No tengo la menor duda de que el día que la Liga F consiga ganar una sentencia contra el Consejo Superior de Deportes (CSD) o contra la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), declarará oficialmente esa fecha como la de su ‘Gran Fiesta Nacional’.
Veremos todo tipo de fuegos de artificio, sonarán las campanas y sus representantes sacarán a lucir sus mejores trajes por todos los medios de comunicación y en todas las redes para anunciar la gran noticia: ¡por fin, la Liga F le habrá ganado una sentencia al CSD o a la RFEF!
Sin embargo, aunque lleva meses esperando ansiosamente poder celebrarla, intentando cuanto la mente humana es capaz de concebir y haciendo todo lo que está en sus manos —incluido el ridículo— para conseguirlo, de momento no le ha llegado ese día tan deseado.
Entretanto, deberá seguir esperando… y desesperando.
Un informe para decir lo contrario de lo que una sentencia dice
Sigo convencida de que a su Presidenta, poco o nada preparada en temas jurídicos, le engaña esa corte de asesores que le han colocado (sí, se la ha colocado su benefactor) y que tiene que justificar los enormes emolumentos de la iguala con mucha cantidad de trabajo. El problema es que la cantidad, en este caso, no va acompañada de la calidad.
Por ello, la “gran fiesta nacional de la Liga F” tendrá que seguir esperando para ver la luz. Prueba de ello es que la semana pasada conocimos un nuevo varapalo contra las rocambolescas ideas de la Presidenta de la Liga F y de sus asesores. Y este es de los que hacen daño, mucho daño.
El desencadenante ha sido un nuevo escrito de aroma patológico enviado por la Liga F a sus clubes miembros.
Hace unos días, supimos que se había producido una sentencia fundamentalmente desfavorable (una más) contra sus argumentos. El Juzgado le rechazó en ella todos sus planteamientos, excepto que la Primera División no pudiera ser encuadrada dentro del grupo de las específicas.
Sin embargo, en el informe que ha elaborado para sus clubes, la Liga F a miente sin pudor alguno sobre el contenido real de la sentencia; y, más grave aún, trata de hacer ver que son suyas determinadas afirmaciones de esta que, en realidad, son peticiones de la RFEF.
Todas las afirmaciones que apoya la sentencia en relación con el modelo de coordinación entre la Liga y la RFEF son exactamente las que postula esta última y totalmente contrarias a lo que ha venido defendiendo hasta ahora la primera.
Por consiguiente, lo de esta es algo más que hacer el ridículo; es, incluso, un ejemplo de lo que he denominado antes conducta de aroma patológico, pues trata de convencer a sus afiliados de que lo dicho por la sentencia es lo que ella defiende… cuando en realidad ocurre precisamente lo contrario.
Un nuevo caso
Con tales antecedentes, no puedo por menos que esperar con expectación la oportunidad de leer el nuevo informe que la Liga F tendrá que enviar a sus afiliados para informarles de la nueva sentencia que ha perdido (otra más) contra el CSD y la RFEF.
En efecto, un Juzgado de lo Contencioso-administrativo acaba de publicar una nueva sentencia que es demoledora contra la Liga F. Y el asunto es importante, porque si la anterior, centrada en sus Estatutos, era más o menos inerte y no tenía ninguna consecuencia jurídica relevante —más allá de impedirle fijar la fecha de su “fiesta nacional”—, esta que ahora paso a comentar es de un calado y de una dimensión que bien pudieran calificarse de brutales.
La Liga F recurrió la modificación del Código Disciplinario de la RFEF aprobada por el CSD. Ninguna sorpresa: desde que existe, la Liga F lo ha recurrido todo —y, en este caso, todo es todo—, empujada posiblemente por el afán de sus asesores jurídicos de justificar “a volumen” la generosa iguala que cobran; un afán que algún día les puede llevar a recurrir incluso cosas que ellos mismos habrán pedido.
Como no podía ser de otra manera, el recurso no ha prosperado: el Juzgado no le ha dado la razón: En cambio, ha avalado completamente la decisión del CSD y ha considerado totalmente válidos los cambios propuestos al respecto por la Comisión Delegada de la RFEF.
A pesar de ello, la Presidenta de la Liga F ha vuelto a insistir en el tema en una ronda mediática ejecutada esta misma semana al “estilo Trump”, lo que hace pensar que esos asesores tan bien pagados que tiene no le habían informado a tiempo de que el asunto ya lo había perdido en el Juzgado. Habrá pensar que eso es lo que ha pasado, porque sería aún más grave que le hubieran informado de que lo había perdido y siguiera haciendo como que no. Eso sí que sería del más puro “estilo Trump”.
Un argumento “llamativo”
En definitiva, la justicia le ha dicho a la Presidenta de la Liga F que el género no puede ser un criterio para justificar una diferencia de sanciones en el código disciplinario.
Ha desmontado así de manera radical el planteamiento de la Liga F en el que esta defendía que, como las jugadoras de la competición son mujeres y ganan menos dinero que los hombres, las sanciones disciplinarias económicas deberían ser distintas para unas y otros.
Para que no exista confusión alguna al respecto, reproduzcamos las palabras de la Magistrada-Juez: “Se denuncia también por la parte recurrente”, es decir, la Liga F, “que se discrimina por razón de sexo al establecer las sanciones de igual cuantía para hombres y mujeres. Resulta llamativo que se pretenda dar la misma importancia al fútbol profesional masculino y femenino y, sin embargo, se pretenda un trato más favorable para las mujeres en relación a las posibles sanciones en que puedan incurrir por comportamientos idénticos al de los hombres”.
No tengo la menor duda que la Liga F recurrirá esta sentencia. Volverá a insistir en que todo se debe a la injustificada persecución que sufre por parte del Presidente de la RFEF. Y no reconocerá tres cosas elementales: la primera es que el Derecho debe aplicarse y es el que es, no el que sus asesores se inventan; la segunda, que no es bueno mentir de manera compulsiva; y la tercera, que es conveniente evitar comportamientos que cualquier observador imparcial pueda terminar considerando como producto de una obsesión patológica.