El Presidente del Cádiz, Manuel Vizcaíno, acaba de proponer en unas declaraciones públicas que se sancione al Getafe con el descenso a Segunda división. Nada menos.
¿El motivo? Bien, lo cierto es que los argumentos que ha dado para sustentar tal enormidad se van desinflando a lo largo de sus declaraciones como si se trataran de un suflé. De arriba a abajo, empiezan con que el club madrileño es “un ejemplo del fútbol de trampa” y “del fútbol manipulación”; siguen con que ha intentado “atacar a un rival directo (el Cádiz) de una manera zafia”; continúan aludiendo a que este club ha tenido que superar esta temporada “que otros equipos te fichen jugadores en medio del campeonato”; y acaban con el “Pacha (Espino) me dijo hace un mes que todos los días estaban llamando (los del Getafe) para sentarse con él en plena competición”.
O sea, que Vizcaíno ha hecho una faena “de más a menos”. Al final, lo único concreto que hay es que dice-que-el-Pacha-Espino-le-ha-dicho que el Getafe le llamaba todos los días para hablar. Cuidado, no queremos decir con esto que el asunto sea baladí. Como mínimo —si es que ha ocurrido—, resulta poco elegante.
Sin embargo, de las declaraciones de Vizcaíno no se deduce con claridad cuándo se han producido esas conversaciones (por ejemplo, si han ocurrido o no en las “ventanas” abiertas para fichajes); ni si el club azulón ha puesto o no un contrato delante del Pacha; ni si han sido solo charlas informales (“¡cómo nos gustaría que jugaras con nosotros si pudieras!˝); ni si las palabras, por el contrario, han cruzado líneas rojas (“si quieres, pagamos tu cláusula de rescisión ya de ya”).
No, no es lo mismo “que otros equipos te fichen jugadores” a que “todos los días llamen a jugadores”.
Lo que está claro es que, si el club del sur de Madrid ha cruzado líneas rojas expresamente fijadas por la normativa vigente y hay pruebas de ello, lo que Vizcaíno tendría que hacer es denunciar formalmente el caso, en lugar de ir a “chivarse” a Tebas, como dice que ha hecho. Y, en todo caso, solicitar lo que esa normativa estipule al efecto, en lugar de decir que “si fuera por mí, descendería al Getafe por el comportamiento que ha tenido”. Si el comportamiento es delictivo y hay pruebas de ello, se aplica lo que dicte el código disciplinario y se acabó. Y si “solo” es moralmente censurable o no se puede probar, ni petición de descenso ni gaitas.
Todo lo demás son comentarios del tipo de los que cualquier aficionado “de a pie” está legítimamente autorizado a hacer en la barra de un bar (“si por mí fuera, hubiera dado por perdida la final de la Conference League al West Ham por el comportamiento salvaje de sus hinchas”). Sin embargo, lo que no es de recibo es que ese aficionado sea el Presidente de la ‘Fiore’ y se lo sugiera a Ceferin.
Pero el problema va más allá. A medida que avanzan las temporadas, resulta cada vez más habitual que los clubes españoles se enzarcen en peleas y descalificaciones que enturbian lamentablemente el ambiente y solo valen para crispar aún más a los aficionados que ya vienen crispados de casa. Vizcaíno es muy asiduo desde tiempo inmemorial a este comportamiento, pero no es el único.
Y eso que todos los clubes, menos mal, están en la misma asociación. En otros sectores de nuestra economía, compañías que compiten ferozmente en los mercados encuentran en sus respectivas asociaciones empresariales el entorno adecuado para que sus diferencias puedan dirimirse, las más de las veces, sin estridencias que les perjudiquen a todos y que enfrenten a sus clientes.
Por el contrario, en LaLiga parece ocurrir el fenómeno opuesto: hay un creciente “mal rollo” entre sus miembros que salta con harta frecuencia a los medios, “calentando” a los aficionados, y que parece indicar que esta organización es más un desbordante catalizador de diferencias que un eficaz moderador de conflictos.
También en esto último hay que reconocer que Tebas tiene poco éxito. A no ser, claro está, que sea el primer interesado en radicalizar esas diferencias…