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Arda Güler arroja (más) leña a la hoguera de Sørloth

Por si no tuviera suficiente el Madrid con la que se le viene encima el próximo curso —en realidad, son los rivales quiénes deberían tener miedo, ¿no?—, con el terremoto impredecible de la llegada de Mbappé, la explosión de Endrick, el encaje de estos, táctico y social, con los Bellingham, Rodrygo y Vinícius, la incógnita de Modrić y Kroos… Arda Güler pide paso. El turco reclama su sitio y lo reclama ya. Ni las contadas apariciones en las que Ancelotti ha apostado por sus servicios, ni el peso ínfimo que ha tenido en la brillante temporada del equipo merengue han sido obstáculos para que Arda haya tirado la puerta abajo. En Villarreal, casa del vikingo Sorløth (4-4), que no pudo aupar a su Villarreal a las competiciones europeas, pero con sus cuatro goles sí logró sobrepasar a sus competidores en la lucha por el pichichi, el turco volvió a dar que hablar más de lo que debería.

Güler vs. Sørloth, fight

Tantos goles como Lamine Yamal, por poner en contexto, en centenares de minutos menos, han evidenciado que el talento nacido en Altindag es diferente. Sensible, fino, delicado y devastador cuando tiene posibilidad de embocar. Chut = gol. 6 disparos, 6 goles en 283 minutos a lo largo de 9 partidos, con un xG de 1,57 —frente a los 5 de Yamal en 2045 y 35 encuentros, sobre 5,21 goles esperados—.

Güler

De momento, lo de Güler son solo goles, si es que alguna vez los goles son solamente eso. Suficientes para hacer ruido. El turco no quiere estar en el Madrid; quiere brillar en el Madrid. Tampoco en el futuro; ya. Cuanto antes, mejor. No necesita nada más que oportunidades. Por pequeñas que sean. Porque, en el peor de los casos, solo podrá aportar goles en escenarios competitivos vacíos, ante rivales menores o resultados resueltos, en días de frío copero o de rotación doméstica. A él le bastan. Por lo menos para reclamar el sitio que a su talento le podría corresponder si tiene la ocasión de demostrarlo.

De la misma forma, los cuatro goles de Sørloth, que alcanza los 23 goles, pero fueron insuficientes para que el Villarreal se metiera en Europa, pueden llevar al noruego al premio Pichichi. Solo goles. El vikingo noruego, en su arrollador final de temporada, no consiguió que los de Marcelino remontaran el vuelo heredado de un verano complicado y arranque de curso desastroso, marcado por la desconfianza y la inestabilidad. Sus goles fueron martillazos en el área de Lunin y Militão, hoy propietarios sin autoridad en el punto de penalti, Ancelotti decidirá hasta cuando. Todo hace indicar que, gracias a la mediación de Sørloth y su póquer, el técnico italiano despejará la zona antes del próximo 1 de junio, para llegar a Wembley con sus defensas más fiables y su portero titular.

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