Era difícil imaginar todo lo que iba a pasar en el Santiago Bernabéu en esta tarde de domingo, pero así acabó sucediendo. Tras tres revisiones de VAR e irse 0-2 al descanso, el Real Madrid ganó al Almería (3-2) en un partido tremendamente intenso. Con ello, los de Ancelotti se ponen líderes a expensas de lo que haga el Girona y los andaluces se mantienen como colistas y con el casillero de victorias vacío.
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😯 El Almería se quedó a las puertas de asaltar el Bernabéu
Ni dio tiempo a saborear el ambiente del Santiago Bernabéu al comienzo de partido. A los 40 segundos, el Almería se adelantaba por medio de Ramazzani tras una salida de balón defectuosa de los locales. Como si el encuentro ante estos rojiblancos fuese una continuación de lo vivido ante los otros, los futbolistas del Real Madrid seguían mirando al suelo con resignación. Por mucho que el domingo pasado se coronasen como supercampeones en Arabia Saudí, el presente no perdonaba a nadie. El 0-1 reflejaba que todo estaba mal.
La capacidad extraordinaria de Simeone para alterar la armonía del Real Madrid
Pese a que aún quedaba todo el partido, las prisas empezaron a agobiar al Real Madrid. Cada vez eran más comunes los balones largos de un lado al otro del campo. Por muchas líneas que se saltasen, solo ayudaban a que pasase el tiempo sin que sufriese el Almería. Los de Garitano estaban cómodos, pidiendo más de esos envíos. Entonces, empezó a asomarse Toni Kroos. Sin ser su mejor actuación, que se zafase de su marcaje le permitía respirar al Real Madrid. El tiempo volvió a fluir con normalidad para los blancos. Todo iba a ir de acuerdo a sus intereses… o no. Cuando más asediado estaba el Almería, ocurrió el milagro. Edgar González decidió disfrazarse de Zidane, y como hizo el francés en Glasgow, clavó a la escuadra una volea con la zurda. Si con el 0-1 todo estaba mal, el 0-2 invitaba a disolver el club antes del paso por vestuarios.
📺 La remontada del Real Madrid, eclipsada por el VAR
El final del descanso trajo la revolución al césped del Bernabéu. Rodrygo, Nacho y Mendy se marchaban para dejar su espacio a Joselu, Brahim y Fran García. El Bernabéu, por mucho que su exterior sea diferente, sigue viviendo por las remontadas en su interior. Los primeros minutos de la segunda parte no tenían nada que ver con lo que se había visto. Si antes estaban sobreexcitados por la derrota, ahora lo estaban por darle la vuelta al marcador. De nuevo, el asedio al área del Almería era una realidad. Y, así como Edgar y su fantástico gol, era el preludio de la aparición de un nuevo actor en el choque. El VAR había llegado para robarse el show. Su primera aparición llegó por una mano de Kaiky que, pese a la tardanza, provocó un penalti. Bellingham, ya más todocampista que delantero, marcó para recortar distancias. Acababan de arrancar los minutos más extraños de la temporada.
Dentro del correcalles en el que se transformó el partido, Ramazzani volvió a escaparse. Esta vez no anotó, sino que asistió a Sergio Arribas para el 1-3. Su ausencia de celebración por su reciente pasado madridista quedó eclipsada por el VAR. Dion Lopy, al inicio de la jugada, pegó un manotazo a Bellingham. Hernández Maeso volvió a ir al monitor, y no dudó en anular el gol. El Almería no se lo podía creer, pues veía como se le escapaba el triunfo en el Bernabéu. Lo peor para ellos era que aún faltaba la guinda. Menos de 5 minutos después, apareció la tercera polémica arbitral de la tarde. Tchouaméni colgó el balón al área y Vinícius lo cazó para marcar el empate del Real Madrid. Su remate fue con el hombro, por lo que ya estaba montada la polémica acerca de si era mano o no. Para Hernández Maeso estaba claro: era un gol legal.
Con el 2-2 en el marcador, la intensidad subió un poco más. Y es que, lejos de esa triple corrección del VAR, la segunda parte era tremenda desde el prisma futbolístico. Ni Militao ni Courtois, lesionados desde agosto y asomados por el túnel de vestuario sin estar vestidos de corto, se querían perder el final. Los 11 minutos de descuento iban a permitir alargar esta dulce agonía del encuentro. Y, a sabiendas de como funciona este escenario, el final estaba cantado. A falta de dos minutos para el final, el balón voló sobre el área del Almería. Bellingham lo encontró como colofón a su partido tremendo. Lejos de rematar, buscó un socio en el segundo palo. Como una centella, apareció Dani Carvajal para marcar el 3-2. Era otra mueca más en el revólver durante su temporada de redención. Así, en cosa de 45 minutos, el Real Madrid se demolió para volver a construirse. La liberación al acabar el choque hablaba por los jugadores. Por mucho que hubiese sido una semana dura en la Castellana y que se vaya a hablar del arbitraje, siempre acaba saliendo el sol en el Bernabéu.