DIEGUENAZO DESPEDIDA
✍️​ Opinión

El ‘Dieguenazo’: se terminó todo después del derbi

Este artículo debería ser del derbi. Quizás de lo que pasó con el Fondo Sur del Metropolitano o de cómo empató el Atlético, pero no. Esta columna siempre fue de lo que me pasa a mí, dejando al deporte como mera percha. Así que no, no tocaremos el derbi madrileño en la última edición del ‘Dieguenazo’. Porque sí, no habrá más por aquí. «No lloréis porque se acaba, disfrutad porque lo habéis vivido», dijo una vez un sabio. Dios, como odio esa frase.

Mi despedida se merecía un último ‘Dieguenazo’.

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🫡​ No es un artículo del derbi

Desde que empecé en esto, siempre pensé en que podría dedicarle un artículo a mi familia. Por ello, va a ser en este. No sé cuando será el siguiente, así que no queda otra. Creo que es la mejor forma de despedir esta columna después de un derbi que pasará a la historia por su polémica. Quiero empezar por mis abuelos. Ellos siempre estuvieron ahí (y siguen estando), pero el tiempo apunta a que cada vez les queda menos. Así es la vida, por desgracia. Siempre soñé que me verían comentando partidos en la televisión, y que podría despedirme de ellos con una columna. Al final, ni una cosa ni la otra a estas alturas. Por lo menos, la deuda del adiós mediático la voy a resolver hoy. Gracias por haberme llevado siempre a clase, por preocuparos cuando papá y mamá tenían que irse a trabajar. Si he llegado a ser periodista, es, en parte, por vosotros. Mi mayor ilusión siempre fue que, pese a llevar tanto tiempo sin ver el fútbol, me escuchaseis en la radio.

Los siguientes deben ser mis padres. No sé ni por dónde empezar. Quizás, lo justo sería hacerlo por el tema del máster. Insistí en hacerlo pese al pastizal que costaba, porque iba a salir de allí contratado, listo para cubrir partidos como el derbi de ayer. Lo tenía claro, y confiasteis en mí hasta el punto de volver a hipotecar la casa. Entonces, llegó el dichoso COVID-19 y se suspendió todo. Me fui directo al paro, a trabajar por mi cuenta en redes sociales. Dentro de esa carrera de fondo y sus altibajos, me sujetasteis. Nunca os enterasteis mucho de lo que hacía o dejaba de hacer, que yo lo sé, pero siempre presumisteis de tener un hijo periodista. Así como con los abuelos, mi gran orgullo siempre fue corresponder lo orgullosos que estuvisteis (y estáis) de mí.

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Va, tercer turno. Mi pareja y su familia. Gracias por acogerme así durante tanto tiempo. Habéis estado en el día a día de todos estos meses tan complicados. Pese a que el año ha sido una genuina mierda, nunca ha habido problemas. Me habéis hecho sentir uno más en las buenas y, lo más importante, en las malas. Una vez más, os dedico unas líneas después de un derbi madrileño. Eso sí, la situación ahora es mejor que la otra vez. Señales, supongo. Como la otra vez que estuve fuera de este mundillo, sé que voy a celebrar mi vuelta con vosotros. Y tengo la sensación de que va a ser pronto. Más señales, vuelvo a suponer.

Terminamos con mis amigos. «La familia que se escoge», según la terrorífica filosofía Mr. Wonderful. Especialmente, quiero señalar a esa pequeña familia postiza y disfuncional que formamos durante año y medio en la redacción de este medio. Me habéis demostrado que hasta en el tedioso mundo laboral se pueden hacer buenas amistades. Sois lo mejor que me llevo de esta etaoa, sin duda. Y, por ello, quiero pensar que nos vamos a volver a cruzar en el futuro. Quizás, hasta nos vemos cubriendo un derbi. Porque no, esto aún no ha acabado. Solo acaba de empezar, porque el final solo es el principio de otra cosa. Aquí, gustase más o menos, lo di todo. Gracias a vosotros y a todos los que leísteis mis columnas. Comienza un nuevo capítulo. Nos vemos en los campos.

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