Carlos Alcaraz
✍️​ Opinión

¿Y si Carlos Alcaraz se come al ‘big three’?

Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer. Historia, pasión, sacrifico, humildad. Sobran adjetivos para definirlos. Talentos innatos, de esos que emergen con escasa frecuencia. En su caso, han tenido la fortuna y la desgracia de compartir generación. Han protagonizado una etapa épica, probablemente irrepetible, que ha propiciado un debate irresoluble: ¿cuál será considerado el mejor? Depende del baremo por el que se guíe cada uno: números, corazón, influencia… Lo que nadie esperaba es que Carlos Alcaraz pudiera sumarse a esa ecuación.

El murciano no ha cumplido los 20 años. En su palmarés solo luce un Grand Slam, tres Masters 1000 y un puñado de récords de precocidad. Puede resultar osado afirmar, entonces, que Carlos Alcaraz se convertirá en el mejor tenista de la historia. Porque las comparaciones son odiosas y, a veces, por muchas ganas que tengamos de vislumbrar a una nuevo mito, la promesa no llega a proyectar nunca tal nivel.

Ha pasado infinidad de veces desde que Rafa empezó a ganar. Algunos de los tildados como «El nuevo Nadal» ni siquiera llegaron al top 100. Dimitrov, por muchas similitudes que existiesen en su tenis, no ha sido ni la sombra de Federer. Coric, Kyrgios… Tenistas buenos que fueron incapaces de suceder al big three. Hasta este momento. Carlos Alcaraz, más joven que todos los citados, lo tiene más fácil: uno está retirado y otro cada vez es víctima de más lesiones.

El murciano no caerá en el olvido. No ha nacido para ser uno más. En tres años como profesional suma más highlights que leyendas retiradas. Es rápido, como Nadal en su día, sin esos problemas que arrastraba el balear con su servicio. Pero sobre todo asustan sus recursos. Esas dejadas que rompen el ritmo, esa derecha potente que encuentra fácil el winner. Es una versión mejorada de su compatriota a su edad que se adapta a todas las superficies.

Carlos Alcaraz

El mayor obstáculo, el punto diferencial que separa a los jugadores terrenales de los divinos, es la cabeza. Ese tormento que en un deporte individual, tan mental y cruel como puede ser el tenis muchas veces, separa la victoria de la derrota. Carlos Alcaraz, que no ha perdido ninguna de las finales de Masters 1000 que ha disputado, también ha sido bendecido en ese aspecto. Le da igual ir por delante o a remolque, siempre mantiene el temple necesario para adaptar el partido a sus circunstancias.

La presión no le afecta. Y eso es algo propio de alguien especial que desea trascender más allá del tiempo. Carlos Alcaraz, sin exigencia alguna, se ha atrevido a retar al big three. Aspirar a igualar sus registros debería ser temerario, pero en el caso del murciano detona un hambre voraz por tender un pulso real a la historia de este deporte, cuando su momento más álgido parecía encaminarse a su final.

No lo tendrá fácil. En su ruta hacia la historia Carlos Alcaraz también lidiará con rivales de altura, como Rune o Sinner. El danés, de hecho, pronosticó una rivalidad encarnizada entre los tres la próxima década. La ventaja del español es que resulta más constante y fiable contra el resto del circuito. Tanto o más que un Medvedev que casi siempre cumple —campeón del Masters 1000 de Miami—. Con un Aliassime venido a menos, estos cuatro tenistas deben asumir un rol protagonista en un circuito que, no nos olvidemos, sigue gobernado por Djokovic.

El español tiene igualado el cara a cara con los otros tres tenistas mencionados, pero la sensación es que puede batirlos a todos. No ha cumplido los 20 años y ha alcanzado cotas que solo conoce el ruso, que se maldice por la llegada de esta nueva generación. Tras un séquito de tenistas que han transitado el circuito a la sombra del big three, al fin llega el relevo de verdad. En él, un español quiere abrir el debate. No ser el nuevo Nadal, sino Carlos Alcaraz. Y que su nombre esté encima de todos, algo factible por muy loca que suene la afirmación.

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