Seguro que todos los lectores conocen el concepto, pero no está de más recordar que “misógino” es quien siente aversión a las mujeres. Valga esto como introducción al artículo. Luego quedará claro su porqué.
Habrán podido comprobar que en estos últimos días se repiten exabruptos pretendidamente dogmáticos sobre algo de tan escasa trascendencia jurídica como es si la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) debe convocar elecciones para renovar su Asamblea general; o, por el contrario, es preciso que se convoquen elecciones solo a Presidente con la Asamblea actual, para seguidamente convocar las elecciones con el fin de renovar tal Asamblea.
Cuando leo el párrafo anterior me doy cuenta de la tontería de debate que nos tienen abierto al respecto algunos medios pseudojurídicos. Más aún si recordamos que nos encontramos en año electoral y que la doble convocatoria (elecciones a Presidente y después a la Asamblea) nos llevaría al 2025 en permanente pelea, convirtiendo 2024 en el año del barro (embarrar es lo que hace feliz a más de uno).
El motivo real de un planteamiento absurdo
Sandeces jurídicas aparte, quizás tenga más gracia detenerse en otras cuestiones vinculadas con este asunto. Por ejemplo, ¿qué interés puede tener alguien en defender eso del doble proceso electoral?
Supongo que todas y todos somos conscientes de que quienes plantean la necesidad de un doble proceso no tienen interés alguno por hacer lo correcto. Sin duda, lo correcto sería un solo proceso, esencialmente porque las normas lo permiten y lo aconsejan. Y, sobre todo, porque lo impone el sentido común.
Las normas deben siempre interpretarse sobre la base del sentido común (si es que se tiene), de tal forma que cuando su interpretación te lleva a una conclusión contraria al mismo, lo más lógico es descartarla.
Volviendo a la pregunta sobre el interés, puede haber varias respuestas. Quizás la más evidente sería que así se gana tiempo para ver si en los próximos meses pasan “cosas” que permitan a los patrocinadores (todos hombres) de la tesis del doble proceso montar una candidatura con posibilidades que superen el 0 % en el que ahora están instalados. Y, junto a esta, podría haber otras respuestas. El problema es que no se me ocurren.
El fútbol femenino tiene derecho a votar
Otra cuestión —a mi juicio muy significativa— que asoma en este debate es la peculiaridad de que quienes desean aparecer públicamente como los mayores detractores del anterior Presidente de la Federación, pretenden alargar innecesariamente el mandato de la Asamblea que lo eligió. Su deseo es que la Asamblea “rubialista” subsista hasta 2025. A mí, esto me da que pensar.
Y la paradoja más absoluta tiene que ver con las nuevas realidades del fútbol español y el absoluto desprecio que sienten por ellas esos patrocinadores del doble proceso electoral.
Si en este período olímpico ha pasado algo más o menos histórico en nuestro fútbol, ha sido el fenómeno del fútbol femenino. Con independencia de lo que cada una o cada uno puedan pensar, no debe olvidarse que, además de ganar el Mundial, se ha creado la liga profesional femenina. Y tampoco puede olvidarse que la salida del anterior Presidente se debe a algo relacionado precisamente con el fútbol femenino.
La existencia de una liga profesional implica que la liga de Tebas debe repartirse ahora con la liga femenina los asambleístas que antes le tocaban. Y no son solo clubes, sino también jugadoras/es, árbitras/os y entrenadoras/es de clubes de una y otra liga.
Pues bien, los que quieren el doble proceso electoral saben perfectamente que, si ahora se elige al Presidente (aquí sí lo pongo en masculino, exclusivamente por razones obvias), no podrán participar esas jugadoras profesionales (ganadoras del Mundial) en su elección, ni las árbitras profesionales, ni sus clubes profesionales, ni entrenadoras/es de tales clubes. Parece algo casi ilegal.
Un caso grave de misoginia electoral
La nueva Ley del Deporte y la Orden Ministerial que rige las elecciones federativas son muy claras con respecto a la potenciación de la participación de las mujeres. La realidad jurídica y social actual no tiene nada que ver con la Asamblea general hoy existente de la RFEF. Urge constituir una nueva Asamblea que responda a esas nuevas realidades de nuestro fútbol.
Defender lo contrario resulta políticamente inaceptable, no solo incorrecto. Y refleja una indudable misoginia. A los patrocinadores públicos del doble proceso electoral solo se me ocurre definirlos como “misóginos electorales”. Y de ahí surge el título de este artículo.
Tal vez estos hombres —sí, todos son hombres— no se han parado tampoco a pensar en esto, pero es bueno reflexionar mínimamente sobre qué quiere ser cada una y cada uno, y cuáles son las consecuencias —todas— de lo que una o uno propone.
Solo puedo concluir, tomando prestada la expresión a Stieg Larsson, en interpretación libre, que no nos aman porque solo se aman a sí mismos.