El nombre de Iker Bravo lleva tiempo sonando en las categorías inferiores del fútbol español. Los que saben de esto dicen que, desde David Villa y Fernando Torres, no había salido ningún delantero centro con ese potencial. Y es que, como todos los genios, sabe nadar a contracorriente. En unos tiempos en los que se le pide al delantero muchas más funciones que meter goles, al joven Iker se le caen de los bolsillos. Como si fuese un cocodrilo agazapado en el río esperando a su presa, él sabe que va a cazar todo balón que pase por las inmediaciones del área. Por ese potencial le fichó el Real Madrid. Ahora, tras conseguir vengarse de aquellos que no le quisieron y pasar una temporada complicada, quiere redimirse. Ante el Eldense, en la final de playoff de ascenso a Segunda División, lo puede conseguir.
❌ El rechazo de Iker Bravo
Iker Bravo nació en Sant Cugat del Vallés hace 18 años. Desde bien pronto se intuía su talento para el fútbol, siendo uno de esos niños capaces de regatear a todo el mundo pese a que el balón era más grande que él. El Barça no dejó pasar la ocasión de ofrecerle hueco en su prolífica cantera, creciendo con el escudo azulgrana en el pecho. Poco a poco, se fue colando en las convocatorias de las categorías inferiores de la Selección Española. Su potencial era evidente en una época complicada a la hora de formar delanteros españoles, pues ninguno tenía el nivel para llenar el hueco de Fernando Torres y David Villa en el futuro. Ahí, entre la exageración y la fe ciega en el trabajo bien hecho, se empezó a correr la voz. Aquel chico de Sant Cugat del Vallés podía ser el elegido. Era el mejor proyecto de delantero español desde aquellas dos leyendas.
Como en el área (o en el fútbol o la vida misma), el tiempo y el espacio son lo más importante. Tienes que estar en el momento justo y en el lugar correcto para que todo salga bien. La suerte es para aquellos que no están donde deben y les toca la lotería, vaya. Iker Bravo estaba en el lugar idóneo, pero no en el momento justo. Ya recibía ayudas por parte del Barça durante su etapa de cadetes, estando a las puertas de firmar su primer contrato como profesional. En ese momento, los jugadores de su edad son marcados por el club. Los que tienen más potencial van al juvenil A, los que no van al B. Iker Bravo, por su potencial, era carne del primer equipo juvenil, pero tendría que esperar a lo que decidiesen los culés. Era marzo de 2021, el momento en el que el Barça estaba sumido en unas elecciones presidenciales marcadas por la inestabilidad económica del club. La parte de la directiva de Laporta encargada de La Masía tomó una decisión sorprendente: Bravo iría al juvenil B. No confiaban en él, por lo que tocaba hacer las maletas.
🇩🇪 Leverkusen fue su refugio
Era evidente que, pese a que el Barça no tuviese en mayor consideración su nivel, no le iban a faltar ofertas al joven delantero español. Los más rápidos fueron los del Bayer Leverkusen, prometiéndole hacer dinámica de primer equipo pese a que tuviese 16 años. Por encima de otros clubes más potentes, Bravo apostó por su futuro más inmediato. Necesitaba los minutos y sabía que en Alemania los iba a tener desde el primer minuto. Allí, fue el debutante más joven del club de la aspirina y el segundo más joven en jugar un partido de Bundesliga. Alternando apariciones con el equipo al que correspondía su edad y los mayores, se empezaron a mover rumores a su alrededor. Era una joya que no supo apreciar el Barcelona (posiblemente por el momento de inestabilidad que estaban pasando), por lo que su contratación era una misión importante a cumplir para cualquier responsable de la cantera de un club grande.
El Real Madrid llamó a su puerta, peleándose con el Atlético de Madrid por su fichaje. Tras mucho suspense, acabó eligiendo el lado blanco de la capital. Llegaría como cedido con opción de compra, siendo el fichaje estrella del curso para el Real Madrid Castilla. Jugaría también Youth League, aunque sería miembro de pleno derecho del segundo equipo merengue. Y, si se daba bien, podría subir al primer equipo. Todo parecía volver a sonreírle a Iker Bravo, pero no tardó en torcerse. El delantero titular de Raúl González Blanco durante toda la temporada ha sido Álvaro Rodríguez, jugador que será parte del primer equipo para la próxima campaña. Entre su adaptación a un nuevo equipo y una mala racha goleadora, solo se ha podido ver su voracidad en contadas ocasiones. Sea como fuera, en la Youth League, con jugadores de su edad, ha destacado. Pese a ello, esa irregularidad no ha pasado desapercibida al otro lado del puente aéreo. La afición del Barça no le iba a perdonar que jugase en el eterno rival.
📈 La dulce venganza y la ¿redención?
En la ida de semifinales del playoff de ascenso, ante el Barcelona B, le cayeron mil y un insultos. Cuando salió a calentar (no jugó en la derrota por 4-2), le recriminaron continuamente su decisión. Desde cánticos más típicos del fútbol como «sigue calentando» a agravios más graves contra su familia. Aquella tarde no fue fácil para Bravo. Él se fue porque no quisieron darle el hueco que merecía, abriéndole la puerta a su salida. Pasar a la final de playoff ya no era algo colectivo del grupo, sino algo personal para él. En la vuelta, con el Real Madrid volcado y el 1-0 campeando en el marcador, un gol forzaría una prórroga favorable para los blancos. Un hipotético 2-0, por la clasificación de liga, los ponía en la final.
Iker Bravo salió en el minuto 73, y cinco minutos más tarde quiso darle la razón a esos que le comparaban con Torres y Villa. Gracias a un salto digno de los mejores delanteros, conectó un potente centro desde la derecha, enviando el partido a la ansiada prórroga. Él se señaló el escudo, porque ahora se debía a los que confiaron en su juego.
Su dulce venganza la culminó Arribas con un penalti en el último minuto, dándole el pase al Real Madrid sin necesidad de tiempo extra. Bravo fue el alma de la fiesta, cogiendo incluso un bombo en la celebración. Tras ese partido, los blancos activaron el segundo año de su cesión, dándole una nueva oportunidad para coger las riendas del equipo para el año que viene. Poco a poco estaba volviendo a ser ese gran proyecto de delantero que hace tanto no sacaba el fútbol español.
Posiblemente, no parta como titular de cara en la final ante el Eldense, pero ya ha demostrado sus ganas para arreglar su temporada con un histórico ascenso a Segunda división. Su talento no merece menos. Raúl sabe que, si el partido se atasca, tiene a Bravo a su servicio, dispuesto a cazar cualquier balón que ronde por el área. A sus 18 años y por primera vez en mucho tiempo, la redención está a la vuelta de la esquina.