Pudo regresar por el parón del covid-19, pero Zidane prefirió contar con los que más rodados estaban.

Su última lesión se volvió insoportable. No estaba cómodo; quería quitarse esa famosa placa. Si bien intentó cambiar su pisada para protegerse, acabó por acumular demasiadas lesiones musculares. Eso sí, lo peor no eran las dolencias físicas. Las molestias en su pierna derecha ya se habían metido en su cabeza. Comenzó a pasarle lo peor que le podía pasar a un jugador que vive del regate: tener miedo a encarar. No quería una nueva lesión, así que evitaba los golpes. Esto, sumado a su nueva mecánica a la hora de pisar, hizo que perdiese toda la explosividad.

Hazard, el jugador que más se parecía a Messi entre los mortales, ya no tenía chispa. Ya no quedaba nada de aquella estrella que enamoró al mundo en Stamford Bridge. A medida que el problema aumentaba y el tiempo pasaba, decidió quitarse la placa. Entró de nuevo al dique seco, pero esta ve para no volver. Cuando lo intentó, el ciclón Vinícius le había adelantado por la derecha. Su sueño de triunfar en el Bernabéu ya había pasado a mejor vida, por mucho que se prometiese en cada pretemporada que había vuelto. Por lo menos fue buen compañero y tuvo el apoyo del vestuario a lo largo del calvario que sufrió.

Hazard fue manteado por sus compañeros en su despedida del Real Madrid.

Hazard fue manteado por sus compañeros en su despedida del Real Madrid.

Hazard llegó como una estrella y acabó como un tipo que aportaba buena química en el vestuario que ganó la Champions más épica de la historia. Para eso había quedado uno de los mejores extranjeros que pisó la Premier League, el hombre que había creado consenso sobre su fichaje en la directiva del Real Madrid. Lo bueno es que, aunque sea de rebote, consiguió ganar la ‘Orejona’ en la capital de España. En medio de un año complicado, prometió que se iría si el club así se lo pedía. Su ficha era alta y había que hacer espacio. Aunque se le haya señalado, Hazard fue un futbolista de palabra y nunca puso una mala cara. Prometió con lo que dijo y cerró su etapa en el Real Madrid. Una vez, un director deportivo me dijo que él no ficha jugadores, sino que ficha rendimientos y luego llegan personas. No iba sobre Hazard, pero encaja perfectamente. De ser de los mejores a acabar como uno de los grandes fracasos de la historia de este deporte. Por muy cruel que suene, el fútbol no espera a nadie. Y, por ello, estamos condenados a volver a vivir algo así en el futuro.

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